lunes, 11 de abril de 2011

AMARCORD

Ahora que ha pasado mucho tiempo... Recuerdo las tardes de los viernes. Salir del instituto y volver a casa en el autobús, con los rayos de sol del mediodía, filtrados por los cristales dándome en la cara. Llegar a casa, comer y echarme una siesta, y antes de conciliar el sueño, imaginar una vida genial y perfecta; millones de aventuras y amores en ciudades lejanas. Imaginar tener 30 años... Cuando me despertaba, ya bien entrada la tarde, caminar hasta el barrio de al lado de casa y juntarme con mis amigos, aquellos de los que ya apenas sé nada... y dejar que el tiempo, entre risas y más risas, se escurriese entre todos nosotros, creyéndonos eternos. Recuerdo los matinales de los sábados y los nervios al comprar la entrada. Recuerdo a Susana y a Paco escuchando mis argumentos para ver tal o cual película... Y entrar en la sala 2 del America Multicines con la fascinación que se entra a una iglesia gótica o a las pirámides de Egipto... sabiendo que por dos horas el mundo se haría inmenso... y con él, nosotros. Recuerdo el sonido del proyector y el rayo de luz blanca y cegadora que proyectaba sobre la pantalla. Mi vista a veces se detenia en este detalle y por segundos, quizás un minuto, apartaba mi visión de la pantalla blanca y prefería ver lo que había detrás; la luz del proyector, los rostros que atentos miraban la película... la sala llena. Sueños. Recuerdo la casa de mi primera novia. Una habitación llena de discos... dos gatos subiendo y bajando de muebles y sillas... jugando con tus pies. Una habitación llena de ropa, libros, más libros... todo desordenado, sin orden aparente. Y recuerdo paredes llenas de cuadros... Y olor a café frío. Recuerdo la calle pequeña y estrecha, y todos reunidos en el portal debatiendo el plan de la tarde. Y recuerdo a Susana y a mi siempre apartados del resto, hablando de nuestros temas, pensando en salir de aquellas reuniones y buscar la verdad en libros, películas y conversaciones transcendentales. Recuerdo la casa de campo de la tía de Paco. Aquella casa a medio construir donde me fumé uno de mis primeros cigarrillos mientras mirábamos el atardecer de un día de diciembre. Recuerdo la chimenea, las escaleras de madera y el suelo marrón. Recuerdo mi exilio a Madrid, en casa de mi hermana, durante dos semanas (mintiendo a mis padres al decirles que los exámenes finales ya habían terminado...), y volver a esa casa de campo cambiado... sabiendo que mi destino, tarde o temprano, no iba a estar en la ciudad que me había visto crecer. Y entre llamas de la chimenea hablar con Paco... y sentir que ya nadie hablaba mi idioma. Que sólo yo había visto las grandes oportunidades que una ciudad grande y desconocida podía ofrecerle a alguién como yo. Recuerdo la última noche en Málaga antes de mi partida a Barcelona. El pellizco en el estómago, el miedo y el entusiasmo. La increíble sensación del tren en movimiento dejando atrás lo que para mi era una pequeña prisión... Y sentir, minutos más tarde, que a partir de ahora mi vida iba a cambiar radicalmente. Que ya no volvería a ser el mismo de antes. Exactamente lo que pasó. Recuerdo una fiesta en el garaje de la casa de Tania. Toda la noche de risas, hablando... y mi pequeña y torpe declaración de amor, a las puertas de un verano. Recuerdo canciones del disco de George Michael día después, y pensar que había hecho el ridículo... puesto que Tania no me dijo nada. Yo iba buscando una cita y me encontré con una mirada de comprensión, a la vez que de cariño.... incluso de admiración... pero no esa llama de amor que tantas veces había visto en las películas americanas. Ya sabéis; chico le pide salir a chica y esta dice que sí. Meses después, ya entrado Septiembre, recibí una llamanda de ella. Quedamos para ir al cine. Pero nunca lo cumplimos hasta años más tarde. Recuerdo los discos de vinilo por el suelo, mi té con canela y las tardes de domingo escuchando viejas canciones. Y sentir esa nostalgia rara y extraña de los domingos por la tarde. Una nostalgia de nada, pues nada había... pero una nostalgia al fin y al cabo. Recuerdo los silencios raros entre conversación y conversación. Las cartas anónimas de amor y los días de semana Santa. Recuerdo recorrer Málaga a toda prisa para asistir a mi primera cita oficial con una chica, pero como había muchas procesiones... no poder pasar por ninguna calle... y llegar dos horas tardes a un portal de al lado de la catedral.... Sentir que acababa de vivir una aventura cual James Bond. Apunto de no llegar a mi primera cita.... Recuerdo las clases del instituto. Las risas y la pasión en las clases de historia o literatura. Recuerdo un verano con San Juan quemando apuntes... Y un amanecer extraño e inquieto... Despertar del sexo en un saco de dormir. Volver a casa y pensar... "qué extraño es todo esto... yo pensé que era como conectar dos almas...." Recuerdo las noches de marcha con Paco. Nuestras peleas absurdas llenas de orgullo infantil. Mirar a las niñas e intentar por todos los medios que alguna de ellas se fijara en nosotros. Misión imposible. Siempre fuimos los niños buenos.... los amigos de todas.... O al menos eso pensamos. Años después el orgullo infantil se fué haciendo orgullo adulto... e igual que empezamos a vernos e igual que nos hicimos amigos... igual nos dejamos de ver. Y recuerdo muchas más cosas que algún día os contaré...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Llevas razón. He viajado al pasado contigo y me ha encantado.
Dicen que cuando vas siendo mayor es cuando uno realmente empieza a ser, empieza a encontrarse. Opino que son esos momentos cuando precisamente uno llega a ser y realmente se encuantra sin percatarse.

