jueves, 31 de mayo de 2007

SECUENCEAR.

Secuencear; Ver secuencias de películas diferentes sin orden lógico con el fin de volver a disfrutar de algunos momentos que por uno u otro motivo nos ha llamado poderosamente la atención.

Sí, ya se que este verbo no existe, pero lo he tenido que inventar con el fín de explicaros una de las aficiones qué más placer me producen.

A veces uno se aburre, las tardes son largas o las noches, simplemente no tienes ganas de ver una película entera, pero tienes ganas de cine... ¿Qué hacer? Pues muy fácil, ver secuencias de películas que te hayan gustado. No importa que hacer esto parezca asunto de tarado mental o freaki declarado... Es todo un placer. Os recomiendo que hagaís este curioso ejercicio en alguna que otra ocasión, ya vereís lo bien que se lo pasa uno.

EJEMPLOS DE ALGUNOS DE MIS SECUENCEOS.

"Arrebato", de Ivan Zulueta. (1979)

Pedro le enseña a Jose Sirgado unos super-ochos que ha rodado en sus sucesivos viajes por el mundo. Las imágenes proyectadas a distinta velocidad muestran paisajes de los Estados Unidos, La india... Sombras que se alargan y se contraen. Rios de personas anónimas que caminan por calles desconocidas. Nubes que recorren el cielo a una velocidad vertiginosa. La escena en cuestión va acompañada por un tema musical algo extraño pero ritmico... Todo un efecto extraño en la mente y la percepción de cualquier espectador que se disponga a disfrutar de la película "Arrebato".

"El espiritú de la colmena", de Victor Erice. (1972)

Ana e Isabel se han quedado solas en casa. Su padre ha salido en viaje de negocios. Es mediodía, las niñas se aburren y no tienen nada mejor que hacer... Isabel juega de manera macabra con su gato, Ana se maquilla delante del espejo, toca tímidamente unas notas en el piano que tantas noches su madre aporrea con cierta tristeza... Isabel, la hermana mayor, quiere gastar una broma a su hermana menor, Ana; pàra ello se hace la muerta. Isabel encuentra el "cadaver" de su hermana en el cuarto. No sabe que hacer. Esta secuencia que brilla por su gran belleza es todo un ejemplo de lo que el buen cine puede lllegar a hacer que sintamos. Realmente memorable. Os la recomiendo.

"Pulp Fiction", De Quentin Tarantino. (1994).

Vicent Vega, (Jhon Travolta) va conduciendo su coche por una avenida de los Ángeles. En su cuerpo lleva heroína para detener un tren. Su rostro es la imagén de la felicidad absoluta. Una música realmente acojonante acompaña toda la secuencia. Leves relentizamientos de cámara haciendo incapié en la percepción que tiene el personaje de la realidad. Joder, que pasada de secuencia, madre mía¡¡¡

"El Padrino II", de Francis Ford Coppola. (1974).

Fredo vuelve a casa de su hermano, Vito Corleone. Cómo ha muerto su madre tiene permiso para velar el cadaver. La hermana de Vito, Connie, convence a su hermano para que salga al salón y haga las paces con Fredo. Vito sale de su habitación y camina hasta el salón... Fredo llora junto al ataúd de su madre... Levanta la mirada y ve a su hermano Vito. Fredo rompe a llorar y abraza con mucha fuerza a Vito. Vito también lo abraza... Pero su mirada es dirigida hacia su guardaespaldas... Esa mirada quiere decir, "en cuanto puedas te lo cargas". Momento realmente emotivo de la saga maestra que Coppola filmó para deleite de todos los seres humanos. Quién no se emocione con esta secuencia o no llore es que es de piedra... No es de este mundo. No tiene sentimientos.

"Roma", de Feredico Fellini. (1972).

Un equipo de rodaje de una película de Fellini es invitado a grabar las obras del metro romano. Las cámaras entran bajo tierra. Polvo, ruido, rostros inexpresivos cansados de trabajar, movimientos de cámara extraños... Un ingeniero descubre unas ruinas romanas detrás de una pared. El equipo de Fellini filma las ruinas. Un viento que procede del exterior destruye los frescos romanos. Los rostros de las pinturas se van desintegrando poco a poco. Quizás la escena maestra de un director que era todo un maestro. Esta secuencia se debería de estudiar en todas las escuelas de cine. IMPRESIONANTE.

"Todo sobre mi madre", de Pedro Almodóvar. (1999).

Manuela está en el tren. Huye de nuevo a Barcelona. Comienza a rememorar su pasado. La cámara enfoca el tunel... Al final una luz... La cámara entra por la luz... Desde las alturas la ciudad de Barcelona... En unos segundos y a vista de pájaro la cámara nos muestra la belleza y grandeza de esta ciudad. Durante muchos años soñe con esa imagén en mi mente. Cuando llegué a Barcelona para vivir la recorde muchas veces. Hay algo de verdad en estas imágenes. Sabe describir muy bien el ambiente bohemio, triste y algo meláncolico que esta ciudad tiene. Simplemente maravilloso.

"Indiana Jones y el templo maldito", de Steven Spielberg. (1984).

El logotipo de la productora PARAMOUNT. La estatua de un dragón rojo... De la boca sale una mujer bastante guapa. La mujer se pone a cantar. Entre ella sale el título de la película, "Indiana Jones y el templo maldito". A continuación algunas bailarinas y esa mujer se marcan un número musical tipo Broadway en toda regla. Por un momento pensamos que nos hemos equivocado de película. No sirve de nada... Ya estamos enganchados. Cuanto más años pasan más considero a Spielberg cómo un verdadero genio del cine. Da lo mismo que haga películas para niños, de guerra o de ciencia ficción. Es un genio y punto.

"Hasta que llegó su hora", de Sergio Leone. (1968).

Claudia Cardinale llega a la estación. Su futuro marido no esta esperándola. Claudia toma un carruaje y cruza el pueblo en busca de su marido. No tiene ni idea de lo que acaba de pasar... Su marido ha sido asesinado por Henry Fonda. Qué puedo decir de esta película que no se haya dicho ya... Que puedo decir de esta secuencia que tampoco se haya dicho ya... La música de Ennio Morricone, un movimiento de travelling con grua que pone los pelos de punta y el rostro de Claudia Cardinale en formato panorámico... ¿Se puede pedir más?

"El último tango en Paris", de Bernardo Bertolucci. (1972).

Marlon Brandon se encuentra en un gran piso vacio del centro de Paris con una jovencita con ganas de marcha... Brandon va abriendo una por una las ventanas de la casa. El sol del atardecer inunda el lugar. La genial música del film, más la fotografía de Storaro, más la excelente interpretación de un Marlon Brandon que de seguro interpretó el mejor personaje de su carrera. Lo que pasa después puede gustar más o gustar menos, pero debemos reconocer que esta secuencia es cojonuda.

"Las noche de Cabiria", De Federico Fellini. (1958).

