lunes, 22 de febrero de 2010

DEMASIADO TARDE

No me gusta la gente que se queda a medias.

Que no sabe decidir entre un No o un SI. Que espera plácidamente a que el tiempo ponga las cosas en su sitio, sin caer en la cuenta de que no siempre esa es la misión del tiempo, sino que cada sitio es ahora, y no mañana, y que los ojos no siempre hablan, y aunque hablen se necesita, a veces, la certificación de la palabra, pues el verbo, aunque no viva hoy sus mejores tiempos, es aún necesario, para conciliar, para etender, para saber si las dos banderas tienen un apoyo en común, o para saber que avanzan separadas, diferentes misiones, diferentes paises... fronteras irreconciliables que a veces, aunque sea en sueños, se vuelven a juntar, a escondidas... por el simple placer de compartir aquel país que un día fué una única nación.

Hay que huir de las llamadas y las esperas. De la libertades que se fraguan y se queman mientras el otro apura su tiempo como le viene en gana. Se debería entender que todos y cada uno de nosotros somos libres con nuestra vida, pero no libres con la vida del que tenemos al lado, una vida que debe ser vivida plenamente, sin ataduras y cadenas que continuamente traigan el sonido de algo que recuerda a un fantasma. Un cuerpo inerte y transparente que habla de calendarios en llamas, de días quemados entre el azar, el tabaco... y otros brazos que ya apenas se recuerdan.

Se debería tener el valor de aceptar que a veces el destino está escrito. Que somos pacientes en un mundo que acomoda las constantes y las hace signo vitales de un cansancio obtuso e inventado para todos aquellos que no quieren cambiar. Son ellos las primeras hojas que se caen de los árboles. Con el tiempo llenan el suelo de tu vida y ya apenas puedes distinguirlas. Son rostros envejecidos y caducos... por que no tuvieron valor de alzar una palabra. Por que hablaron con el silencio de los que otorgan sentencias enteras. Firmadas por el diablo. El único ser que puede engañarte aún siendo consciente de la realidad.

Podriamos viajar a las mismas habitaciones, a los mismos rincones que nos vieron llorar o ser felices, siempre en la proporción que nuestros recuerdos nos permitan añorar. Y en estas estancias del tiempo, que no han sido olvidadas, sino dejadas de lado, podríamos volver a ser lo que éramos, con el simple fulgor de un chasquido que te vuelve a poner en marcha. El tren de tu vida. La última estación... ¿o se debería decir estación eterna?

Que a veces aparcamos las cosas importantes... que a veces nos llenamos de novedades dejando de lado aquello que de verdad es en nosotros esencia, sed de personalidad, felicidad inmediata y eterna... por que sí en una mañana has sentido que el tiempo se detenía eternamente para empezar a partir de ahí, esa mañana y ese momento son siempre. Sólo hay que retomarlos.

Y se debería perdonar aquello que se hizo por miedo, pues el miedo nos induce a hacer cosas horribles y sin sentido. Dicen que el miedo paraliza, pero eso es mentira... el miedo es una excusa para tomar el camino más rápido y cómodo. Aquel camino que anula tu existencia por un juego de roles pre- marcados y perfectos, dónde la partida será ganada cientos de veces, por el módico precio de no arriesgar... y por tanto, no perder absolutamente nada.

A pesar de todo, siempre.... deberías decir la verdad. Pues puede que mañana ya sea demasiado tarde.

martes, 16 de febrero de 2010

Una lata de atún. O una excusa perfecta.

Es curioso oír en boca de otros una verdad que tú pensabas había sido disimulada o callada por otras actitudes. Pero supongo que no somos tan perfectos para tapar aquello que queremos esconder en una determinada etapa de nuestras vidas.

El caso es que esta tarde me han dado la clave de algo que ya había olvidado, de una sensación que durante mucho tiempo tuvo presa a dos personas, dos personas que estaban juntas, aunque la mente de una de ellas, a veces, estuviera lejos, muy lejos de la realidad del momento. Del espacio y del tiempo.

Tuvo que ser complicado estar con una persona que estaba pensando día si y otro también en aquello que había dejado atrás. Cómo si nada más fuera importante. Es un defecto que solía tener y que gracias a Dios con el tiempo voy mitigando poco a poco.