Te quiero.
Susana.

Saray Díaz García dijo...

Un placer como siempre entrar en tus recuerdos por unos instantes, muchas gracias por escribir otra vez y hacer que me sienta un poco representada en tus sentimientos de "exilio"...

MUCHAS MUCHAS GRACIAS!!

Saray Díaz García dijo...

Me encanta volver a verte por estos lares, me he emocionado mucho leyendote y releyendote...
Gracias por dejarnos entrar unos instantes en tus recuerdos, gracias por escribir y hacer que me sienta tan representada en tus sentimientos de "exilio" y de búsqueda de la verdad en conversaciones trascendentales...

ENHORABUENA POR TODO!! :-)

fuegoensagitario@hotmail.com dijo...

Para Susana;

Llevaba tiempo queriendo escribir un post así, pero algo me retenía, una fuerza extraña, una desidia... Ha sido gracias a Júlia; ayer me dijo que echaba de menos despertar y encontrarse con algo nuevo en mi blog, y también me dijo que de seguro a mucha gente le pasaba igual.

Pensé en hablar de mi curro, pero al final el recuerdo ganó la partida. Es mucho más hermoso hablar de sentimientos.

Siempre que se acerca semana santa me acuerdo de esos tiempos y de los buenos momentos, no puedo evitarlo. Y por supuesto me acuerdo de todos nosotros "proyectos de..." que ahora tenemos vidas y cosas nuevas alrededor... Pero es bonito, de vez en cuando, recordar el sol, las tardes de instituto, el America multicines... ¿No crees?

Un abrazo, Susi.

Para mi Arquera;

Hola Arquera¡¡¡ ¿Qué tal estás? ¿Todo bien?

He estado a punto de dejarlo, de no escribir más... Desde Diciembre ando muy liado, han pasado muchas cosas (la mayoría buenas), y una extraña desidia me decía que tenía que pasar página...

Al final he decidido retomar mi blog, y por qué no... de vez en cuando volver a sus orígenes que ahora es el recuerdo...

No sé si a ti te pasa lo mismo, pero cuanto más pasa el tiempo más me acuerdo de personas, detalles y momentos... Te juro que por nada del mundo volvería atrás pero estos recuerdos me invanden como si fueran imágenes de alguna pelí que hace años no veo.

Así que eso, Arquera... He vuelto, y siempre que tenga tiempo y ganas volveréis a encontrar un trozo de mi aquí.

Ya veo que también has vuelto tu, ¿no? Ya me contarás, ¿no? No te he dejado de leer.

Un abrazo muy fuerte de otro Arquero¡¡¡