MOMENTS IN LOVE

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Era lunes. De eso estoy seguro, tengo buena memoria para esos datos irrelevantes. Ella entro en casa y nos miramos. Pero no dijimos nada. Un minuto, dos, diez... Después nos tumbamos en la cama. Ella miraba hacia un lado y yo al techo. No había nada mejor que hacer. Sí, quizás debiamos hablar, pero ya era tarde para aquello. Así que simplemente hicimos el amor. En realidad no se como empezo todo. Quién se acerco a quién. Supongo que fuimos los dos. El caso es que fué algo extraño... Hicimos el amor pero era triste, muy triste. Era una sesación melancólica y lenta que impregnaba todos nuestros movimientos. Ese mismo día supe que lo nuestro tenía los días contados. Fué hermoso, no digo que no... Pero triste, dolorosamente triste.

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Todos dormian menos yo. Estábamos lejos de casa y cuando uno tiene 19 años confunde lejanía con ansias de libertad, así que lo mejor era descubrir nuevas sensaciones, quizás lo que era prohibido en Málaga no tenía porque serlo en Madrid. El trayecto de mi cuarto al cuarto de ella me costo la vida. Me daba corte, miedo, estaba nervioso.... No sabía muy bien que iba a pasar.

Cuando entre al cuarto la vi tendida sobre la cama. Dormía profundamente. Me sente a sus pies y la observe durante unos segundos que se hicieron horas. Cómo por arte de magia ella abrió los ojos, pero no me dijo nada. Se límito a mirarme. Y con voz tímida me pregunto; ¿Qué hora es?

- Tarde - Le dije yo.- Muy tarde.

Ella volvio a cerrar los ojos. En menos de medio segundo ya estaba dormida de nuevo. Me levante de la cama, salí del cuarto y me metí en el mío.

- Nada... -Pensaba yo.- No hay nada que hacer.

Y con este pensamiento me dormí, sin saber que lo que había ido a buscar a esa habitación, aún tardaría mucho en en llegar a mi vida.

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La primera vez, de vuelta de Barcelona a Málaga, en aquel invierno, fué violenta. Más que violenta fué la experiencia de un tipo que está haciendo el amor con otra persona sin reconocer que está haciendo el amor con la persona que es, no con la que desearía que fuera. Así que durante media hora, viente minutos... El tiempo que fuera, mi cuerpo estaba allí pero mi mente, mi rostro... Y el otro rostro estaban a cientos de Kilómetros. Entonces descubri que se puede ser infiel no teniendo ningún compromiso. Y es que los recuerdos del alma, esos que solo sabemos nosotros, tardan mucho tiempo en borrarse. Más del que a veces pensamos.

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Supongo que me deje llevar. Ya era hora, ¿no? Siempre todo tan ordenado, todo tan milimetrado y cuadriculado. Este momento sí, este momento no... Ahora sí, ahora no... Y nada, eso, que me deje llevar. Y en esas noches fuí feliz, muy feliz. Porque lo "oficialmente" prohibido no lo sentía cómo tal. Así que la responsabilidad se veía mermada por la fuerte sensación de estar haciendo lo que querias, cómo querias, cuando querias... Y con quién querías. De vuelta a Málaga, en el coche, los pensamientos eran otros.... Pero ya era tarde para dar marcha atrás. Una y mil veces pensaba; la próxima vez no te dejes llevar, tienes que ser fiel a lo que piensas... A lo que crees que es correcto. Pero cuando la próxima vez llegaba, de nuevo estos pensamientos de mi parte racional eran anulados por otros, que si bien menos "correctos" me hacian sentir más libres.

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Almería. 4 o 5 de la mañana. Un viento suave. Noche abierta y estrellada. En mitad del desierto. Lo demás me lo guardo para mi. Pero vamos, ya os podeís hacer una idea, ¿no? Las mil y una noches en una hora más o menos.

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Perdonas con ternura...
Todas mis locuras...
Y aunque sé que nada ignoras...
Y que por mis errores lloras;
no soy capaz de cambiar.

Pues eso; Que no cambiaba. Ni ella ni yo.

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Septiembre. Una piel suave y mojada. Una cama inmensa. Todo el tiempo del mundo para empezar.... Con curiosidad, algo de miedo. Tiembla mi cuerpo y el de ella. En el fondo no sabemos muy bien que... Pero sabemos que vamos por buen camino. Fundido en negro. Ella sobre mi pecho y yo escuchando los ruidos de la calle. Bénditos ruidos. Así una y otra vez. En la realidad, en mi memoria... Y por siempre.

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El último polvo. Con ella. En abril del año pasado. Y digo polvo porque fué solo eso. Aburridos. Borrachos. Sin ganas de dormir. Dos o tres movimientos cansinos y lejanos... Fuera de sí. Esfuerzo, sin pasión.

- Oye, mejor lo dejamos, ¿no?

- Sí, anda.

- Estupendo. Mañana ya vemos, ¿vale?

- Sí, mejor. Me muero de sueño.

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¿Ver las estrellas? Muchas veces. ¿Ver el universo? Dos o tres. Contadas. Recordadas. Todas con la misma persona. De caer rendido en la cama y pensar, Dios, sí me muero ahora mismo... Seré el tipo más feliz del mundo.

Que importante es el sexo, el buen sexo, de verdad... Y quién diga que no; O miente... O se guarda muchos secretos.

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Y estar haciendo el amor... Y entrarme una risa descomunal. Y contagiarla a la otra persona. Y dejar de hacer el amor porque la risa era más potente que nuestros cuerpos. Y gustosos, de buen rollo, sin querer quedar bien, decir; Joder.... Que divertido, por Dios¡¡¡ JAJAJAJA

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Imaginarte aún sin saber cómo será. Y repetir el momento una y otra vez en mi cabeza. Y saber que quizás nunca se haga realidad. Pero entender que imaginar ya es un paso. Y descubrir en cada rincón de mi mente la imaginada habitación donde tu y yo, si el destino quiere.... Seremos uno.

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Un beso a todos.