Tuvo que ser difícil saber que tarde o temprano la añoranza de una tierra y unas gentes iban a toparse en mi camino, provocando con ello el no disfrute pleno de momentos actuales, y el saber que mi vida estaba en cierta manera hipotecada a volver de donde había venido. Cómo si todo aquello que estaba viviendo en esos momentos fuera un pequeño parentesís de una vida que debía continuar tal y como había sido siempre.

Ni que decir tiene que muchas veces ese no era mi pensamiento, sino que muchas veces me sentí completo, a gusto y feliz, pero supongo que en el fondo, inconscientemente, muy dentro de mi, sabía que toda aquella aventura maravillosa debía de terminar alguna vez, ya que mis lazos, mi pasado y mis miedos eran más grandes que yo.

Muchas veces me pregunto si no anticipe ese momento demasiado. Y muchas veces me pregunto si no fué una retirada a tiempo, que de haber aguantado más todo podría haber sido diferente, por que lo que vino después ni fué mejor ni fué peor, pero me hizo (me ha hecho) una persona totalmente diferente de la que era, y he sufrido mucho por ello. Tanto que da miedo recordar.

El caso es que todas las personas que han estado conmigo me han dicho o me han hecho saber que siempre han tenido que soportar un fantasma que iba colgado a mi, que no me dejaba ni a sol ni a sombra. Primero el recuerdo de Málaga, luego el recuerdo de Barcelona, más tarde el recuerdo de tiempos felices que pasé con una persona... y así hasta que, como dice la canción de Julio Iglesias, a veces, me olvidé de vivir los momentos pequeños.

Muchas veces me da por pensar que habría sido de mi vida si una lata de atún, una tarde, de hace ya muchos años, no me hubiese revelado que debía volver a casa, que mi aventura catalana ya había terminado. Sí, una lata de atún... fué de esas cosas que ocurren y que al principio no das importancia, pero que luego te persiguen durante toda tu vida.

El caso es que estaba reponiendo en un supermercado unas latas de atún y de pronto me vi desde fuera... lejano, como si yo mismo fuera otra persona... y de pronto pensé, ¿que carajo haces aquí?

Y en ese mismo instante deje las latas de atún, mire a mi alrededor y como si una fuerza invisible me llevara de la mano, salí fuera del supermercado, mire la calle, la gente que paseba a mi alrededor, los coches... y me dije a mi mismo; Fin de tu aventura. Debes volver a casa.

En menos de 37 horas ya iba camino de Málaga. Encontré una excusa perfecta para ello, estudiar una licenciatura oficial, arte dramático en la Escuela de Málaga, cuando bien se yo que jamás me había planteado estudiar una carrera oficial y mucho menos una con tan poco futuro y de la que conocía tan poco como era Dirección de Escena y dramaturgía. En mi vida había escuchado esta última palabra. Pero como excusa era perfecta.

Luego tuve que inventar que estudiar cine ya no me llenaba. Mentira. Luego tuve que inventar que Barcelona ya no me gustaba. Mentira. Y luego tuve que inventar nuevas excusas... acoplarme a una nueva vida que de la noche a la mañana había construido con absoluta normalidad. Pero claro, si cuentas que toda la culpa la tuvo una lata de atún suena ridículo, nadie te va a creer...

En realidad lo de la lata de atún también es una semi-mentira, en el sentido que una lata de atún no te puede revelar una verdad inmensa... esa verdad ha sido pensada y revelada por más cosas. Pequeñas cosas que se han ido acumulando una detrás de otra. Imperiosamente. Pequeñas cosas que te van planteándote ciertas cosas. Así hasta el día en que no puedes más y decides poner una solución. Cueste lo que cueste.

Nadie, nunca jamás me ha preguntado por que regresé de Barcelona. Por qué de la noche a la mañana cambié tanto de parecer y huí (que no es la palabra exacta, pero más o menos se acerca), en aquella ocasión.

Yo me volví de Barcelona por que desde el día 26 de Junio del 2003 Barcelona ya no era lo que era. Creí poder vivir en soledad, decidí sacrificar el peso de un fantasma propio en lomos de otra persona, el fantasma del recuerdo... y pensé que la mejor manera de hacerlo era empezar solo, en la misma ciudad que un año antes me había visto empezar acompañado.