Cabiria come en un restaurante con Oscar, su prometido. La terraza del local deja ver unas vistas de un lago maravilloso... El sol llena el agua de un brillo especial. Cabiria se siente feliz, por fín, después de todo lo que ha pasado y luchado, se siente viva. Ella mira el paisaje y lo ve tan hermoso que dice; "pero sí parece un decorado". Minutos más tarde, a orillas de ese lago, Oscar intentará matarla. Ay, maestro... Desde que te has ido de este mundo ya nada es igual. ¿Por qué todas tus secuencias nos ponen los pelos de punta por culpa de alegría y luego nos cortan la respiración? La de veces que he soñado que tú y yo hablamos sobre tu cine en un bar de Roma... Tu pequeño apartamento. Ojalá exista el cielo... Sí algún día voy me gustaría que tú me recibieras. Sería cómo encontrarme con un viejo amigo al que hecho mucho de menos.

¿Os animaís a poner vuestras secuencias favoritas?

miércoles, 30 de mayo de 2007

DESVIO AL PARAISO.

Viaje sin final...
Dando vueltas por el mundo,
en triste soledad,
tanta gente entró en mi vida,
y nadie que salvar...
solamente tú.

(ANDERMAY)

A veces buscamos un lugar para empezar de nuevo. A veces pensamos que lo mejor es hacer cómo en los buenos "westerns"; caminar hacia el horizonte y buscar un futuro mejor.

Empezar de nuevo es muy fácil. Lo dificíl es no caer en los mismo errores. Cuando los recuerdos del pasado vuelven es imposible mirar hacia delante. Uno tiene que ser fuerte y no dejarse llevar por aquello que en un timpo fué maravilloso. Entonces acordamos con nosotros mismos ser fuertes, disfrutar del momento y dejarnos llevar a ese lugar que aún no conocemos...pero que nos esta esperando.

Hay muchos comienzos en la vida. Pero casi siempre tienen el mismo final. Comenzar de nuevo es la esperanza de muchos de nosotros. Intentar hacer las cosas bien. O quizás intentar no hacerlas... Pero al menos sabemos que sí no lo hacemos, es por nosotros. Cuando nos dejamos arrastrar por la desidia y el aburrimiento viene la oscuridad, y entonces, cómo un pájaro herido, buscamos un rayo de sol.

El rayo de sol que buscamos esta dentro de nosotros y sólo hay que apagar la vida un momento para enfocar nuestra atención en ese pequeño pedazito de luz que nos penetra sin apenas darnos cuenta.

Hay muchos comienzos. Muchos encuentros. Más noches y nuevos días. Los encuentros son casualidades que se agarran por un momento a nuestros deseos de esperanza. Yo he encontrado mucha gente que vale la pena. Muchos lugares en los que me gustaria morir y vivir. Muchos días y muchas noches en los que fuí (y soy) feliz.

A veces nos estancamos pensando en que ya no podemos más; pero debemos seguir. Sí no es por nosotros al menos que sea por los demás. La resistencia del alma es casi invencible. De eso saben mucho nuestros padres y nuestros abuelos. Pero a veces nos olvidamos que todo tiene un principio y un fin... O una continuación, y entonces nos quedamos ensimismados viendo cómo todo lo que tenemos se escapa debajo de la puerta, cómo si fuera humo.

Comenzar de nuevo es sentir una ilusión. Es vivir un sueño en la realidad. O una realidad en un sueño. El ejercito más tremendo al que el ser humano se enfrenta no es un ejercito de semejantes, sí no el ejercito que sale de tu parte oscura, de tu lado siniestro, de tu lado en pena... Y entonces nos damos cuenta que también somos vulnerables.

A veces me hubiera quedado para siempre en lugares en los que imaginé que sería completamente feliz. Hace muchos años subi una montaña, gire sobre mi mismo y vi el amor, el sol, las olas... Todo era perfecto. Desee detener el tiempo y vibrar con ese momento, encerrarlo dentro de mi, de mi corazón... De mi vida. Cómo no pudo ser lo guarde dentro de mi retina, y a veces, cuando pienso en esa ocasión mi retina proyecta de nuevo esas imágenes en mi mente y por un momento me siento cómo antaño. Ni mejor ni peor, sólo diferente a cómo me siento ahora.

Lo bueno de nosotros es que sabemos construir además de destruir. Y a veces, destruir, tampoco es tan malo. Muchos antiguos veían la regeneración de la sociedad y de sí mismos cómo un paso imprescindible para alcanzar la verdad... Es por eso que cuando quieres huir, quieres empezar de nuevo... Quieres descubrir... el miedo es solo una mentira que nace de nosotros mismos. Una mentira que quiere minar nuestros deseos más profundos. Hay que escuchar ese miedo, claro que sí, pero tan pronto cómo nos haga replantearnos nuestros pasos hay que dejarlo de oír, acallarlo con nuestros gritos de libertad y entonces la batalla de nuestra vida se habrá ganado.

El paraiso se encuentra a pocos metros del infierno. Sólo hay que dar unos cuantos pasos. Mirar de lejos el infierno es mejor que vivir en él, pero siempr es bueno tenerlo cerca porque cuando nos perdemos, nos solemos encontrar, y entonces reconocemos lo bueno y lo malo que tenemos. Nos aceptamos cómo somos. Y la vida pasa tranquila. Sin grandes sobresaltos. Hay que aceptar lo que hay... Pero también hay que intentar cambiarlo.

Solo así seremos libres de verdad.

martes, 29 de mayo de 2007

LO BONITO DE LA VIDA.

Pasear por una ciudad nueva.

Pasear por tu ciudad y mirarla con ojos de niño pequeño.

Lo que pasa antes y después del primer beso. Y del segundo. Y del tercero...

Una borrachera de vino tinto. Del bueno, of course...

Escuchar la canción más maravillosa que has oído jamás.

Sentarte en un banco, encender un cigarrillo y mirar a la gente.

Recordar cómo conocistes a tus mejores amigos. Y sí podeís hablar de ellos entre vosotros es aún más divertido.

Salir de viaje sin nada planeado.

Ver en YOUTUBE las cabeceras de los programas, series de televisión y dibujos que te encantaban de pequeño.

Ver también en YOUTUBE videos musicales de tus tiempos. Y quejarte de la ropa tan horrenda que se llevaba por aquella época.

Encontrarte en una libreria con la que puede ser el hombre/mujer de tu vida.

Tomarse unas cervezas en el Balneario, (Málaga) y ver que poco a poco el sol se oculta detrás de las montañas.

Un ático en el centro de la ciudad. Y desde allí escuchar el rumor que hace la vida.

Los tejados de Barcelona.

Un segundo de alegría y felicidad que luego, sin previo aviso, se va.

Ir al instituto dónde estudiaste y comprobar que la vida de tus profesores sigue siendo la misma.

Cuando una chica/chico por el que estuviste colado te dice después de mucho tiempo que quería salir contigo.

El primer y el último cigarrillo.

Un rayo de sol por la mañana. Sí es con tostadas y café (o zumo), mejor que mejor.

El logo de las productoras americanas justo antes de comenzar la película.

Pillar tu copa, hacerte el loco y bailar cómo si fueras el único ser vivo de la discoteca.

Las primeras vacaciones con tus amigos.

Hablar de sexo cómo quién no quiere la cosa para poner a tu "presa" a cien.

Enterarte que un viejo amigo se ha casado.

Enterarte que un viejo amigo ya es padre.

