martes, 21 de febrero de 2012

Las porteras de mi ciudad

En mi ciudad hay muchas porteras. Es el deporte municipal.

Luego nos quejamos de que nos dicen que nuestra ciudad es "cateta", joder, no me extraña. No es que la ciudad sea cateta, pero muchas de las actitudes de sus habitantes si.

Por supuesto, todo esto tiene sentido... y el sentido propio de "porteras" más "catetos", viene en mi mundo profesionall... el fántastico mundo del cine de mi ciudad, que bueno, tampoco existe, porque cine, cine... no hace nadie... pero bueno, si quieren llamarlo cine lo llamaremos cine, no hay nada más peligroso que hacer caer a la gente de sus propias mentiras.

La cuestión es que los equipos de rodaje van rulando de proyecto en proyecto y claro, a todo el mundo no le puedes caer bien. Lo jodido de todo este asunto es que en muchos de los equipos "de rodaje" de mi ciudad no se limitan a hacer su trabajo... que tampoco, sino que cuando están poniendo el travelling y/o maquillando a la actriz principal, se dedican a despellejar a todo hijo de vecino con mentiras, injurias e insultos.

De ahí que no se pueda llamar "el mundo del cine de mi ciudad", porque en el cine, de despeñaperros para arriba, todo el mundo es muy profesional, y el que pone el travelling, pone el travelling, la que maquilla, maquilla... y los actores, actúan. Así que cambio esta definición por "el mundo de la porteria de mi ciudad", porteras que en sus ratos libres hacen "cine". "Cine" que por supuesto no se ve, pero rodar... "ruedan mucho".

Ayer me entero que me culpan de ser el incitador de uno de los rumores "más jugoso" del mundo de las porteras de mi ciudad en los últimos tiempos. Lo fuerte de todo este asunto es que cuando se originió ese rumos yo estaba incomunicado en Barcelona, pues era navidad, y fui informado de él nada más bajar del tren. Por lo tanto, ese rumor iniciado no viene de mi, sino de algunas personas que si estaban aqui, y que de hecho me informaron.

El asunto no tiene mayor importancia que la de recalcar que a uno le acusan de algo que no ha hecho ni dicho. Menos mal que el interesado y yo ya hemos hablado. Dejada intacta mi honra y mi absoluto desconocimiento ante este rumor, sólo me queda la gustosa sensación de saber que muchas veces trato y he tratado con "catetos". Catetos de cámara torpe y fácil y lengua astuta y provocadora.

También me entero de que se me va juzgando, no todo el mundo, por supuesto, por mis comentarios de FACEBOOK (Otra vez estamos con el cara-libro), ya que, según dicen, no son como la opinión general y por lo tanto, no son acertados.

Valga decir que a mi, lo que opine el personal, me la suda un huevo. O dos. O tres si fuese un mutante. Yo soy responsable de lo que yo digo, no de lo que tu entiendes. Y si me juzgas por lo que tu entiendes, no es mi problema, es el tuyo. Yo tengo la enorme SUERTE de haberme criado en colegios e institutos donde se preciaba y se incitaba a la opinión crítica, cosa que parece no está de moda últimamente. Así que si opino es porque tengo mi opinión y mi experiencia sobre el tema. Si no es la misma que el resto de la gente, o que de la mayoría de la gente, lo dicho; me suda un huevo. O dos. Y tres si fuera un mutante.

En mi muro pongo lo que me sale de las pelotas. Punto. Es mi muro, y si yo no me censuro tampoco pienso permitir que 100 o 200 cantamañanas con ínfulas artísticas me digan lo que tengo que opinar y lo que no. Hasta ahí podíamos llegar, hombre.

Es un placer subir a Madrid o Barcelona y observar y comprobar que ahí la gente, en cuanto al trabajo se refiere, va a lo suyo. Nadie juzga a nadie. Por supuesto que deben haber sesiones de portería, como en todos lados, pero cuando uno está rodando, rodando de verdad, algo que vale la pena y que se va a ver, nadie tiene tiempo para decir que en tal o cual rodaje, esto y lo otro... o mucho menos tiempo para progapar rumores indecentes y/o aburridos sobre un tema que primero no tiene nada que ver conmigo y que segundo es, desde mi punto de vista, bastante serio, y anti cinematográfico, o sea, no tiene nada que ver con lo que YO HAGO, pero si tiene que ver con lo que otros hacen, o sea, no rodar, sino PORTEREAR, verbo que me invento porque basicamente me sale de los huevos.

