miércoles, 23 de mayo de 2007

AMIGOS, MATINALES Y SÁBADOS PASADOS.

Soy incapaz de tenerle odio a nadie. No me gusta perder el tiempo en cosas que a la larga me harán sufrir más de lo debido. No es mi estilo.
A veces he deseado odiar a alguien con todas mis fuerzas, pero al cabo de un rato este sentimiento de ira y de rencor se me pasa, y lo que antes era un rostro tornado serio y grave ahora es una faz llena de brillo, pendiente de todo lo que pasa a su alrededor. Esperando que una nueva ilusión aparezca por la puerta. Es una actitud infantil, lo reconozco, pero es algo que hace de mi lo que soy. No lo voy a cambiar porque no quiero. Pero sí, un poco de mala leche no me vendría mal sobre todo en algunas situaciones que se tuercen. Mi madre dice que más vale ponerse una vez colorado que cientos de veces amarillo. Yo cómo soy daltónico no tengo ese problema. Ah, y tampoco soy pintor con lo cual más de lo mismo.

Hace algunos años los colores me importaban mucho. Pensaba definitivamente que actuaban en mi forma de ser y de comportarme conmigo mismo y con los demás. Ahora los colores me la traen floja y dónde haya una pared negra, roja o verde yo solo veo eso, una pared.

Añoro las mañanas que solía pasar en el cine en compañía de mis viejos amigos. Quizás los mejores que he tenido nunca. Pero ahora el tiempo se los ha llevado y ya no queda nada de lo que nos unió. Recuerdo que yo solía elegir las películas que debíamos ver y casi siempre acertaba, o al menos nadie se quejó de mis elecciones. Ay, que de mañanas perdidas frente a una pantalla dónde cientos y cientos de imágenes me hacían soñar en un mundo que de seguro jamás iba a conocer. Una película puede cambiar una vida. Hay pocas cosas que pueden cambiar una vida, ¿verdad? ¿Un beso? ¿Una amistad? ¿El amor? No, una película es la cosa más maravillosa que le puede pasar a alguien. Sabes que ese trozo de vida filmada va a llegar a su fin pero a ti te da lo mismo. Estas disfrutando y eso es lo que cuenta.

Después del cine llegaba a mi casa y pensaba en la película que iba a ver la semana próxima a la misma hora, en el mismo cine, con la misma gente.

Hace unos años que han derribado ese cine y ahora están haciendo un horrible edificio de apartamentos. Dónde se disfrutaba de una vida inventada ahora se están haciendo habitáculos para llenarlos de historias reales. Algunas alegres y otras tristes. Que ironías tiene la vida, joder.

Ahora no tengo ningún entretenimiento que me produzca el mismo placer y alegría que aquellas mañanas de sesiones matinales me solían ofrecer. El sexo ya lo he probado, de vez en cuando y cuando se puede. Pero tampoco se asemeja a aquellas ocasiones ya pasadas.

Salir con los nuevos amigos también lo suelo hacer muy a menudo. Pero esas noches entre tanto alcohol, tanta gente y tanta música mala se tornan algunas veces extrañas, casi asesinas... Y lo que era una noche de sábado para disfrutar se convierten en unas horas lentas y aburridas, dónde te sientes obligado a hablar de los temas que sean y con quién sea.

Pasear. Me gustaba pasear por Barcelona, dónde viví una temporada. También sueño con volver a pasear por las calles de esta ciudad, pero eso ya es otra historia. En mi actual ciudad también paseo, pero es tan pequeña que en menos de diez minutos ya te has recorrido todos los rincones y entonces no te queda más remedio que volver atrás y de atrás hacia delante... Y en menos de lo que canta un gallo te ves haciendo ridículos círculos concéntricos que no te conducen a ningún sitio. Y entonces te sientes mal y tonto, y dejas de caminar, te sientas en un banco a fumar un cigarrillo y piensas; “¿Qué coño hago yo en este sitio?”

Deberían volver a poner ese cine. Deberían de volver a poner sesiones matinales. Deberían de haber buenos amigos cómo los que se solía tener antes. ¿O quizás debería de volver a aquella época en una máquina del tiempo y disfrutar de esos momentos una y otra vez? Ni de coña. No vuelvo a tener 16 años jamás en la vida. Ni 16. Ni 17. Ni 18... Ni todos los que vengan después hasta los 23 0 24. Paso. Ser adolescente es lo peor que le puede pasar a alguien. Te cuelgas de una chica y luego se va con otro. Tus padres te regañan por cosas que no tienen importancia. Quieres follar pero no sabes cómo hacerlo porque no tienes experiencia. No, paso. Definitivamente me quedo cómo estoy.

Pero qué hermosos eran aquellos matinales cinematográficos.

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