Enterarte que un viejo amigo se ha divorciado. Y su mujer se ha quedado con la casa, con el niño, con el dinero...

Estar hasta las tantas viendo películas estúpidas.

Reconocer a un famoso que te gusta mucho, llevarte una desilusión y pensar que esas personas son cómo tú.

Una moraga. (Para los que no sean de Málaga; una noche en la playa... Con barbaca, amigos, y mucho alcohol).

Mirar las etiquetas de todos los productos, cómo la de los dátiles. Los dátiles vienen de Marruecos. ¿Os imaginaís a todos esos dátiles en la cola de embarque de un aeropuerto? Divertido, ¿verdad?

Volver.

Irte.

Volver a volver y quedarte hasta que quieras irte otra vez.

La noche de Madrid. Comenzar en Chueca, pasar por el palacio de Gaviria y terminar en el Contraclub.

El barrio gótico de Barcelona. El borne. El Raval.

Ver la cara que ponen tus sobrinas cuando haces el tonto.

Ir al aeropuerto y recoger a alguién que quieres mucho y no ves desde hace una eternidad.

Filosofear hasta altas horas de la madrugada sobre el arte y la vida. AVISO; Sí estás algo bebido más de una vez terminarás llorando. Pero también es bonito, ¿a que sí?

Pensar que harías con mucho dinero.

Contar un chiste y que la gente se parta de la risa.

Enfadarte y ver la cara de acojonados que pone todo el mundo.

Cantarle las cuarenta a un mequetrece.

Volver a cantarle las cuarenta a ese mismo mequetrece.

Pillar un coche, un buen cd e ir recorriendo de madrugada todas las calles de la ciudad.

El amanecer.

Las horas y horas que pasamos sin hacer nada pero pensando mucho.

Mentir un poquito.

Colarte en fiestas con glamour y entrar en menos de cinco minutos poniendo para ello cualquier excusa. (Desde "he de ir al baño" hasta "estoy en lista") Mira que son tontos algunos porteros...

Rodar un travelling tan perfecto cómo los que hacia Fellini.

Ver cualquier película del Maestro de Rimini, (Fellini).

La música de Manuel Alejandro. (Y algunas letras).

Lo buena que estaba marisol en sus tiempos mozos.

Caminar a solas por la noche.

"Aquí hay tomate" y Jorge Javier Vazquez metiendo "puñalas traperas" a diestro y siniestro.

Pillar un taxi en una parada de Bus. (O lo que es lo mismo; dar envidia a los demás).

Las revoluciones en la ESAD. (Duran poco, eso sí).

Una copita de más.

El futuro.

¿ALGUIÉN DA MÁS?

lunes, 28 de mayo de 2007

EL FABULOSO MUNDO DEL BINGO.

Sí, me gusta el bingo. Y no me averguenzo por ello. No tomo drogas. Bebo lo suficiente y follo poco (o lo justo). Pero el bingo... ¡¡¡Me encanta¡¡¡

El bingo y su mundo es algo fascinante. Viejas de 80 años que tienen un pie en la tumba y aún son capaces de jugar con 5 cartones a la vez mientras beben un martini solo o una copa de chinchón; marujas y amas de casa que ahorran lo que les sobra de la compra diaria para jugar un par de cartones; amigas jóvenes y no tan jóvenes que superan su falta de sexo con la adicción a un juego que puede dar las mismas sensaciones; hombres alcoholizados que de seguro se van a gastar el dinero del premio en los servicios de una señorita de compañia; jóvenes que recién estrenados en la mayoría de edad se entretienen en tachar nerviosamente unos números que por un momento los llevarán al cielo... Sí, amigos míos, eso es el bingo... Y mucho más.

El bingo cumple una función social muy importante; la de reunir en una misma sala a cientos de inadaptados que jamás tuvieron su momento de gloria. Uno a uno van tachando los números del cartón, soñando con una suerte que siempre esta presente, sólo que a veces es muy esquiva.

Mi primera vez fué a los 18 años. Creo que celebrabámos el cumpleaños de alguién y en vez de ir de copas o a un puticlub, (qué conste nunca he ido a uno de ellos, pero esa tentación siempre la tienen los varones cuando cumplen la mayoría de edad), nos metimos en el primer bingo que vimos.

No nos toco nada. Ni siquiera sabíamos jugar. Nos pareció caro y en menos de diez minutos, agotadas ya nuestras reservas económicas, salimos a la calle con la sensación de que jugar a ese juego era lo más absurdo que se podía hacer en esta vida.

Hace dos años volví a ir... Fuí con Toñi, Marina y mi vecina de abajo. No nos tocó nada pero la experiencia fue buena y sobre todo divertida. Entre risas, cigarros y copas de más vas creando una ilusiones que luego no se llegan a cumplir, y es tal el subidón de adrenalina que te produce acertar todos los números menos uno, que cuando pierdes quieres jugar una vez. Y luego otra vez. Y otra vez. Y otra vez... Hasta que te gastas todo el dinero y te sientes algo estúpido, pero engancha. Y eso, quieras o no, no lo puedes evitar.

Este verano, el último día de feria, también volví a ir... Jugué 20 euros y me tocaron 300... ¿No esta nada mal verdad? Me page una cena de lujo, un par de buenas películas y una marcha nocturna por el centro de mi ciudad. El dinero no da para más. Y sobre todo desde que tenemos el euro. Pero una alegría hay que darse de vez en cuando, ¿o no?

Después he ido varias veces con mi madre, (a ella también le gusta este juego, sólo que se siente más culpable que yo), y tampoco nos tocó nada de nada. Eso sí, de nuevo lo pasamos muy bien, y entre cartón y cartón nos pusimos al día. Una bonita conversación entre madre e hijo nunca viene mal.

Esta tarde no tenía nada que hacer. Desde que viene de Madrid me estoy aburriendo cómo un cabrón y llevo dos semanas metido en casa viendo películas. Sólo salgo los fines de semana, y entre semana no hay nada que hacer, todos mis amigos están en clase, o trabajan, o tienen vida... Esta tarde me he armado de valor y he ido sólo al bingo.

Mis primeros 40 euros no han servido para nada. Tenía más mala suerte que un Tigretón en la puerta de un colegio. Uno a uno los cartones se quedaban sin tachar completamente. Los números que llevaba en ellos no eran los correctos. El bombo de las ilusiones no se estaba portando bien conmigo. He pedido tres coca-colas (invita la casa, para enganchar a la gente), me he fumado medio paquete de cigarrillos y mis constantes subidas de adrenalina me han hecho pasar un buen rato.

Terminados los 40 euros terminado el juego. He salido a la calle con cierta sensación de culpabilidad, ridiculez y baja autoestima. A los cinco minutos de comenzar a caminar me he dicho; "Joder, tengo una corazonada".

He ido al cajero, he sacado otros 20 euros y me he vuelto a meter en el bingo.

Media hora más tarde la suerte llegaba a mi vida, (la suerte binguera, para ser más exactos) y es que por fín me ha tocado un premio gordo. No me lo podía creer. Cuando el camarero ha soltado todos esos billetes juntos encima de la mesa he pensado que estaba en un sueño. He imaginado por unos momentos que yo era Frank Sinatra y que estaba de visita en uno de los casinos que su amigo Dean Martin gestionaba en Las Vegas allá por mediados de los años 50. Pero no; No era un sueño... Era la realidad.