¿Moraleja? En mi próximo corto que se encuentra en pre-producción no pienso contar CON NADIE o CASI NADIE, de mi ciudad. Si tengo que pagar billetes de avión para que amigos de Barcelona y Madrid se vengan a rodar así lo haré. Y si tengo que rodar en Madrid o Barcelona, también lo haré así. Mantendré mi obra alejada de las charlas de porteras, porque a mi me gusta trabajar con seriedad. Yo solo cotilleo, que también lo hago, por supuesto, en mis ratos libres y con amigos de confianza. Nunca en el trabajo.

Cuando ruede con equipo de Barcelona o Madrid me dirán, como siempre dicen, que no he dado trabajo a personas de mi ciudad... mi respuesta será; Me importa un huevo. O dos. O tres si fuera un mutante. Cuando muchas de las personas de mi ciudad aprendan a trabajar con profesionalidad las llamaré. De momento me quedo con la profesionalidad que hay, valga la frase hecha "de despeñaperros para arriba".

Lo demás... me importa un huevo. O dos. O tres... si fuese un mutante.

viernes, 17 de febrero de 2012

MARLON BRANDO




Hasta hace tres días Marlon Brando no me caía muy bien. Había leído artículos sobre él en los que se decía que durante toda su vida tuvo un comportamiento chulo y prepotente, poco serio, muy poco comprometido con el medio en el cual trabajaba, etc, etc.


Pero hace tres días paseaba por la sección de libros de la fnac y vi a un precio irresistible su autobiografía "Las canciones que mi madre me enseñó". Nunca había oído hablar de ella. Muchos de mis lectores saben que siempre he dicho que los mejores libros sobre las personas que han vivido son aquellos que han escrito ellos mismos. Hay que huir, en la medida de lo posible, de aquellas biografías que están escritas por personas ajenas. No porque sean malas, sino porque es fácil escribir sobre alguien sin conocerlo personalmente y decir cosas sobre él que, aunque cerca de la realidad, no pueden ser entendidas en su contexto, con sus propias palabras.


Pues bien, desde hace tres días me estoy leyendo la autobiografía de Brando y estoy alucinando. No sólo me he encontrado con una persona de mente perfectamente amueblada, sino que leo sobre episodios de su vida que necesitan de un enorme valor para ser contandos, y necesitan aún más valor para ser analizados por la propia persona que los sufre.


Brando era un niño que crecío sin afecto. Su madre se pasaba todo el día borracha y su padre, además de beber, pasaba temporadas fuera de casa donde se entretenía cortejando a prostitutas y visitando todos los clubs nocturnos del estado. Cuando volvía a casa, no sólo no hablaba con sus hijos, sino que les molía a palos en cuanto tenía la ocasión. Al menos Brando así lo cuenta.


Me sorprende leer cartas que Brando escribía a sus padres cuando empezó a ser famoso, cartas que no obtenían la respuesta deseada, más que nada porque Brando mandaba carta a sus padres pero estos no le respondían. En estas cartas de un casi adolescente tardío Brando comenta a sus padres que necesita cariño y afecto por parte de ellos y que espera se sientan felices del éxito que está obteniendo, ya que cuando era pequeño, sólamente le repetían, sus padres y sus conocidos, que iba a ser un desgraciado durante toda su vida.

Brando no esconde tampoco su adición al sexo. Sus escarceos amorosos y sexuales con fans, actrices, desconocidas y psicópatas que se lo querían comer vivo. Si, habéis leído bien. Brando estuvo dos años siendo perseguido por una mujer que tenía un plan para secuestrarlo y comérselo vivo. Cuando Brando se enteró de esto tuvo una enorme curiosidad y llamo a la mujer, quedó con ella en su casa e intento hablar con ella con dos motivos; primero para saber que le había incitado a pensar que él y no otra persona merecían ser comidos por ella, y en segundo lugar sentía la curiosidad imnata de cualquier actor... quería conocer la realidad de esta forma de ser por si en un futuro, algún papel cinematográfico se asemejaba con él. Brando y esta psicópata hablaron durante toda la noche y acabaron haciendo el amor. Durante mucho tiempo después, aún sabiendo que esta mujer estaba siendo atendida por servicios psiquiátricos, Brando se preocupó de ella, y dos veces al mes llamaba a casa de sus familiares para preguntar por su estado de salud y mandaba dinero por si este podía paliar algúna necesidad médica que estuviera tomando esa mujer en esos momentos.


