Esta tarde he visto el como se hizo de "Lo que el viento se llevó". Un making Off de más de dos horas de duración sobre la realización de la que aún hoy, más de 70 años después de su estreno, sigue siendo la película de las películas, la gran obra cinematográfica que la historia del cine aún no ha podido superar.
Es curioso comprobar la pasión y la dedicación que todos los implicados en este film le dedicaron en cuerpo y alma a esta historia para que se pudiese hacer realidad. Y es curioso comprobar también que antes, no como ahora, lo importante era la película, la profesionalidad de unos equipos que trabajaban hombro por hombro para sacar a delante un proyecto en común, sin divismos ni luchas de egos que podían entorpecer el resultado final.
Todos iban a una. El productor, el director, los actores, el director de fotografía, el decorador... una y otra vez se reunian para dar lo mejor de sí mismos, para enfrentarse a las adversidades cual ejército en una batalla que no podían perder. Era lo bueno del sistema de estudios, que el nombre de tal o cual persona no importaba sino su trabajo.
"Lo que el viento se llevó" fue la película mas esperada de todos los tiempos y no defraudó a nadie. Su productor, David O Selznicktrabajó duro, luchó contra viento y marea y contrató a los mejores para regalarnos una auténtica obra maestra que perdura en el tiempo como las buenas novelas o las mejores canciones.
El sistema de estudios... nunca Hollywood trabajó tan bien ni creo tantas obras maestras. Un sistema férreo, profesional, sin apenas fisuras... donde un guionista que no rendía o un director algo inseguro podía ser despedido de la noche a la mañana y ser sustituido por otro guionista o director que tenía que demostrar que sabía hacer su trabajo y que rendiría cuentas al final de la jornada.
Hay libros maravillosos que hablan del sistema de los estudios, forma de hacer cine que hoy en día es criticada por todos estos SNOBS y ARTISTAS FLOTANTES que creen que las buenas películas solo pueden salir de la mente de un simple iluminado que se diga "Soy artísta... haré mi obra maestra", sin tener apenas en cuenta que no sólo de aire y buenas intenciones vive el artísta, sino que el trabajo artístico requiere esfuerzo, constancia y sobre todo una dedicación igual o similar a la de un adero que cada mañana hace pan, o a la de un médico que opera a corazón abierto. Y esa es la cuestión, el truco, entender que el cine no es arte (esto, con suerte viene más tarde...), sino otra profesión como cualquiera que requiere de personas cualificadas en muchos campos.
Añorado sistema de los estudios. Donde tú valias lo que valía tu trabajo... donde cientos de extras, actores, iluminadores y directores trabajaban de sol a sol haciendo películas. Y por eso me gustan tanto los directores de los viejos estudios.
Ahora, le preguntas a un director a qué se dedica y este dirá "Soy cineasta". Antes, al ser preguntados estos directores decían "Hago películas". Parece lo mismo pero hay una gran diferencia en estas dos apreciaciones; la primera de ellas sube de nivel el trabajo del director cinematográfico y lo equipara casi a una ciencia, a un trabajo memorable y mesiánico, la segunda afirmación, además de ser mucho más exacta, representa plenamente la realidad del momento en el cual se dice ACCIÓN y CORTEN. No se hace arte, el arte no se puede hacer puesto que ARTE es una palabra abstracta, que no existe... sólo se pueden hacer películas, de hecho se pueden hasta tocar... y el verbo HACER unido a PELICULAS emana un dulce aroma a trabajo físico, no intelectualizado ni prostituido por la absurda razón de creer que el cine merece más respeto que cualquier otra profesión.
Los más grandes decían "Hago películas", pues la película lo era todo, sin apenas distinción. Una película era un western, una de gansters... o un musical. Lo importante era entregar todas las noches las tomas realizadas durante el día y que el productor dijera si eso era lo que quería o no. Al fin y al cabo el patrón es el productor, a él se le debe todo. Sin él, no somos nadie.
Yo aprendí mucho en el rodaje de mi corto, y aprendí mucho porque tenía un productor y un equipo detrás de mi cuestionándome las 24 horas del día todo lo que tenía en mente y quería hacer. Ahora que recuerdo esos días me veo a mi mismo presionado, desanimado.... pensando que nadie entendía mi visión, que las explicaciones sólo debían ser explicadas y entendidas por mi mismo, pues yo era el autor del cortometraje... y recuerdo asistir a las reuniones con el productor y con el equipo y sentarme a esperar todas las ideas y críticas a mi visión.... En más de un momento sentí la presión de querer tirar la toalla, y el pensamiento soberbío de sentir que ni productor ni equipo merecían mis explicaciones; pues el corto era mi obra.. y yo era su Dios creador.
Con el proceso de preparación, con el rodaje, el montaje y ya con el corto estrenado y caminando por los festivales, me he dado cuenta que esa presión fué buena, que esas cosas cuestionadas perfeccionaron mis artes de persuasión y mis dotes tímidas como aprendiz de director... Y ahora me doy cuenta que todas aquellas reuniones, toda aquella presión.... todas aquellas explicaciones de mi visión de la obra una y otra vez me hicieron enfrentarme por primera vez a la realidad de un negocio que se mueve entre los sueños de tu cabeza y el dinero de un productor.
Ahora quiero sentir de nuevo esa presión, pero ahora ya estoy un poco más preparado para sentarme a debatir todas estas cuestiones con el equipo sin sentirme atacado, y por supuesto ya estoy mucho más preparado para saber y sentir que lo que yo creo será "mi obra" es en realidad la obra de todo un equipo que hace tus sueños realidad... pero no a cualquier precio.
Y por eso, cuando pienso en esos días ya lejanos siempre me viene una frase a la cabeza; "Lo que daría yo por haber sido un director de cine contratado por los estudios en los años 30".
Pero soñar no cuesta dinero. Y en mis sueños aparco mi coche todas las mañanas en los aparcamientos de la METRO y tranquilamente, al entrar al estudio, los empleados me saludan sonriendo mientras el ayudante de dirección me dice que B MAYER quiere hablar conmigo, que la película se sale de presupuesto que tengo que ir más rapido sino me sustituiran por Victor Flemming... y entonces, contento y feliz.... pienso que me dedico a lo que más quiero. Ya, una vez terminada la jornada, vuelvo a casa pasando por Sunset Boulevard y al llegar a mi discreta pero bonita mansión no dejo de pensar "El viernes termino esta película de vaqueros... y el lunes comienzo el musical".
Sería maravilloso.
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