Esta vez me ha tocado el premio gordo. He salido del bingo echando leches. Tampoco tenía intención de gastarme el dinero ganado en jugar más ocasiones, pero cómo no quería dejar aparecer esa posible tentación, he guardado el dinero en mi bolsillo y he salido de aquella sala, no sin antes desearle suerte a mis compañeros de mesa.

Soy Sagitario y gastamos el dinero cómo nos viene. No sabemos valorarlo. Creémos que es un bien de dominio público y solemos sanear muy bien la económia de cualquier país, familia o empresa. El capital en movimiento es nuestra mayor virtud y nuestra mayor perdición... Con tanto dinero en el bolsillo he pensando en hacer muchas cosas. Ir a una agencias de viajes y reservar una semana de vacaciones en cualquier ciudad de Europa. También he pensado en irme de compras y gastarme el dinero en películas y ropa, (fifti, fifti)...

Después de mucho pensar he decidido repartir ese dinero en casa. Una de mis aficiones es repartir mis bienes entre mis seres queridos. Sí, se que suena tonto, pero me encanta hacer regalos, invitar a comer, pagar copas... (cuando tengo dinero, claro).

Es entonces que le he dado más de la mitad del dinero a mi madre; ella es buena gestora, cómo todas las amas de casa, y sabrá cómo invertir bien el dinero conseguido... A mi padre le he dado un poco de dinero también... Y yo me he quedado con el resto.

La noticia de mi "poca riqueza" ha corrido como la polvora entre familiares y amigos. Algunos de ellos me han advertido que el juego crea adicción. Lo se. Otros se han reido con mi aventura y me han dicho que estoy loco, pero que bendita locura sí he tenido esa suerte... Yo soy el mismo que era ayer. Sólo que con algo más de dinero para gastar este fin de semana próximo. Y el otro. Y el otro. Y el otro.

Mañana quiero echar los euromillones y la primitiva. ¿Qué que haría con tantos millones? Uf, tantas y tantas cosas... Me compraría una casa gigante en el centro de Madrid, y otra en el centro de Barcelona y otra en el centro de Málaga... Algún que otro piso o apartamento para alquilar. Me iría a cenar todos los días por ahí. A cenar. A comer. A desayunar. Le produciría a varios amigos míos algunos cortometrajes, y obras de teatro... Editaria dos o tres libros de gente que conozco y tiene mucho talento. Les regalaría a mis padres y hermanas algunos millones de euros.

¿Qué bonito es soñar, verdad? Lo que te provoca un acierto en el bingo...

Cómo dijo Calderón de la barca... La vida es sueño. Y los sueños, sueños son.

¡¡¡Larga vida al bingo, a los juegos de azar, al tabaco y a todo aquello que nos mata lentamente pero que nos hace fugazmente felices¡¡¡

PD: El juego crea adicción. Juega lo justo. Y cuando ganes... TOMA EL DINERO Y CORRE¡¡¡

domingo, 27 de mayo de 2007

TONI.

Toni, sabes que nunca me enfadaré contigo en serio. Pero debes entender que a veces mi paciencia tiene un límite y he de explotar cómo todo ser humano. Lo siento. Pero sabes que soy Sagitario... Los enfados no me duran mucho.

Las cosas han cambiado desde hace tres años y bien lo sabes tú. Antes éramos muchos y muy felices. Ahora sólo quedamos dos, no tan felices y con los ánimos bajos. Es por eso que debemos ser fuertes, aguantar todas las tormentas que puedan venir y saber que podemos contar el uno con el otro para lo bueno y para lo malo.

Perdona la seriedad por mi actitud y mis palabras de esta tarde pero he de decir las cosas tal y cómo las siento. O al menos tal y cómo las siento en ese momento. Se que te has quedado algo mal y preocupado pero después de dos días sin saber nada de ti no podias esperar otra cosa.

Siempre he dicho que me tomo la amistad cómo si fuera una mafia, un gran fraternalismo que jamás pienso romper. Puede que sea una postura algo antigua o desfasada, pero esta postura es la que hace de mi lo que soy. Es mi integridad. Lo único que puedo entregar es amistad. Es lo único que puedo dar sin miedo a saber que se puede terminar.

Somos cómo la película que tanto nos gusta... "Dos hombres y un destino". Yo soy Paul Newman, siempre hago planes para hacernos ricos, para vivir sin trabajar más de la cuenta, para pasarlo bien... Tú eres Robert Reford, debes procurar que mis planes locos se lleven a cabo. Y poco a poco los iremos consiguiendo. Ya verás. Todo es cuestión de tiempo, de paciencia... Y de suerte... Mucha suerte.

Toni, la edad, los malos momentos y alguna que otra desilusión fuerte van minando muchas cosas. ¿Eso lo entiendes, no? Y nuestras actitudes, quizás por defensa o miedo, se vuelven cada vez más y más secas, cortantes o desconfiadas. Es ley de vida. No se puede cambiar, ¿verdad?

Ayer te heche de menos en el centro. Lo habríamos pasado bien. ¿Qué es una noche sin bailar Grease en el Fragel? ¿Qué es una noche sin soñar después de la última copa que vamos a Hollywood, nos contrata Spielberg y ganamos el Oscar al mejor director?

Las noches sin estas cosas no son nada, ¿Verdad?

Entonces, ¿por qué perderlas? ¿A que no merece la pena? ¿A qué no?

Pues ya sabes...

Aquí estoy.

viernes, 25 de mayo de 2007

NO SOPORTO EL TEATRO.

Esta tarde he llegado con retraso a una obra de teatro que algunos compañeros de estudios estaban realizando cómo práctica de fin de curso. Cómo entrar tarde es algo de mala educación he procurado no hacer ruido y me he sentado en la última fila.

Mi visión lo abarcaba todo; el escenario, las butacas, el techo... La mesa de dirección, sonido y luces... Durante unos momentos me he sentido cómo Dios; podía observar a todo el mundo, pero nadie podía hacer lo mismo conmigo.

Mi vista se ha detenido en el escenario y lo que estaba viendo allí me estaba dejando algo atónito; más de una docena de actores que diccionaban de una forma exagerada y teatralista... Un texto del siglo de oro que en boca de aquellos interpretes parecía un recital ausente, sin vida. La escenografía de la obra tampoco era nada del otro mundo, y el movimiento escénico brillaba por su ausencia.

Acto seguido he dirigido mis ojos a algunos de los espectadores y estos hablaban con sus compañeros de butaca, estaban mirando al techo ensimismados o en el mejor de los casos dormidos.

Y entonces me ha venido la siguiente pregunta; ¿Esta muerto el teatro?

Esta pregunta la he contestado rápidamente; No, el teatro no esta muerto porque hay gente en la sala. Hay personas que realizan obras de teatro en todas las ciudades del mundo y estás son un éxito. Con lo cual el teatro aún vive. Hay oferta y la gente demanda. Sigue siendo un arte de masas, algo burgues y carcomido, pero un arte de masas.