Brando habla de muchos directores de cine y coincide en que la mayoría son unos cobardes de mierda que no se atreven a vivir las películas que filman. Los reta en cada rodaje, haciéndolos ver que no son Dioses, sino personas, y que como tales han de reconoce que no son, ni de lejos, los reyes de la creación.


En otro capítulo del libro, muy emocionante, Brando habla de su experiencia con una mascota que tuvo durante muchos años, y como sentía que esta mascota era el único ser vivo que lo amaba de verdad, que no le juzgaba, que simplemente le daba cariño sin esperar nada a cambio.

Brando comenta que no compró su isla en Tahití como acto megalómano y exagerado, sino que sentía una firme unión con la naturaleza desde pequeño y quería que sus hijos se criasen en comunidad con esta; sin televisión, sin prensa, sin escuela... y sin políticos. Así que Brando vivía 9 meses en la Isla y otros tres rodando cualquier película, mierdas de película incluso, como él reconoce en alguna ocasión, con tal de poder seguir llevando la existencia que hasta ese momento deseaba experimentar para él y su familia.


Defendió con uñas y dientes a toda las minorías raciales, aunque ni ellas mismas veían con buenos ojos que un blanco millonario pasará con ellos manifestaciones y veladas donde, sin apenas entender su cultura, él intentaba sentirse como uno más.


En otro capítulo habla de Chaplin, según él, un hijo de puta del tamaño de Texas. Alguien que era un genio del cine pero que era incapaz de querer a su mujer e hijos. Comenta que en un rodaje llegó a meterse con su hijo delante de todo el equipo, y todo porque su hijo, que empezaba como actor, no entendía muy bien las indicaciones de su padre. Brando le dijo a Chaplin que no debía tratar así a un hijo. Chaplin le dijo que se metiera en sus asuntos. Brando insistío... y al final, Chaplin tuvo que pedir perdón a su hijo delante de todo el equipo. Cosa que nunca jamás hizo ni en su vida privada.


Habla de como improvisó el monólogo final de "Apocaylpse Now", el ya famoso "Tienes derecho a matarme... pero no a juzgarme". Verdadera declaración de intenciones que cobra todo su sentido cuando uno se pasea por las páginas de su autobiografía.

Reconoce Brando que se hizo actor porque fué lo único que alguien le dijo que hacía bien. Llevaba años esperando la aprobación de sus padres que le hacían sentirse un inutil, y un profesor de una escuela militar le dijo "nunca podrás ser un buen soldado... pero como actor serás el mejor", debido a que en horas extra escolares había interpretado, para sorpresa de todo el cuerpo militar, un extracto de una obra de Shakespeare.


Reconoce Brando que no tenía cultura, ni que sabía nada de nada. Que con los años fué leyendo y tomando su propia opinión de las cosas. Aún así odiaba a todo el mundo que se daba importancia por cualquier cosa que hiciese. Para Brando ninguna cosa que hiciera un ser humano era más importante que cualquier otra cosa que hiciese otro ser humano. Reconocía que era actor porque le pagaban bien y tenía mucho tiempo libre, pero reconocía también que de haber sabido que ser actor llevaba unida una parte negativa, se hubiese dedicado a otra cosa, con tal de que nadie, ni los periodistas ni sus propios amigos, quisieran aprovecharse de él ni de su éxito.


Conoció a los más grandes del siglo XX y siempre pensó que detrás de estos grandes sólo había un poco de suerte, algo de talento y mucho de soledad. En cuanto conoció a James Dean supo que su destino sería morir joven y convertirse en un mito. Odiaba a los famosos que decían ser comunistas o socialistas y luego eran incapaces de pagarle al servicio el mínimo establecido. Decía que Picasso tenía el talento de no tener talento, cosa que, aunque suene exagerado, tiene mucho de verdad.


Dice que su papel en "el último tango en París" le dejó echo polvo y que por primera vez sintió que se asomaba al lado oscuro de su existencia. Reconoce también que Lee Strasberg, el famoso creador del actor estudio, no le enseñó nada, y que el método de este centro de formación para actores es la mayor mentira del siglo XX.


Gran bromista, cuyos ataques de risa eran muy conocidos entre toda la profesión, se sentía mejor hablando con su pescador haitiano que con cualquier celebridad de Hollywood. Según él, el primero le hablaba de la vida, del mar, de los animales, de la rocas, de la muerte... y los segundos hablaban de mentiras inventadas con tal de darle al público lo que estos esperaban de ellos.


