He pasado la que sin lugar a dudas ha sido uno de las peores y más extrañas semanas de mi vida... por no decir la que más. He tocado techo. Mi paciencia se ha agotado. Y mis fuerzas también. Creo que llevaba mucho tiempo con rencor guardado, miedo, indecisión... dualidades que por algún u otro lado tenían que salir. Me he visto desde fuera y desde dentro. Desde todos los lados y desdes ninguno. He sopesado. He vuelto a sopesar. He negado. Me he vuelto a negar... y aquí estoy. O sea, cómo siempre digo... (aunque no lo piense cuando lo estoy pasando mal), de todo se sale.
El caso es que el pasado miércoles partí haciA Valladolid, pues cómo os comenté La escuela de Arte Dramático de esta ciudad me había dicho que podía terminar mis estudios allí. Estaba, (lo estoy), cansado de la escuela de Málaga y de sus gentes, así que pensé que un cambio no me vendría mal.
El jueves, ya instalado, me pase por la Escuela y formalice mi matrícula. Entre esta minucia de acción (rellenar un papel), me ocurrió una cosa que ahora mismo os voy a explicar pero que no sé si podré, ya que fué una sensación muy personal y no sé si alguno de vosotros la ha sentido alguna vez; mientras entraba a la escuela nueva, mientras rellenaba el papel... hablaba con la secretaria, me fijaba en esto... en lo otro... un dolor de estomago profundo y una rara sensación se apodero de mi. De pronto comencé a temblar, a sudar... estaba ausente; en unas pocas palabras; sentí que aquel lugar no era para mi. Sí, sé que suena tonto... ridículo... pero es lo que sentí.
Salí de la escuela y pasé todo el día andando y conociendo las calles de Valladolid. La misma sensación. La sensación de ser un actor secundario en una película que no era la mía. Pero yo tenía que guardar el tipo; había sido mi elección salir de Málaga para venir hasta aquí y llevo un tiempo en que mis decisiones son respetadas aunque me cueste más o menos, o sea, que trato de ser coherente conmigo mismo.
La sensación no sé fué en todo el tiempo, y se fué acentuando con cada piso que visité para alquilar una posible habitación, con cada persona que me enseño esos pisos, con cada lugar que recorría... hasta me metí en un cine para ver "Malditos Bastardos" y me decía a mi mismo; "este no es tu lugar... márchate ahora que puedes".
Entre tanta sensación... me llamaron de la escuela. Tenía que hacer una nueva matrícula. Al final no sería un año de clases, sino un año... parón de verano, y luego tres meses más. No me importo... porque tenía que ser fiel a lo que había elegido. Había sido mi decisión. Y por nada del mundo quería volver a la escuela de Málaga, todo esto lo estaba haciendo por mi formación.
Pues nada; nueva matrícula... y a seguir buscando piso, a seguir recorriendo una ciudad que, aunque con cierto encanto, se me hacia más y más pequeña a cada paso... más ausente y lejana cuanto más la conocía...
Os aseguro que dicho así puede sonar a una de mis habituales paranoias... pero estuve desde el miércoles hasta el lunes pasado... con un dolor de cabeza tremendo... cansado... me acostaba a las nueve de la noche y me levantaba a las ocho o siete de la mañana sin motivo... no tenía ganas de nada... estaba nervioso... y tenía la sensación de que mi decisión... tenía que ser respetada... aunque parecía no haber sido la más acertada.
El lunes por la tarde, cansado... después de darle muchas vueltas a la cabeza... de imaginar cómo podría ser mi vida en ese lugar que aparentemente sólo me procovaba una sensación de rechazo... cuando iba caminando para visitar a otro piso, (por cierto, menuda caminata... no acertaba con la dirección)... tuve un momento de desesperación y cual cristiano en última instancia u obsesivo compulsivo dije; "Necesito una señal para saber si esto va a merecer la pena o no... pues tengo la sensación de que aquí no voy a ser feliz... de que, por mucho que le venga bien a mis estudios... lo voy a perder todo por la soledad.... voy a sufrir mucho... esto no me gusta... no me gusta... y tengo que quedarme porque ha sido mi decisión pero en realidad sé, sinceramente, dentro de mí que tengo que irme... así que necesito una señal que me indique que estoy acertado... y entonces volveré de donde he venido".
Y de pronto, cómo por arte de magia... en menos de diez minutos... tuve esa respuesta... me llamaron de la escuela y me dijeron; "Salva... al final serán dos años completos... aunque con pocas asignaturas, pero dos años completos".
Y de pronto pensé; ¿Qué coño hago aquí dos años? ¿Por qué desde que he venido nada ha salido cómo pensaba o me habían dicho que iba a salir? ¿Por qué siento esta presión en el pecho... que no es ni miedo a lo nuevo, ni tristeza... sino opresión y sensación de saber que esta ha sido una elección en la que de lleno me he equivocado y ahora que aún estoy a tiempo puedo remediarlo?
Así que el martes por la mañana ya estaba en el tren rumbo a Málaga. En el camino, el buen consejo de una amiga que comparte clases conmigo en la escuela de Málaga; "Creo que has hecho muy bien en regresar... aunque te lo estén poniendo complicado porque muchos te tienen envidia... les estás demostrando que estás dispuesto a enfrentarte a ellos". Y yo, mientras mi amiga decía esto, pensaba... "No es eso lo que me ha hecho regresar... no ha sido el orgullo de poder callar las bocas de los que me hacen la vida imposible en la escuela... sino la sensación de saber que, de haberme quedado en Valladolid el tiempo que hubiese sido.... lo habría pasado fatal ya que, mi intuición y mi dolor de estomago, (que siempre he tenido cuando algo iba a salir mal), así me lo han revelado.
Ayer regresé a la escuela. Ya estamos en el nuevo edificio. Todo me era diferente. No lejano, pero si nuevo... en el sentido de que poco o nada me importaba lo dificil o fácil que va a ser lo que me espera allí... y sí voy a perder el tiempo o no con respecto a lo que me pueden enseñar o yo aprender... el caso es que... cuando volvía a casa... ya de noche.... cayendo el sol.... me sentí extrañamente tranquilo... y entonces supe que mi elección... no la de irme a Valladolid.. sino la de marchar de Valladolid para regresar a Málaga y enfrentarme a lo que me hizo irme de aquí... había sido lo más acertado.
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Os confieso que llevo un mes con la idea de cerrar este blog y no escribir nada más en él. Será el final del verano, el cambio de estanción... no tengo ni idea, pero reconozco que últimamente no estoy muy "animado", y es por ello que pienso que este blog ya ha podido llegar a su fin. Cómo me daría mucha pena cerrarlo, me conformo con escribir menos que antes, (en realidad porque no me pasa nada que merezca la pena...) y saber que alguién al otro lado, conocido o desconocido me está leyendo.... y entonces, sinceramente... a veces, me siento menos solo.
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El otro día alguién me preguntó que es lo que de verdad me gustaría hacer por encima de todas las cosas... me quedé un rato pensando y luego dije; "Instalarme en Barcelona porque me da la vida literalmente. Ser uno más entre tantos otros. Tener un trabajo normal cómo antes. Ver películas y pasar desapercibido. Pasear los domingos por el barrio gótico. Y estar lejos... pero a la vez cerca de la gente que sé, siempre, pase lo que pase, va a estar aquí". Mirad que deseo más simple... pero no puedo. Ya no soy libre.
Un abrazo.
¿Por qué apuntan a Sirio?
Hace 6 años
1 comentario:
me alegro que te quedes en 'casa'
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