Mi autocontestación me ha aclaro algunos puntos pero no todos. Entonces no he tenido más remedio que hacerme otra pregunta; ¿Sirve de algo el teatro?

Y de nuevo me he respondido a mi mismo; el teatro es cómo todas las artes... No sirve para nada pero también sirve de mucho. Es la creatividad y el alma humana hecha carne. No todo van a ser guerras, dinero y muertes, también hay una parte del ser humano que vive para crear, para hacer sentir, para hacer soñar.

Después de esta reflexión me he quedado tranquilo y me disponía a disfrutar de la obra... Pero algo andaba inquieto dentro de mi. Me estaba aburriendo mucho, apenas prestaba interés a lo que estaba pasando encima del escenario y sólo pensaba en salir de allí a fumarme un cigarro...

¿Qué me esta pasando? ¿Por qué ese nerviosismo, esa duda... Esa mosca detrás de la oreja? Siempre he dicho a los que me conocen que no me gusta el teatro, que me aburre, y de hecho es verdad... Sólo me gusta hacer teatro. Y sí por mí fuera tampoco sería espectador de mis propios espectaculos porque sí hay algo que no soporto en este mundo es tener que sentarme dos horas en una butaca para ver una historia que huele A FALSEDAD POR TODOS LADOS. Las luces, las voces, los textos tremendamente literarios, los decorados...

¿Por qué esta tan teatralizado el teatro? ¿Por qué se habla de esa manera?... La voz parece que sale del centro de la tierra y se queda impregnada en las paredes y en los oídos de los presentes... ¿Por qué ese modo "ritual y eclesiastico" en muchas de las obras que vemos?

Sí, amigos míos... No soporto la artificialidad de muchas de las propuestas escénicas que veo en los teatros de esta ciudad, de este país, de este mundo... Incluso cuando yo mismo dirijo una obra de teatro trato en la medida de lo posible que todo sea lo más natural posible, pero cuando los actores son conscientes de que el teatro es un acto de representación, incluso cuando tú te das cuenta de esto... La obra cae en la más aburrida TEATRALIDAD, ARTIFICIALIDAD, y aborrezco todo lo que huele o sabe a FALSO.

Esta tarde, amigos míos, me he dado cuenta que el teatro no es lo mío. No quiero ver teatro. No quiero perder mi tiempo y mi dinero en unas historias que en nada me representan. No quiero dirigir una obra y caer en lo mismo de siempre. Me niego. Quiero encontrar la formúla mágica para que el teatro parezca un trozo de vida... NO UNA IMITACIÓN DE UN TROZO DE VIDA.

En la escuela suelo decir que el cine le lleva al teatro 2000 años de ventaja. Muchos acusan a mi afirmación de ser falsa o exagerada. Dicen que porqué mi pasión sea el cine no tengo qué comparar dos artes que siempre han coexistido en profunda armonía... ¿En profunda armonía? ¿En serio? ¿El cine es teatral, falso, mezquino? ¿Las historias que cuentan en el cine no son cercanas? ¿No es el cine el medio de comunicación que más ha influido a los hombres del siglo XX?

No es cuestión de comparar, claro que no... Pero cuando en una obra de teatro un actor declara su amor y en vez de decir TE QUIERO me larga un monólogo de veinte minutos sobre las flores, el cielo, la piel, los besos... o cualquier otra chorrada por el estilo, me pongo negro, me empiezo a impacientar y lo primero que pienso es en salir de la sala para fumarme un cigarrillo... O mejor dicho; pienso en salir de la sala para buscar LA NATURALIDAD. Una naturalidad que sólo la vida real, el buen cine, la buena pintura y la buena literatura poseen en su interior.

Hay que renovar el teatro o dentro de diez años será un arte moribundo... Sí no lo es ahora.

Aquel que siente, percibe o disfruta con la artificialidad escénica de cualquier propuesta dramática esta siendo engañado... La vida no es así. No todo es tan complicado y rebuscado... El pueblo, la gente normal, tú y yo... No somos tan literarios, complejos y/o artificiales.

Esta tarde amigos míos me he dado cuenta de que el teatro es la mayor mentira de nuestro tiempo.

jueves, 24 de mayo de 2007

CALLE RAMÓN ALARCÓN. (MÁLAGA).

Conocí a Toñi en la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga. Era una chica muy divertida que asistia conmigo a las clases de escenografía. Ella estaba en tercero de interpretación y yo en primero de dirección. Desde el momento que la vi supe que iba a ser una gran actriz, o al menos que la interpretación se le daba muy bien. Meses más tarde tuve el placer de dirigirla en una obra de teatro que realice para la diputación de Málaga y allí ratifique mi idea de sus grandes dotes para la interpretación.

El caso es que el mes de Junio llegó y decidimos irnos a vivir juntos y compartir nuestra aventura con una tercera persona. Toñi estaba viviendo con otra chica, Inma, y las dos estaban algo cansadas del piso dónde residian, entonces buscamos otro, (creo que fue Toñi la que se encargó del trabajo duro), y el uno de Julio del año 2005 entramos a vivir en un piso de la calle Ramón Alarcón, en Málaga.

El piso era muy grande pero parecia un museo. Cientos y cientos de objetos de todas las épocas se exponian orgullosamente en un mueble con vitrinas. Los sillones estaban algo carcomidos y las lámparas que colgaban del techo parecian sacadas del decorado de una película de Sisi o Drácula, según el momento del día...

...Pero nosotros éramos felices. Cómo en el piso sobraba una habitación más y para repartir los costes del alquiler decidimos meter a una nueva chica. Se llamaba (y se llama) Marina.

El primer fin de semana que coincidimos todos en el piso nos fuimos a celebrarlo por la noche a la playa. Compramos una botella de ron, otra de vodka y múltiples tabletas de chocolate... El ciego que pillamos fue bestial, sobre todo para mi... Recuerdo tener que ducharme con agua fría a las tantas de la mañana, y cuando me tumbe en la cama, el poster que tenía en la pared del PADRINO II, con la imagen de AL PACINO pistola en mano, parecia que habia tomado vida propia y se queria abalanzar sobre mi.

Recuerdo las primeras semanas en ese piso. Solia cenar en la gran terraza. La temperatura era tremendamente agradable y muchas noches nos quedabamos en ese balcón hablando hasta las tantas de la noche. En agosto unos amigos de Barcelona vinieron a visitarme y se quedaron en ese piso. Mis compañeras estaban encantadas y pasamos dos semanas de desmadre total... Bebiendo alcohol, bailando, hablando... Hay fotos de aquellosm días que quizás, y sí me dan permiso, os pueda enseñar.

Yo estaba muy feliz porque era la primera vez que vivia solo en una casa. Sin padres, quiero decir. Cierto es que antes habia vivido en Barcelona, pero residi todo el tiempo en casa de unos familiares, así que vivir en ese piso fue para mi la primera experiencia autosuficiente que la vida me ofrecia. La sensación de libertad que sentía en aquel piso era inmensa... Quizás la más grande que he sentido hasta la fecha. Amigos y amigas venian a visitarme y hasta altas horas de la madrugada manteniamos conversaciones muy interesantes bajo una buena copa de vino, algo de música o simplemente la televisión de fondo.