Reconoce haber follado con hombres y mujeres por el simple hecho de sentir y experimentar que el sexo sólo era una excusa para poder hablar de cosas más importantes, para poder penetrar en la mente humana, espacio profundo y desconocido que le fascinaba desde que entendió que cuando su padre le pegaba esas palizas que le dejaban lleno de sangre, no era sino un modo de aplacar la irá que sentía por ser un desgraciado, y por querer sentir que lo único que controlaba era poder darle una paliza a su hijo, sin tener miedo de que nada ni nadie podía cuestionarle en ese momento que lo que estaba haciendo estaba mal. Para Brando, en el mundo no hay buenos ni malos, sino experiencias, historias, y soledades que se van tapando con mentiras diarias.




Brando. Menudo descubrimiento.








miércoles, 1 de febrero de 2012

WEST SIDE STORY


A Susana.


Hoy os quiero hablar de una de mis películas favoritas, "West Side Story". Sí de pronto tuviese que deshacerme de todas mis películas en dvd y tuviese que elegir cinco de ellas, os puedo asegurar que una de las elegidas sería esta enorme obra maestra que es reconocida como tal en cualquier parte del mundo.

West Side Story es algo más que una película. Según mi punto de vista contiene todos los ingredientes necesarios de lo que debe ser una obra de arte; para empezar contiene una estética definida y trabajada, una labor enorme en cuanto al valor estético y a lo que se quiere buscar con el. Desde los primeros planos de la ciudad de New Yok rodados desde el cielo, hasta los impresionantes títulos del final (pintados sobre las paredes del barrio a modo de pintadas callejeras, grafittis y firmas de personas anónimas), este film es un goce estético para la vista.

Se debería de hacer un estudio sobre la utilización de los colores en los vestidos, los decorados, las luces que utilizó el director de fotografía, e incluso analizar los fundidos y encadenados y los diversos efectos que la cámara y el montaje realizan para unir una secuencia con otra, efectos tan llamativos, pero a la vez tan formales y curioso que uno no deja de preguntarse si en realidad no está asistiendo a un nuevo tipo de género cinematográfico que por desgracia no tuvo continuidad.

Dejando de lado su valor estético, está bien que comentemos su increíble banda sonora, que sino me falla la memoría es la segunda más vendida de la historia del cine, la primera es "fiebre del sábado noche". Hace muchos años, cuando descubrí esta película, pude percibir que su banda sonora, sus canciones, incluso su música instrumental tenían algo especial, algo diferente que en nada se asemejaba a lo que había escuchado antes. Hace dos o tres años, cuando estudiaba en la Escuela de Arte Dramático, mi profesor de música me dijo que lo que hacía especial la banda sonora de este film era que su compositor, Leonard Bernstein, había utilizado un tipo de compás que no era muy habitual en la música de aquellos tiempos, ni tampoco en la música de ahora. Digamos que los dioses se confabularón para dar lo mejor de todos los artístas que han colaborado primero en la creación de esta historia para teatro, y luego posteriormente, en su versión de cine, que es la que nos ocupa.

Si algo llama también la antención de este film son sus poderosas actuaciones; todos están brillantes, sobre todo a destacar Rita Moreno y George Chakiris, que merecieron sendos Oscars a los mejores actores secundarios por las interpretaciones que realizan en esta cinta.

Lo bueno del film es que por primera vez en la historia del cine, y del teatro musical, los números musicales sirven para dos cosas; primero para hacer avanzar la trama, o sea, la historia se cuenta a través de las canciones, no es un mero parón en la acción, y segundo estas canciones contienen referencias a diversos problemas sociales que afectan a los protagonistas de la historia; inmigración, drogas, delincuencia juvenil, prostitución. Las letras de las canciones de West Side Story están llenas de ironías, ácidez e increíble sátira social. De hecho son tan actuales hoy en día que bien se podrían utilizar de nuevo en el caso de que a algún desaprensivo se le ocurriese hacer una nueva versión de este películón.

Hay números musicales míticos entre los que yo destaco "America" y "cool". Fue hace poco cuando me di cuenta de la grandeza escénica de este número, "cool". "Cool" avanza y anticipa, 30 años antes, las corrientes de danza que se fueron produciendo desde finales de los años 70 hasta nuestros días. Mérito absoluto del coreográfo Jerome Robbins, que por cierto ganó el oscar al mejor director por esta película junto con Robert Wise, la primera y última vez en la historia del cine que el Oscar al mejor director se lo llevan dos personas, Wise por rodar toda la película y Robbins por asesorar en las escenas musicales y por la creación de los números.