Pero mis planes fallaron por la sencilla razón de que la costumbre ya no era costumbre sino sed vital... y de nuevo me engañe pensando que mi cabeza podía convertir la sed vital en costumbre. Pero no. Ya estaba atado. Atado en el sentido bueno y mágico de la palabra. En el séntido sagrado de la expresión. En eso que te une a algo o a alguién por el simple hecho de que eres feliz.

Y es que ese ha sido siempre uno de mis defectos; he pensado demasiado. Cuando en realidad no había nada que pensar. Solo vivir. Y es por eso que cuando regresé a Málaga me propuse vivir de verdad, aceptar las cosas y aprender de ellas cuando fuera posible.

Han pasado muchas cosas desde que regresé a Málaga. Muchas cosas buenas... y otras malas. Durante un tiempo anduve perdido entre cosas que tapaban otras cosas. Entre momentos que tapaban otros momentos. Y entre rostros que tapaban otros rostros.

Una vez que eres capaz de quitarte la venda, de no engañarte más, de aceptar las cosas tal y como son, tal y como vienen... todo se llena de una placida calma que no te hace arrepentirte de todo aquello que o bien tiraste por la borda o decidiste cambiar.

La vida es un camino y yo en esos años de perdición, de encontrarme a mi mismo, de saber como soy... he aprendido muchas cosas y todas ellas, buenas o malas me han enseñado a ser, a día de hoy, la persona que me gusta ser.

A día de hoy trato de no cometer los mismos errores y de sopesar todas las cosas antes de tomar una decisión. Y a día de hoy se que todo tiene una doble lectura... que cuando te vas es porque necesitas volver, que cuando necesitas volver es porque necesitar estar. Y que cuando quieres estar, regresar, quedarte y volverte a marchar es porque, simplemente... la vida sigue su curso. Ya no es necesario engañarte para decir lo que sientes en un determinado momento y para saber que la única respuesta a todas las cosas que vienen es simplemente aceptar. Vivir.

Ahora, cuando regreso a Barcelona y paseo por sus calles pienso que dos vidas diferentes, dos historias paralelas se cruzan en mi mente. El año que pasé acompañado y el año que pase en soledad. Los dos fueron buenos y necesarios. El primero me enseñó a valorarlo todo más. A dejarme querer... a no darme miedo amar. El segundo me enseñó que la soledad es la mejor compañera cuando tienes miedo y no estás preparado para asumir responsabilidades con algo o con alguién.

Y es por eso que ahora cuando estoy solo, cuando estoy acompañado... sé que no me engaño. Que si hago una cosa o la otra es porque antes lo he sopesado mucho... y por que es lo que quiero.

Le dedico este Post a Maribel, de Barcelona. Que esta tarde me he enterado que me lee y me ha hecho mucha ilusión. Gracias por portarte también conmigo en aquellos días. Que sepas que me acuerdo mucho de ti y que tengo ganas de verte para que nos contemos como han ido las cosas después de tanto años.

Un abrazo fuerte, Maribel.

lunes, 8 de febrero de 2010

NAUSICAA BONNÍN





Sorprenderá a muchos ver a esta actriz novel y recien llegada al panorama cinematográfico español como uno de mis rostros favoritos del cine. Para todos aquellos que estén sorprendidos y/o extrañados les recomiendo fervientemente que vean "Lo mejor de mi" de Roser Aguilar y "Tres días con la familia" de Mar Coll, allí encontrarán el rostro de esta magnifica actriz, un rostro que vaticino será uno de los más importantes en el cine español de los nuevos tiempos.


El rostro de Nausicaa es cristalino, puro, quizás algo frío... pero el rostro de Nausicaa esconde recovecos mágicos, inmensos, de esos donde una interpretación pueden ser elevada a los altares de la magia cinemática. Sus ojos verdes y tristes, pausados, dotan a sus interpretaciones de un tempo extraño y ausente, como de vieja fotografía en blanco y negro, mirada suspendida entre el mundo de los vivos... y de los vivos que, como el último personaje de Bonnín, están algo muertos en vida.


La capacidad expresiva de este rostro es increíble, dotando a los primeros planos de unos momentos realmente maravillosos para todos aquellos que sepan apreciar un cine del silencio, donde las palabras sobran porque no hacen falta.