Ese verano, (por cosas que quizás algún día os pueda contar) estaba siendo algo confuso y complicado para mi, y necesitaba un lugar donde poder dar rienda suelta a los pocos momentos de calma, paz y tranquilidad que deseaba. Y aquel verano, gracias a mis tres compañeras, a ese piso y a muchas horas de conversación, encontré la via de escape que mis nervios, mi alma y mi conciencia necesitaban para poder seguir hacia delante.

El verano termino y vino el otoño. Y allí seguíamos nosotros, en nuestro piso. Y luego llegó el invierno, y celebramos mi cumpleaños con una multi fiesta en la cual lo pasamos muy bien. Y llegó también la navidad, mis tres compañeras se fueron a sus pueblos, pero yo me quede en el piso, llame a unos amigos y estuvieron toda la navidad conmigo. Fueron días muy divertidos. Viendo películas. Haciendo de comer. Escuchando música. Fumando hasta las tantas...

En el mes de Enero, o quizás antes, dos de las chicas comenzaron a tener problemas personales y la situación en el piso cambio un poco... Yo intentaba no meterme en medio de sus discusiones, pero a veces estas eran grandes y entonces no habia más remedio que cortar por lo sano. (Esto es lo malo de vivir con muchas mujeres, chicos, que a veces se tiran los trastos a la cabeza. Ya sabeís... Es una lucha de egos, jajajja).

En Marzo, y cómo siempre pasa, tuve que salir corriendo de aquel piso en el que tan bien lo habia pasado. Mi padre se puso enfermo y la familia necesitaba que yo volviera a casa, entonces no tuve más remedio que regresar y abandonar a mis tres compañeras, mi libertad y mi gran sensación de felicidad.

Han pasado dos años pero cada día añoro más ese piso. He pensado en volver sólo que ahora tendría que convivir con dos personas nuevas más Marina. A Marina ya la conozco, me cae super bien, jamás hemos tenido un problema... Pero hacer el esfuerzo de conocer a otras dos personas, de empezar con las mismas conversaciones para derretir el hielo y todo ese rollo me da una pereza horrible... Y que diáblos, ¡llevo dos pisos compartidos, ahora quiero vivir solo¡¡¡

Muchas veces vuelvo al piso de visita. Y las niñas me dicen que parece, cuando estoy sentado en el sofá, cómo sí no me hubiese ido nunca. Y cada vez que entro por esa puerta sigo teniendo la misma sensación... Felicidad. No miento si se que no todo es por el piso, también fue por las personas que viviamos en él, entre nosotros se crearon grandes y sinceros lazos que nos hicieron sentirnos en muchos momentos una familia de verdad. Ellas me han visto llorar y yo las he visto llorar a ellas, así que todo quedaba entre nosotros y esas cosas no se pueden olvidar, ¿verdad?

Lo que trato de deciros es que en esas cuatro paredes, en ese edifico de viviendas familiares, en esa calle de Málaga... Yo fuí feliz. ¿Quedara ese sentimiento impregnado en las paredes de aquel piso? ¿Habrá una memoria latente y silenciosa en cada uno de los objetos que alguna vez toqué o mire? Son preguntas que jamás podremos responder. Lo único que sabemos con certeza es que ese lugar esta muy dentro de nosotros. Los mejores años de nuestra vida... Sí señor.

Este Post es un sincero homenaje a Marina, Inma y Toñi. Marina, muchas gracias por esa complicidad que siempre hemos tenido. Gracias por esas risas y esos comentarios. Inma, muchas gracias por esas conversaciones dónde poco a poco fuimos ahondando dentro de nosotros mismos, y muchas gracias también por ser siempre tan amable. Toñi, muchas gracias por haberte preocupado por mi ese verano... Se que estabas agustiada de verdad, pero a veces tu angustia por mi se sumaba a la mía y entonces todo parecia tremendo, oscuro... Y ya no me quedaban fuerzas. Ahora, tiempo después, se que en muchas cosas que decias con respecto a mi situación tenias mucha razón... Pero desgraciadamente nunca se es consciente a tiempo.

Mil gracias a las tres. Calle Alarcón siempre será la calle dónde mis ilusiones (las más sencillas, hermosas y sanas que he tenido en mi vida) se hicieron realidad.

Cuidaros¡¡¡

PD: Terremoto, te va a pone cómo una foca... Tengo el corazón contento, el corazón contento y lleno de alegría... Palabras, palabras, palabras....

¿CÓMO ES UN SAGITARIO?

El sagitario es uno de los signos más positivos del zodiaco. Son versátiles y les encanta la aventura y lo desconocido. Tienen la mente abierta a nuevas ideas y experiencias y mantienen un actitud optimista incluso cuando las cosas se les ponen difíciles. Son fiables, honestas, buenos y sinceros y dispuestas a luchar por buenas causas cueste lo que cueste.

Los sagitario suelen creer en la ética y les gusta seguir los ritos de la religión, de un partido político o de una organización. Esto les puede llevarles a tener ciertas tendencias supersticiosas a veces. Les encanta abarcar nuevos proyectos y aprender sobre cosas nuevas. Son intuitivos y buenos organizadores y, aunque son generosos, también son muy cuidadosos, lo que les convierte en buenos gestores de situaciones y proyectos.

Algunos sagitario tienen un gran genio que puede aparecer ante situaciones que para los demás carecen de importancia. También pecan de impaciencia cuando los demás no van al mismo paso que ellos. Son capaces de sacrificarse para realizar un objetivo. Esto hace que a veces son demasiado exigentes con los demás.

Su lado positivo: Intelectual, honesto, sincero y simpático. A los sagitario les caracteriza el optimismo, su modestia y su buen humor.

Su lado negativo: Son tan optimistas a veces que llegan a ser irresponsables. Superficial, descuidado y inquieto.

A un Sagitario le gusta; La libertad, viajar, leyes, aventura y la capacidad de comprender.

A un Sagitario no le gusta; Sentirse atado a una situación, tener que preocuparse por los detalles.

miércoles, 23 de mayo de 2007

EL ECLIPSE... O LAS RELACIONES QUE DEJAMOS ESCAPAR.

El año pasado, en el mes de Agosto más concretamente, entre a un bar y allí estaba ella. Digo ella porque es el ideal de mujer que siempre he tenido en mente, al menos fisicamente, pero sus ojos delataban algo, y ese algo no era otra cosa que la absoluta certeza de que esa chica me había estado esperando toda su vida. Y yo a ella.

Entre miradas y miradas, (ella me correspondía), decidí no dejar escapar la situación y entonces me propuse hablar con aquella chica de ojos vivos y brillantes. Di dos pasos y un miedo, el mismo puto miedo de siempre, me detuvo. ¿Valía la pena arriesgarse a hacer el ridículo por la simple curiosidad de poner nombre a esos ojos? ¿No era mejor salir de aquel lugar, olvidarse del tema y recordar aquella mirada para siempre?

Llevo unas tarjetas de visita en mi cartera dónde figuran mi nombre, mi profesión y todas esas chorradas que nos catalogan cómo una persona que vale la pena o no... Entonces agarré una de esas tarjetas y se la di a uno de los chicos que estaba acompañando a la chica de los ojos vivos. Mi acercamiento ya estaba hecho. Un poco cobarde, no digo que no, pero al menos aquella era la mejor manera de ponerme en contacto con aquella chica que desde hacia algo más de dos horas me estaba provocando una extraña y dulce sensación.