Todo lo anterior que he descrito anteriormente en realidad son explicaciones técnicas que carecen de importancia sino cuento de verdad porque me apasiona tanto esta película. Pues bien, decía Samuel Fuller, otro director de cine, que el cine debía ser en pocas palabras; acción, emoción, amor y muerte. Pues bien, todas estas sensaciones, adjetivos o estados es lo que yo siento cada vez que me pongo a ver este film. No puedo apartar los ojos de la pantalla. Todo me emociona, desde una secuencia donde el personaje principal intuye que conocerá a la mujer de su vida (bajo unas ropas que yacen en los tendederos de unos edificios colindantes, y que son mecidas por el viento), hasta el baile solitario y tremendamente bello que Natalie Wood se marca en la azotea de su casa cuando está esperando a su amado. Joder, seamos sinceros... ¿no hemos sentido eso cada vez que nos hemos enamorado? ¿No hubiesemos salido corriendo de felicidad o cantando cada vez que hemos sentido la llamada del amor correspondida? Pero en este film no todo es amor, también hay ira, soledad, venganza... muerte. Todo ello perfectamente representado. La primera parte del film es una increíble historia de amor. La segunda parte del film se vuelve oscura y siniestra, casi expresionista... sus luces se vuelven amenazantes y con ellas el ambiente que durante hora y media nos ha acompañado. Ahora el amor deja paso a otra cosa... y esa otra cosa, excelentemente puesta en escena y contada, nos hace darnos cuenta de que en "West Side Story" hay dos películas distintas pero perfectamente complementadas entre sí.

En una palabra; es cine puro.

Para terminar quiero comentar una cosa que siempre he dicho y nadie me tomó en serio hasta que un catedrático de Literatura Dramática me dio la razón; desde siempre, al ver la película, dije a todo el mundo, que aunque basada en Romeo y Julieta de Shakespeare, este film supera el texto original, y no sólo que lo supera, sino que elimina errores de estructura, tiene un final más creíble y sobre todo un giro final en el último acto que hace creíble la historia de amor, no así en la obra original de Shakespeare. Pues bien, muchas veces discutí con supuestos eruditos de la obra de Shakespeare porque decían que nada ni nadie podía superar al maestro, ni mucho menos una película norteamericana musical que trataba sobre pandillas callejeras.

Pues bien, hace algunos años, en una conferencia con este catedrático, donde se estaba charlando sobre Shakespeare, no sólo me atreví a decirle que este autor tan afamado cometía muchos errores en sus textos, sino que "West Side Story", mejoraba su obra y era, de lejos, la mejor adaptación de Romeo y Julieta que el cine había rodado. Pues bien, no sólo este catedrático me dio la razón, sino que comentó el giro final de la película, haciendo hincapié en lo que yo siempre había dicho; que ese añadido de última hora por parte del adaptador era, no sólo mejor que el original en la obra de Shakespeare, sino que enfatizaba y recalcaba una idea que en la obra de Shakespeare estaba pillada por los pelos: el destino, y de como no somos dueños de él porque siempre hay cosas exteriores que toman las decisiones por nosotros.

Cuando mis compañeros escucharon los mismos argumentos míos en boca de este catedrático ya jamás volvieron a tomarme el pelo, y no sólo eso, sino que empezaron a descubrir por su propia cuenta que Shakespeare no es tan perfecto como los ingleses nos han querido vender desde hace 500 años.

En fin, amigos... Que "West Side Story" es un viaje hacia ese lado mágico que el cine parece haber perdido. Un alo mágico y romántico que encima respeta al espéctador, puesto que si hay algo que hacían bien antes era considerar al público como lo más importante.

Las luces se apagan... Se escucha un silbido... aparece la ciudad de New York vista desde arriba... la cámara se va acercando más y más a un barrio... y allí, empieza la función.

Maravillosa metafora (la de la cámara a vista de pájaro), para enfatizar la idea de que WEST SIDE STORY, en realidad, puede ocurrir en cualquier parte, y que el ojo de Dios, o del destino, o de aquello que no entendemos, se detiene simplemente un momento para observar, cómo nosotros, hormigas en el universo, nos entretenemos en hacer lo fácil, complicado.

Enorme film. De los mejores que he visto jamás.