En aquellas noches de invierno todos nos creíamos dioses. De bar en bar y de copa en copa íbamos pensando en que el mundo sólo nos pertenecía a nosotros y que aquella alegría inmensa que sentíamos por habernos conocido dentro de este mundo mágico del arte se extendería más allá del tiempo. Por un momento nos creímos eternos y ese y no otro fué nuestro fallo. Años después, apenas nos hablamos. A veces nos encontramos por los pasillos o por las calles que un día nos vieron eufóricos.... Pero las palabras se han ido, al igual que nuestras ganas por hacer de todo algo maravilloso. Ni siquiera, a veces nos atrevemos a mirarnos.
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Algo dentro de mí decía que ese iba a ser nuestro último polvo. Para siempre. No había vuelta atrás... y es por eso que en esos momentos intenté grabar en mi mente todo lo que estaba pasando a mi alrededor. Cómo en una película fije aquellos instantes que aún hoy, sólo cuando me dejo llevar por la nostalgia de una libertad que tuve para amar, recuerdo a escondidas.
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Intenté salvar una vida sabiendo que yo, desgraciadamente, no era Dios. Con el tiempo me fuí olvidando de mi mismo.... y ya apenas me reconocía en los espejos. Todo era una imagen de alguién que se había ido hace mucho tiempo. Alguién que era yo, al que echaba de menos. Y una noche, de esas en las que sabes que ya nada puedes perder porque casi todo lo has ganado, me dije a mi mismo que ese yo que estaba ausente debía volver para poner orden en mi vida. Así que me arme de valor y decidí reducir los vínculos hasta el sentimiento de pena... y después de la pena, cómo perfectamente habría previsto... la huida fué más fácil.
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Es curioso que haya encontrado la horma de mi zapato en una historia que apenas ha durado un mes. Quizás ha sido eso lo que sinceramente me ha hecho salir corriendo para esconderme en los brazos de mi tiempo ocupado. El caso es que en menos de 24 horas ya me estaba diciendo que ella no estaba dispuesta a ser mi madre, sino mi pareja... y que no estaba dispuesta a pasar por determinadas circunstancias que había intuído de mi comportamiento. En unas palabras; me dejo claro que para estar con ella tenía que madurar... y que el tiempo de las dudas, al menos con ella, se había terminado. No miento si digo que llegue a pensar que con ella podría jugar hasta un momento en el cual, determinado ya el compromiso, y cómo siempre acostumbro hacer, saldría pitando hacía lugares más libres. Ni que decir tiene que ella ya había adivinado mis pensamientos y entonces me dijo que mi huida no tendría retorno y que tenía que elegir ahora o nunca. Si jugaba, tenía que jugar de verdad... y si quería jugar a medias lo mejor era que consiguiera a otra. Me lo dejo tan claro y me dio tanto miedo que no tuve más remedio que acceder a no jugar. Moraleja; una rival a mi altura y me he acojonado. Soy un cobarde, lo reconozco.
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Cuando vives un tiempo fuera y vuelves ya no sabes de dónde eres. Sé que suena exagerado pero algunos lazos se rompen o simplemente, ya en la distancia, descubres que estos son totalmente anulables y/o reemplazables por otros que puedas descubrir o encontrar en nuevos lugares. Es por eso que desde hace mucho tiempo ya no me encariño con nadie. No por ellos, sino por mi.... sé que me iré. Y aunque vuelva, ya nada será igual.
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Trato de convencer a la gente que nosotros, "los artistas" no estamos en nuestro sano juicio. Pero nadie me cree. Ellos se quedan con que queremos ser especiales y sentirnos así delante de todo el mundo... no digo que, en cierta manera, no tengan razón... pero yo me reafirmo en otros motivos... motivos más secundarios, pero de tal calibre que si son pensados claramente rayan, cómo ya he dicho, la absoluta locura... ¿Qué hacen personas de 30 años o más hipotecando su vida por un rato dónde daran rienda suelta a su creatividad para que un grupo de gente puedan ver estos restos del naufrágio y luego olvidarlos para siempre? Es un precio alto, muy alto... y una persona cuerda no estaría dispuesto a pagar tal importe por tan efímero momento de autoafirmación.
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Lo más extraño de todo es que creo que ella piensa en mi a veces, igual que yo pienso en ella, a veces también. Quizás en otro mundo, ajeno a este, nos volveríamos a encontrar tan gustosamente... y sin mentiras, ni reproches... y quizás sin verguenzas, volveríamos a recordar aquellos tiempos dónde una siesta se hacia eterna... y una noche se convertía en una explosión de confesiones tan privadas y escondidas que por la mañana, al despertar, parecíamos dos personas ajenas y distintas a las vistas antes del alba.
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En abril pensé que había metido la pata de una manera sobrehumana. Pero desde hace un tiempo vengo pensando que además de una liberación fué toda una prueba que ha logrado recolocarme en mi sitio... y lo que es más importante; recolocar mis recuerdos y darles a cada uno de ellos el lugar objetivo que se merecen. E incluso intuyo que mi visión de las relaciones amistosas y/o amorosas se han visto gratamente amplificadas, en el sentido de que he logrado separar presente y pasado con la misma facilidad que antaño mi manera de ser me hacia unir estos dos extremos con la certeza de que era lo más justo para mis recuerdos. Y quizás también para mi estabilidad. Así pues de los supuestos errores también se aprende. Somos humanos. No podía ser de otra manera.
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Lucía dice que soy demasiado sincero en mi blog y yo le digo que no puedo hacerlo de otra manera. Siempre me he considerado un truhan que ha mentido en las cosas pequeñas cuando ha hecho falta... pero en las cosas grandes, las cosas importantes... siempre he preferido la verdad... a pesar de que esta traiga algo de dolor. Así por tanto mi sinceridad se ve recompensada por una sensación de "no dejarme nada en el tíntero"... aunque esta nada, a veces, sea insignificante. Y esto es, lo que en la vida real gusta de mi tanto cómo molesta. Que tolero cien mentiras piadosas y truhaneras... pero jamás podré tolerar una mentira que haga caer sobre una gran verdad una fina capa que logre esconder lo obvio. Eso nunca. No es mi estilo.
¿Por qué apuntan a Sirio?
Hace 6 años
2 comentarios:
Cuando vuelves al origen de todo, cuesta remontar días, meses y quizás incluso años... No sabes porque pero eres otra persona totalmente diferente a la que dejo su tierra, con más o menos ilusiones pero en definitiva, diferente, ni te hacen gracia las mismas bromas ni te pone sensible los mismos cuentos, es un cambio brutal porque para bien o para mal cuando te vas dejas algo que ya nunca lograrás recuperar... y cuando vuelves te das cuenta de ese cambio yu tienes la sensación de que todo sigue igual, que gente que antes formaba parte del puzzle de tu vida ahora no es más que una simple pieza... y es muy doloroso la verdad...
Yo siempre he considerado que no soy de ningún lugar así que podre ir a cualquiera...
Un beso!
Saray, cómo dicen en "muchachada nuit"... SOMOS UNOS APATRIDARRRRRRRRR!!!!
Pero si, bonita metáfora la del puzzle. También he de decirte que se da el caso en el cual la relación de amistad se fortalece, a mi me ha pasado y no es justo que no lo diga... pero vamos, las menos veces... casi siempre, cómo en mi post o cómo en tu comentario, el puzzle sigue igual.... y digo yo... ¿no seremos nosotros que no encajamos?´
Ahí dejo la pregunta.
Muak!!!
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