Pasaron los meses y no supe nada de esa chica... Pero sus ojos aún estaban presentes en mi mente. Muchas noches, antes de dormir, solía pensar en su rostro, y en aquella mirada que fijamente se clavó en mis ojos aquel mes de agosto.

En Diciembre alguién me llamó por teléfono. Era una voz de mujer. Dulce. Hermosa. Radiante. Sí, era ella... La chica de aquel bar, la chica a la que muchos meses antes le habia dado mi tarjeta. Por fín me habia llamado. Ni que decir tiene que me sentia el hombre más feliz del mundo. Estuvimos hablando mucho rato... Más de una hora, quizás dos... Antes de terminar la conversación la chica me dijo de quedar y yo que por supuesto estaba deseoso de que el encuentro se produjera le dije que sí. Quedamos para vernos un mes más tarde.

Da la casualidad y la gran suerte de que esa chica era de Madrid y yo en ese mismo momento y por motivos laborales vivía en la misma ciudad.

Y llegó el día de nuestro encuentro. Quedamos en la Gran Vía. Era Sábado por la noche. La reconocí al instante. Por sus ojos, por supuesto. La misma mirada del mes de agosto. El mismo rostro de cristal. La misma sonrisa.

Fuimos a comer algo y comenzamos a hablar. Al principio estabamos los dos algo tímidos pero luego la cosa se fue animando y cada uno de nosotros hablamos de nuestra vida. Sin miedos. Sin mentiras. Parecia cómo si aquel encuentro del mes de agosto, y nuestra cita actual, era el preludio de algo maravilloso... O al menos esa era mi percepción.

Estuvimos toda la noche paseando por las calles de Madrid, bailando en algún que otro local y tomando unas copas. Cuando nos despedimos prometimos llamarnos para concertar una nueva cita en otra ocasión, y entonces ella se subió en un taxi y desaparecio Gran Via abajo.

Esa noche no pude dormir. Estaba inquieto. He de reconocer que aquella chica me gusto mucho y entonces mi mente comenzó a imaginar mil y un finales (o comienzos) para una historia de amor que de seguro iba a ser la definitiva.

La semana paso y llegó otro fín de semana. Yo llame a la chica pero no podia quedar. La semana después la chica me llamo pero ahora era yo quien tenía planes. No recuerdo muy bien si estos planes eran importantes o no, solo se que no me venia bien quedar. Por lo cual dejamos la cita para la semana siguiente.

De nuevo llegó el fin de semana pero tampoco pudimos quedar... Yo estaba en Málaga visitando a mi familia y amigos y ella me llamo. Me dijo de tomar una copa pero yo le expliqué mi situación geográfica y mi absoluta incapacidad para llegar a tiempo a la cita.

Dos semanas más tarde estaba en Madrid y pense en llamar a la chica y decirle que ya estaba de vuelta y que podíamos ir a tomar una copa. ¿La llame? No. No la llame. ¿Sabeís porqué no la llame? Sinceramente no tengo ni idea. Lo único que puedo decir es que una extraña desidia, inseguridad y quizás miedo se apodero de mi. Pensaba en quedar pero también pensaba en no quedar. Con esa chica me lo había pasado muy bien en la primera cita pero eso no significaba que todas las citas podían ser iguales. Y entonces algo me paso... Mi estado de ánimo cambió y comenzaron a surgir un montón de dudas, de excusas, de tonterias... Todas ellas sin ninguna explicación pero lo suficientemente fuertes cómo para hacerme decidir que no volvería a llamar a esa chica, al menos por un tiempo.

Un mes más tarde me enteré que tenía que volver a Málaga por motivos de estudios, y juré que antes de marchar de Madrid la volvería a llamar para tomarme algo con ella, despedirme y decirle que me habia gustado mucho y que estaría encantado de seguir la amistad por los medios que esta nueva situación obligaban, o sea, o movil o correo electrónico.

El último fin de semana de estancia en Madrid me pase todo el tiempo en casa. No tenía ganas de salir, ni de despedirme de nadie, ni de llamar a la chica, ni de caminar por las calles de la hermosa ciudad que tan amablemente me había acogido meses atrás.

La misma tarde de mi partida, el domingo, recordé que la chica trabajaba en la estación de trenes de Atocha, en una pequeña tienda, y entonces pensé que aquella era la mejor manera de despedirme de ella. Podía entrar en su tienda, decirle que me tenía que ir y que esperaba volver a verla. Pues bien, justo cuando vi a a la chica a través del escaparate de la tienda dónde trabajaba me entro un temor, un estremecimiento... Una sensación de ridiculez total. Y entonces pensé que no valia la pena.

Lanzé una última mirada a aquella chica y comence a caminar hasta el andén. El tren salió de Madrid media hora más tarde. En mi mente los ojos de aquella chica. Los ojos que una noche de Agosto me alumbraon por primera vez.

Mi último pensamiento consciente antes de abandonar Madrid, ya cuando estaba sentado en el tren, fueron para esta chica... Y me senti triste. El hombre más triste del mundo.

Mes y medio más tarde no se nada de esta chica. Ella tampoco me ha llamado con lo cual sospecho que esta sufriendo el mismo sentimiento de desidia emocional que yo, o quizás simplemente ha decidio que lo nuestro fue algo que jamás tuvo que suceder, porque claro... Yo tengo una percepción de lo que pasó y ella pueda tener otra muy distinta. Que grandioso seria poder estar en el corazón del otro durante un par de segundos, ¿verdad? Saber lo que esa persona siente, desea y teme. Entonces todo seria mucho más fácil.

A estas relaciones que pueden ser, (o no), pero que no llegan a nada las llamo yo RELACIONES TIPO ECLIPSE... y son esas relaciones en las que por algún u otro motivo no profundizamos y dejan en nosotros una huella; primero de curiosidad y luego de absoluta indiferencia.

¿Por qué nos pasará esto? ¿Qué motivos hay para ello?

En el fondo es algo muy triste. Pero más habitual de lo que nosotros pensamos.

AMIGOS, MATINALES Y SÁBADOS PASADOS.

Soy incapaz de tenerle odio a nadie. No me gusta perder el tiempo en cosas que a la larga me harán sufrir más de lo debido. No es mi estilo.
A veces he deseado odiar a alguien con todas mis fuerzas, pero al cabo de un rato este sentimiento de ira y de rencor se me pasa, y lo que antes era un rostro tornado serio y grave ahora es una faz llena de brillo, pendiente de todo lo que pasa a su alrededor. Esperando que una nueva ilusión aparezca por la puerta. Es una actitud infantil, lo reconozco, pero es algo que hace de mi lo que soy. No lo voy a cambiar porque no quiero. Pero sí, un poco de mala leche no me vendría mal sobre todo en algunas situaciones que se tuercen. Mi madre dice que más vale ponerse una vez colorado que cientos de veces amarillo. Yo cómo soy daltónico no tengo ese problema. Ah, y tampoco soy pintor con lo cual más de lo mismo.

