(A Esther. Por los tiempos que quedan por venir. Por estar ahí siempre. Por convertir una voz desconocida en una voz amiga. Por esos hilos invisibles que nos unen desde quizás hace mucho... mucho tiempo)
Yo recuerdo las tardes de escuela. La profesora explicando en la pizzarra y yo mirando por la ventana. Observando las hojas de los árboles, las personas que caminaban fuera del reciento escolar... Inventando miles de historias que podian ocurrir en ese momento.
Luego, sobre las cinco, la sirena tocaba y rápidamente guardaba mis cosas en una pequeña maleta azul marino... De popeye, creo recordar.
Al salir lo primero que me llamaba mucho la atención era la luz. Una luz que lo envolvía todo de una magia especial. Todo podía pasar. Desde las cinco a las nueve de la noche, la hora en la que me acostaba, todo podía suceder... Y esa luz tan especial me recordaba que los sueños, a veces, se pueden hacer realidad.
Al llegar a casa ponía la televisión... Antes no hacía falta hacer zapping. Sólo había dos canales. Primero barrio sésamo... Y luego, lo que más me gustaba; planeta imaginario. Los niños de antes se dividian en dos tipos; los que amaban Barrio Sésamo y los que amaban Planeta imaginario. Yo era de los segundos. Era un programa extraño, sin lógica aparente... Imágenes, sonidos... Algún que otro reportaje sobre música... Y sobre todo lugares y lugares del mundo que por supuesto jamás, ni aún hoy, podré conocer.
Algunas tardes me iba al videoclub y aquilaba una pelí. Es curioso recordar cómo las imágenes de tu pasado, las imágenes que consumes de niño pueden condicionar tu vida y tus deseos de mayor: En ese videoclub pude conseguir cientos y cientos de películas que llenaron mis horas vacias de una sensación hermosa de paz y libertad. Cientos y cientos de historias circulando por mi retina a la velocidad del rayo. Una y otra vez. El mando a distancia ardiendo de tanto rebobonar, ahora hacia delante... Ahora hacia atrás... Una y otra vez.
Otras veces me iba a jugar; el escondite, policias y ladrones... Putear a los vecinos y hacer trastadas que a la comunidad le salian muy caras. Otra tardes, las menos pero las más intensas, me escapaba con algunos amigos al campo que había cerca del barrio... Campo que ahora ha desaparecido dejando trás de si una estela de urbanización y bloques impersonales que llenan el espacio donde un tiempo hubo vida.
En el campo me entretenía viendo los hormigueros. Me fascinaba fijarme en cómo las hormigas iban haciendo sus cosas. Todas caminando unas detrás de otra. Luchando contra el viento, contra la lluvia.
A veces tumbarse sobre la hierba y mirar las nubes era lo más; Formas extrañas que poco a poco iban tomando un caracter definido, un avión, un pájaro, una cometa... Un nombre, tal vez.
Fueron tiempos felices; Carolina, Rocio, Maria del Mar, Noemi... ¿Qué será ahora de ellos? ¿Dónde estarán? ¿Se acordaran de mi tanto cómo yo de ellos?
El sábado por la mañana al mercado del centro con mis padres. Al pasar por las pescaderias siempre me quedaba mirando el agua que estaba estancada en el suelo... Este agua iba a parar a una alcantarilla... Y yo, siempre con el mismo sueño; ¿Será por aqui donde se escapo el soldadito de plomo?
Olores y más olores.... Gente. Vida. Sensaciones. Sorpresas. Luego, en alguna tienda... Un muñeco, un coche o un libro. Me fascinaban los libros. Me leí todos de Julio Verne, Mark Twain.. Hasta un biblia para niños cuyos dibujos provocaron en mi verdadero extasis artísticos... Sí la historia del mundo y de Dios había sido tan hermosa... Nada podía ser malo.
Siempre haciendo dibujos; bueno, sólo dos tipos de ellos; o Bien un castillo al final de una montaña o rascacielos gigantes... Todos juntos. Altos. Altísimos. Más altos de lo que creo recordar.
No me gustaba echar siestas pero estaba obligado. Esa hora u hora y media eran un infierno para mi; no había nada que hacer y yo siempre quería hacer algo... Así que, en esas horas indefinidas y extrañas me dio por invertarme mis propios cuentos... Y de inventarme mis propios cuentos me dió por escribirlos en una pequeña libreta de cuadritos... Y de escribirlos en una libreta de cuadrito me dió por ser lo que soy ahora.
Ay, el amor... El amor. Me enamoré de una profesora que tuve en segundo. Recuerdo que un día me cogio la mano para llevarme a no se que sitio de la clase y senti todo un escalofrío. Luego estaba Carolina, que era mi amor de siempre. Ella no me hacia mucho caso, pero se hacia lo que se podía. Mis amores no estaban ayudados por fantasias románticas fisicas... Para mi un beso o un abrazo era lo de menos... Yo quería soñar, imaginar y jugar al lado de esa persona... Lo demás me era indiferente. Así que supongo que la relación que tuve con Carolina, una relación de amistad sincera, infantil y tenaz, ha sido la relación que ha condicionado mi futuro... Para bien o para mal... Y es que siempre he buscado en el amor a esa persona amiga que ante todo sepa disfrutar contigo de los buenos momentos.
La música... Los discos de vinilo de mi padre. Uno a uno ir descubriendo a cantantes maravillosos... Canciones que ya forman parte de mi vida para bien y para mal. Tardes soñando con las letras y las portadas de todos los LP. Imaginando que sí en una portada salía un hombre con una pistola las canciones tendrían que tratar sobre la mafia... La policía... Los bajos fondos. Que iluso es un niño, ¿verdad?
Por las noches juegos y más juegos con mis hermanas. La luz apagada y yo pidiendo un cuento. Mi hermana mayor siempre me contaba el mismo. Y de tanto contar...Es el único cuento que aún me se.
Por la noche, antes de dormir... Siempre la misma imagen en mi mente; la bola del mundo (no sabía que era el logotipo de una productora de cine, universal) y mi cuerpo acercándose letamente a ella.
Luego dormido... Los sueños, Yo volando, yo en un barco pirata, yo en un castillo encantado lleno de misterios... Los sueños. Nunca se sueña tanto y tan bien cómo cuando uno es un niño. Ahora apenas recuerdo mis sueños.. Ya bastantes tengo en vida.
Mi amor platónico fué Lois Lane. Yo quería (y quiero) una mujer cómo esa; simpática, bocazas, atrevida, despierta, desenfadada... Algo torpe... Y que siempre necesitara de un super heroe para salir de un aprieto, o sea yo.
Los días de lluvia... Las gotas de agua pegando fuerte en la ventana y yo quitando la humedad del cristal con los dedos de la mano... Haciendo dibujos sobre el vidrio. Un puzzle a medio hacer... Nunca me gustaron los puzzles ni los juegos que requerian mucho tiempo... Cómo ahora.
El descubrimiento de lo que era hacer el amor viendo una escena de "El nombre de la Rosa". El descubrimiento del miedo viendo "Pesadilla en Elm Street" o "Poltergeist". El descubrimiento de la magia viendo "La historia interminable" o "El mago de oz". El descubrimiento de la vida viendo otras tantas...
Y así, día a día fué pasando mi niñez. Una niñez feliz, llena de todo y sobre todo con mucho amor.
Ahora años después, muchos años después, aún veo reflejado en algún espejo a ese niño que fui.
Debes crecer, me dicen.
Sí.... Digo yo. Pero mi cuarto.... Sigue estando lleno de juguetes.
¿Por qué apuntan a Sirio?
Hace 6 años