Si dotamos a este rostro de una magnifica voz y unos movimientos que son absoluta naturalidad interpretativa, tenemos por resultado la magnifica composición de una grande.


Sí, y ella es Nausicaa Bonnín.

(Suerte el Domingo próximo con los Goyas. Vas a ganar)


GUILIETTA MASSINA

















Massina. He aquí uno de los rostros femeninos cinematográficos más apasionantes de todos los tiempos. Massina estaba casada con Federico Fellini y junto a su marido hicieron dos inmensas obras maestras donde ella era la absoluta protagonista; "La strada" y "Las noches de Cabiria".

Lo maravilloso del rostro de Massina se encuentra en que es, a la misma vez, inmensamente trágico y enormemente cómico, en su faz se pueden observar estos dos estados tan antagónicos y quizás es por ello que su rostro, tan maravilloso por estas cuestiones, es signo imborrable de personajes inolvidables, dotados de una enorme vitalidad y pasión, de unas ganas grandes de vivir, de no ser derrotados... y de una pureza virginal que dotaba a todos sus personajes de un gran sentido de la sorpresa, de la espontaneidad imnata. Su rostro es la de una mujer que aún no ha dejado aparcada a aquella niña que un día fué.

El éxito de "La Strada" y "Las noches de Cabiria" residen en la fuerza de este rostro y en la gran calidad interpretativa que Massina sin lugar a dudas tenía. Se la ha comparado muchas veces como el Chaplin femenino de la historia del cine y yo me atrevería a decir que ni Chaplin ha estado tan bien como ella en todas las películas que hizo.

Massina y Fellini. Fellini y Massina... dos personas unidas en vida y unidas en la ficción. Para siempre. Por siempre.

domingo, 7 de febrero de 2010

ANNA KARINA


ANNA KARINA
Anna Karina es otro de esos rostros de la historia del cine que estarán eternamente ligados a las películas que interpretó y al sentido único de las mismas.
Como Vitti, fué musa y esposa de su marido Jean Luc Godard, un director muy conocido y afamado que según mi punto de vista, en cuanto dejo de colaborar con esta actriz perdio todo el interés.
El rostro de Karina es enormemente dulce y frágil. Sus primeros planos, ("vivir su vida") son todo un acontecimiento cinemático que se debe disfrutar con el simple placer de observar la grandeza y la profundidad que un rostro que parece danzar al ritmo de la cámara que lo estaba filmando.
Decía Gordad que rodar a Karina era como hacerle el amor, incluso mejor... y este sentimiento dramaturgíco de la imagen se puede notar en cada uno de los filmes que hicieron juntos.
Ese rostro dulce y frágil se podía convertir de buenas a primeras en un rostro frío y distante... alejado de la realidad como si de una pintura abstracta se tratara. Aún en ese distanciamiento, aún en esa frialdad motiva por diversos personajes y exigencias de guión... el rostro de Karina es, sin lugar a dudas, uno de los rostros más perfectos y cinemáticos que el cine ha dado en sus cien años de historia.

MONICA VITTI


















MONICA VITTI


Ni la Loren, Ni la Cardinale... de todos los rostros maravillosos de mujer que el cine italiano ha dado a lo largo de su historia, es Monica Vitti la que más me dice. Fué musa y esposa de su director predilecto, Antonioni, y juntos colaboraron en las mejores películas del maestro.

Es el rostro de Vitti un lugar lleno de matices enigmáticos y extraños que parecen expandirse más allá de la pantalla. Un rostro duro y de facciones marcadas que supo exprimir al máximo los personajes cansados y hastíados que Mónica solía interpretar en las películas de su marido.
En el cine de Antonioni el rostro de Vitti se funde con el paisaje, con el sentido plástico de una puesta en escena que integra perfectamente la figura humana en el entorno inerte.