Hace algunos años los colores me importaban mucho. Pensaba definitivamente que actuaban en mi forma de ser y de comportarme conmigo mismo y con los demás. Ahora los colores me la traen floja y dónde haya una pared negra, roja o verde yo solo veo eso, una pared.

Añoro las mañanas que solía pasar en el cine en compañía de mis viejos amigos. Quizás los mejores que he tenido nunca. Pero ahora el tiempo se los ha llevado y ya no queda nada de lo que nos unió. Recuerdo que yo solía elegir las películas que debíamos ver y casi siempre acertaba, o al menos nadie se quejó de mis elecciones. Ay, que de mañanas perdidas frente a una pantalla dónde cientos y cientos de imágenes me hacían soñar en un mundo que de seguro jamás iba a conocer. Una película puede cambiar una vida. Hay pocas cosas que pueden cambiar una vida, ¿verdad? ¿Un beso? ¿Una amistad? ¿El amor? No, una película es la cosa más maravillosa que le puede pasar a alguien. Sabes que ese trozo de vida filmada va a llegar a su fin pero a ti te da lo mismo. Estas disfrutando y eso es lo que cuenta.

Después del cine llegaba a mi casa y pensaba en la película que iba a ver la semana próxima a la misma hora, en el mismo cine, con la misma gente.

Hace unos años que han derribado ese cine y ahora están haciendo un horrible edificio de apartamentos. Dónde se disfrutaba de una vida inventada ahora se están haciendo habitáculos para llenarlos de historias reales. Algunas alegres y otras tristes. Que ironías tiene la vida, joder.

Ahora no tengo ningún entretenimiento que me produzca el mismo placer y alegría que aquellas mañanas de sesiones matinales me solían ofrecer. El sexo ya lo he probado, de vez en cuando y cuando se puede. Pero tampoco se asemeja a aquellas ocasiones ya pasadas.

Salir con los nuevos amigos también lo suelo hacer muy a menudo. Pero esas noches entre tanto alcohol, tanta gente y tanta música mala se tornan algunas veces extrañas, casi asesinas... Y lo que era una noche de sábado para disfrutar se convierten en unas horas lentas y aburridas, dónde te sientes obligado a hablar de los temas que sean y con quién sea.

Pasear. Me gustaba pasear por Barcelona, dónde viví una temporada. También sueño con volver a pasear por las calles de esta ciudad, pero eso ya es otra historia. En mi actual ciudad también paseo, pero es tan pequeña que en menos de diez minutos ya te has recorrido todos los rincones y entonces no te queda más remedio que volver atrás y de atrás hacia delante... Y en menos de lo que canta un gallo te ves haciendo ridículos círculos concéntricos que no te conducen a ningún sitio. Y entonces te sientes mal y tonto, y dejas de caminar, te sientas en un banco a fumar un cigarrillo y piensas; “¿Qué coño hago yo en este sitio?”

Deberían volver a poner ese cine. Deberían de volver a poner sesiones matinales. Deberían de haber buenos amigos cómo los que se solía tener antes. ¿O quizás debería de volver a aquella época en una máquina del tiempo y disfrutar de esos momentos una y otra vez? Ni de coña. No vuelvo a tener 16 años jamás en la vida. Ni 16. Ni 17. Ni 18... Ni todos los que vengan después hasta los 23 0 24. Paso. Ser adolescente es lo peor que le puede pasar a alguien. Te cuelgas de una chica y luego se va con otro. Tus padres te regañan por cosas que no tienen importancia. Quieres follar pero no sabes cómo hacerlo porque no tienes experiencia. No, paso. Definitivamente me quedo cómo estoy.

Pero qué hermosos eran aquellos matinales cinematográficos.

DESEOS.

De vez en cuando me preguntan sí tengo algún deseo o sueño por cumplir. Tengo muchos, supongo que cómo todo el mundo. Lo malo es que estos sueños y deseos cambian según el día, mi estado de ánimo o cualquier otra cosa.

Sin embargo hay un deseo que tengo desde hace mucho tiempo. Es algo que imagino una y mil veces, y por más que lo hago siempre me produce el mismo placer.
Imagino que vivo en una pequeña buhardilla del centro de cualquier ciudad. Desde esa buhardilla se ven los tejados que componen el cielo, que intentan arañar un pedazo de gloria.
Es domingo por la tarde y desde una pequeña claraboya que hay en el techo de esa habitación la luz del sol, del atardecer más concretamente, se cuela levemente. El polvo se ve flotando por el espacio; millones y millones de pequeñas partículas que viajan sin saber dónde van, cómo a mi me pasa muchas veces. Quizás demasiadas.
Pues eso, es domingo por la tarde y estoy tumbado en un colchón que descansa sobre un suelo de madera. El rayo de sol que entra desde el exterior me da en el rostro y por varios momentos tengo que cerrar los ojos para que no me moleste. En todo caso la sensación es muy reconfortante. Me gusta. Me siento bien.
Hay una chica tumbada a mi lado. No se cómo se llama ni cómo es, en realidad es lo que menos me importa, la verdad. Esa chica esta dormida y yo le acaricio lentamente el pelo con mis manos. Uno a uno mis dedos se van enredando en sus cabellos. Se pierden entre una maraña rubia o negra, una selva cuyo tacto parece terciopelo.
La chica abre los ojos de pronto. Me mira. Me da un beso y se levanta de la cama para hacer un poco de té. Cuando vuelve de la cocina lo hace llevando entre sus manos dos tazas humeantes.
La chica y yo nos sentamos en el colchón. Apoyamos la espalda en la pared y comenzamos a beber el té. Yo me levanto y busco algo de música. Ahora la habitación esta más iluminada que hace un rato. Mientras pongo el disco veo la figura de la chica a contraluz. Me gusta ya que su contorno se difumina por el espacio y entonces pienso que ella es un fantasma, un recuerdo... Algo que puede terminar de repente.
Vuelvo al colchón y la música esta sonando. Una música hermosa, lenta, con sonidos tan delicados que penetran en mis odios y me producen ganas de llorar. Llorar de alegría.
La chica y yo nos terminamos el té. Hacemos el amor. Cuando terminamos nos abrazamos. Y el atardecer esta a punto de hacer su aparición.
De fondo el sonido de unos niños que juegan en la calle. Gritos. Carreras. Alguna risa furtiva. Y entonces me siento el hombre más feliz del mundo. No deseo ni quiero nada más. Me conformo. Ya se que vale la pena vivir en este mundo.

Desgraciadamente lo que he contado en el párrafo anterior jamás me ha sucedido. Ni he vivido en una buhardilla, ni mis colchones suelen estar en el suelo, ni ninguna chica de las que ha estado conmigo es capaz de no hablar después de hacer el amor.
Es triste pero es así. Mi idea de felicidad es pasar un domingo con alguien en un mundo que hemos creado a la medida de nosotros dos. Un mundo donde la felicidad es un momento que pasa fugaz. Sin miedo. Sin malos pensamientos. Sin preocupaciones porque todo es cómo un extraño juego dónde cada uno tiene su rol.
Sí. Es el deseo que siempre he tenido. Y espero que alguna vez se pueda hacer realidad.