El rostro es una maravilla cinética a 24 fotogramas por segundo... y si a esto le unimos una voz grave, llena de matices y una risa maravillosamente infantil... tenemos como resultado uno de los monumentos (y no lo digo en el sentido sexual ni machista) cinematográficos más importantes de la historia del cine.





miércoles, 3 de febrero de 2010

SOBRE DIRECTORES DE CINE QUE ME APASIONAN

DOUGLAS SHIRK

Cierta crítica moderna y elitista detesta a este director de cine norteamericano por dos motivos; hizo melodramas (considerado un género menor), y su trabajo es considerado como el mero realizar de un artesano sin mayores pretensiones. Ni que decir tiene que muchos de los que dicen esto no entienden ni captan la grandeza del cine de Shirk, grandeza que se puede observar en sus imágenes (de eso se trata esto del cine, ¿no?), y en la inmensa caracterización de todos los personajes que intervienen en sus filmes. Sus historias pueden ser (o parecer) tópicas, pero en el cine importa más el cómo que el porque... por lo tanto si nos atenemos a lo que vemos, o a como se nos está contando determinada historia, el cine de Shirk no dejas lugar a dudas; es uno de los grandes, le pese a quién le pese.

Sus imagénes son poderosas debido en gran parte al excelente trabajo que su director de fotografía habitual, Russel Metty, realizó para estos filmes. Y Shirk crea unas técnicas de montaje en diversas secuencias que se adelantan a su tiempo, por las cuales configura significaciones metafóricas o dramáticas con respecto a lo que se nos está contando. Para muestra un botón; el principio vertiginoso de "Escrito sobre el viento" y la escena cumbre de este filme, donde un vestido rojo y un cuerpo que danza sin parar... enlaza diversas situaciones dramáticas donde la sangre, la tensión y el drama están unidos. Otra muestra de la grandeza de este director son "Imitación a la vida" y "Angeles sin brillo".

En "sólo el cielo lo sabe" tenemos otra grandiosa muestra de la calidad de este director; la protagonista, derrotada y abatida por una vida que está siendo complicada y vacía, se ve reflejada en la pantalla apagada de una televisión recien adquirida, mientras el vendedor le dice; "He aquí la televisión. El invento del mañana. Dónde todo es real como la vida misma". Hermosa metáfora de la desintegración y la deformidad de una clase social de la que sólo quedaba un reflejo, una mentira, una imagen deformada. Todo es artificio.

FRANCOIS TRUFFAUT

La mayor virtud de Truffaut es que su dirección es invisible. Por un momento nos olvidamos de que estamos asistiendo a la escenificación dramática de vidas, historias y sensaciones. Todo en el cine de Truffaut es fluidez y naturalidad. La cámara queda anulada a pesar de que esta jamás deja de moverse.

Otra grandeza de este director son sus personajes. Truffaut no juzga nunca a sus criaturas, las acompaña en su vida... y marca una distancia loable y sana que evita los prejuicios aunque algunos personajes tengan más de un defecto por los que en la vida real podrían ser prejuzgados. Sus personajes aman u odian por motivos que son explicados sin segundas lecturas, sin falsas acotaciones o sentidos dramáticos que puedan empañar la imagen que de ellos mismos se pueda obtener. Esto da como resultado unos personajes tremendamente humanos, muy apegados a la realidad... con inmensos gestos y tics que se hacen palpables a cada momento.

Se ha dicho mucho y se ha repetido hasta la saciedad pero el cine de Truffaut destila amor y humanismo por todos lados. "Besos robados" narra de una forma exquisita el paso de la adolescencia a la madurez. En ella se nos cuenta la historia de un chico que quiere ser aceptado por todos y que quiere dejar de ser un out-side para integrarse en un mundo que no entiende bien... pero que le apasiona hasta límites insospechados.

"La mujer de al lado" es una historia de amor basada en la leyenda de "Tristán e Isolda". En este filme la pasión es escenificada con todo el placer... y con todo el dolor. Posiciones antagónicas se encuentran conviviendo bajo la piel de dos personajes que quieren dar rienda suelta al amor... pero tienen miedo. Miedo de los demás. Miedo de ellos mismos.

En "La habitación verde" Truffaut habla de la muerte con toda la normalidad del mundo. La normaliza hasta límites insospechados... la hace parte de la vida. Huye de todo miedo religioso y toda comnotación moral y pone encima del tapete los sentimientos claros y sinceros de un hombre que ha entendido que solo muere aquella persona o aquella cosa que se olvida. Por lo tanto, para el personaje principal, y también para Truffaut, la muerte sólamente es física... pero esto apenas importa si dentro de nosotros mismos aún vive el recuerdo. Es, muerto el recuerdo, cuando morimos nosotros.

Truffaut no quiso ser tan trascendente y "culto" como su compañero de profesión Godard... y con esa idea, tan modesta, clara y sincera, ha llegado a límites artísticos más amplios y completos que Godard. Truffaut entendio que el cine, como parte de la vida, sirve para comunicar y no para aislar.

Su muerte fué toda una perdida para el arte cinematográfico. Y aún hoy, 30 años después, ningún director ha sabido hablar de las cosas de la vida como Truffaut hablaba en sus películas. He aquí su grandeza. He aquí su eternidad.

MICHELANGELO ANTONIONI

La importancia de Antonioni para el arte cinematográfico y el arte en general de la segunda mitad del siglo XX es capital. Nadie como el ha hablado del estado de hastío en el que el mundo moderno ha caído desde hace ya unas cuantas décadas.

Incomunicación, soledad, alienación... todo esto se ha dicho de el. Pero hay algo más; sus imágenes cinematográficas, artísticas en su composición y dramáticas en su intención, son de una fuerza imborrable, de un poderoso magnetismo que aún hoy, años más tarde, siguen inspirando a nuevos realizadores que pretenden hallar en la sombra del maestro, sus armas de comunicación.

Es Antonioni un cineasta total en el sentido de que integra todo en la puesta en escena. El actor es un elemento más de composición, un resorte estético y dramático que refuerza las intenciones estilísticas y temáticas. Su puesta en escena está realizada por capas; por elementos y sensaciones que se van superponiendo unas sobre otras, creando con ello un efecto distanciador y diferenciador. En el cine de Antonioni el ojo debe mirar... jamás entender. Sólo mirando se puede hallar una respuesta al juego escénico y/o dramático planteado.

En "la aventura", y por primera vez en la historia del cine, el relato se suspende... se fragmenta en ciertos trozos o cadencias que cada uno debe ir componiendo. La protagonista principal desaparece a los cincuenta minutos de película y a parti de aquí nace la idea de un relato anclado en la suposición, en los tiempos muertos... en la espera.

En "La noche" asistimos en tan sólo 24 horas a la desintegración de un matrimonio que creía conocerse y amarse. Ahora son cadáveres vivientes que vagan por una ciudad abandonada, por estancias de casas y edificios que apenas muestran un ápice de personalización. El y ella asisten impávidos a un juego de asuencias, renuncias y esquivos... ya no son capaces de amar. Por lo tanto, ya no son capaces de vivir. Por eso necesitan ocupar sus espacios vitales, llenarlos de algo que no les haga sentirse solos y aíslados... de ahí que los planos, estéticamente compuestos, estén llenos de elementos deformes, asimétricos... reflejo puro de sus estados anímicos.

"El eclipse" es el colofón definitivo de todo lo que Antonioni nos ha ido exponiendo en sus películas anteriores. Chica conoce a chica y viceversa. Pero apenas hay tiempo para amar, para empezar algo, para adentrarse en el otro y conocerse en realidad. El miedo, el tiempo, la modernidad veloz y fulgurante no deja espacio a la intimidad, a que la coraza personal de cada uno se abra de par en par. Es por eso que su primer encuentro es en el edificio de la bolsa y sus cuerpos están separados por una gran columna de Mármol... que corta sus cuerpos (compositivamente) en dos. Esa columna es metáfora sólida de todo lo que les separa. Sus corazones y sus almas son duras como el acero. No tienen vida.

Al final del film los dos personajes quedan en verse en el mismo lugar de siempre... pero nunca llegan. Durante 7 minutos la cámara de Antonioni filma el lugar de sus encuentros... pero lo filma de una manera extraña, asusente, borrada, lejana... Un rostro anónimo, un pequeño charco, un trozo de madera que flota en el agua, una nube extraña y lejana, una farola que poco a poco se va encendiendo... y aparece la palabra FIN.

Los dos personajes no han acudido a la cita. Pero el lugar sigue estando Solitario. De nuevo el relato se suspende pero ya de manera más dramática y exagerada, casi abstracta. Antonioni ha logrado fundir al hombre con el entorno. El hombre no es sino un elemento más. Ya no tiene entidad. Ha muerto. Es un objeto decorativo que apenas se diferencia del resto.