El otro día volví al BAR DE DIEGO. Sí, el bar que está frente a la antigua Escuela de Arte Dramático, donde pasé algunos años bebiendo coca-cola, té y de vez en cuando alguna que otra cerveza entre clase y clase. Nuestro punto de reunión. "El salón de nuestra casa"....
Es extraño volver de nuevo a un sitio que antes tenía mucha vida y ahora desgraciadamente no tiene ninguna. Hasta Diego me lo dijo, el dueño del bar, "desde que quitaron la escuela, desde que ya no estáis vosotros esto no tiene vida alguna".
Era triste ver las mismas mesas de siempre, que antes estaban llenas de alumnos que estudiaban, hablaban o reían, y verlas ahora solitarias, sin nadie alrededor de ellas, en el mismo espacio que tantas veces nos observó hacer proyectos de futuro... y soluciones del presente.
Tengo que reconocer que sentí un pinchazo en el estómago al comprobar que el tiempo pasa. Que donde un día pensamos que estaba todo, ahora no hay nada. Que lo que un día pensamos era el centro del universo, pues en cierto aspecto un lugar puede ser en algún momento tu centro vital, ahora no es nada, sino un recuerdo poblado por fantasmas de un tiempo que quizás no fue mejor... pero que sí recuerdas con mucho cariño.
No pude evitar acordarme de las tardes de Invierno con el té caliente y el "pitufo" de jamón serrano mientras apurábamos un último cigarrillo antes de entrar a las dos últimas clases de la tarde. Las risas de muchos de nosotros, los textos teatrales que teníamos que leer, los trabajos a terminar de manera rápida y algo desordenada pues tenían que ser entregados después de "la merienda".
Me acordé del primer año, de las salidas (todos los planes nocturnos se ideaban en esas mesas), de las primeras charlas y conversaciones entre los compañeros. De una vez, a dos días de la nochebuena, cuando nos tomamos la limpiadora de la escuela, la conserje y yo, unos chupitos de anís mientras cantábamos a Diego un villancico. Eran días felices. Eran noches divertidas. Eran jornadas de aprendizaje y descubrimiento.
Tampoco pude evitar acordarme de Carlos que ya no está con nosotros. De sus divertidas charlas, de sus almuerzos compuestos por ensaladilla rusa y coca-cola Light, de dus idas y venidas hacia fuera del bar para hablar por su teléfono que nunca dejaba de sonar... de cuando entre clase y clase, allí en el bar, te daba una charla sobre cualquier tema y sin preguntar te solía dar unos enormes consejos que a día de hoy aún sigo. Diego y yo hablamos de Carlos, de lo increíble (en el mal sentido, por supuesto) que es ver desaparecer a una persona tan joven, tan llena de vida y tan artísta. La verdad es que si alguien nos hubiese dicho que Carlos iba a faltar, no lo hubiésemos creído.....
Y entre pensamiento y charla... entre mirada a las mesas vacías y recuerdos de un ayer que aún parece cercano me marché del bar de Diego. Triste y cabizbajo. Pensando en muchas cosas y en nada en partícular. Triste. ¿Por qué todo lo hermoso se termina? ¿No sería posible vivir una vida entera para cada cosa hermosa que nos ocurre? Una vida entera para ser estudiantes, una vida entera para dedicarle el tiempo a tu amor, una vida entera para hace el amor por primera vez... una vida entera donde todo se eternizara. Sería bonito.
Lo que yo no sabía cuando me marché del bar de Diego es que tres días más tarde mi mente volvería a recordar cosas en ese bar y en concreto a una persona que durante muchas horas habló conmigo en esas cuatro paredes de cine, teatro y libros.
El caso es que el miércoles pasado estaba reunido con mi equipo cerca del bar de Diego cerrando algunos temas del rodaje de mi siguiente cortometraje cuando me encontré a David. David fue uno de mis mejores amigos en la escuela; pasamos por muchas cosas juntos y aunque el tiempo nos separó yo le guardo un enorme cariño.
Pues bien, David me preguntó si me había enterado de lo que le pasó a X el año pasado... Yo le dije que no... y David me dijo "se suicidó". Y en ese preciso momento me quedé helado.
X es el nombre de un chico que era alumno de la escuela y con el que yo me llevaba muy bien. Estaba un curso por encima de mí y siempre solíamos tomar un café antes de entrar a la escuela, mientras charlábamos sobre cine, nuestra auténtica pasión. Fueron muchas horas de charlas y confesiones... de cambiar opiniones sobre compañeros, profesores, métodos, libros, situaciones personales, etc, etc.... En realidad X nunca salió conmigo de marcha, ni tan siquiera nos vimos fuera del horario de clase, fuera del horario del café en DIEGO, pero durante los dos primeros años se estableció entre nosotros un vínculo que iba unido al primer café de la tarde, antes de entrar a clases...
En fin, que David me dijo que X se había marchado a otro país buscando sus sueños y que tiempo después había decido quitarse la vida. Una persona que no tendría más de 30 años. Una persona que tenía un gran talento para el teatro (yo vi alguna de sus direcciones y puestas en escenas...), una persona que, de algún u otro modo, siempre intuí tendría un fin parecido. Sé que suena fatal decir lo que he dicho pero sinceramente esta persona parecía alguien a punto de estallar, que estaba presionada por muchos sitios y lugares... sufridora de poca comunicación, solitaria.... con una necesidad imperiosa de sentir cariño y atención. Quizás por eso hice tan buenas migas con esta persona, porque un día la vi sentada sola entre mesas llenas de gente... y siempre me gustó ser acogedor con todo el mundo que se podía sentir desplazado. Es más, de hecho puedo certificar que esta persona incluso caía mal a muchas otras personas y estas personas ni siquieran lo conocían... En fin, la típica historia que desgraciadamente se repite en muchos centros escolares y/o universitarios.
La última vez que vi a esta persona bajaba las escaleras de la escuela y estaba muy enfadado, (y con razón). Después de un tiempo fuera había decidido retomar sus estudios y volvió a clase tres semanas después de haberse iniciado el curso. La primera toma de contacto con los profesores de una de las asignaturas fue fatal, le dijeron textualmente.... "que iba a suspender".... En fin, decir semejante chorrada a un alumno que sólo había faltado tres semanas a clase de un total de nueve meses que había por delante.... Simplemente por el mero hecho de joder, porque otra cosa no, pero en esa escuela había profesores con muchas ganas de joder a los alumnos, desmoralizarlos, hacerlos sentir mal... con ganas de verlos fracasar, porque muchos de esos profesores eran unos fracasos andantes... Es tener mucha mala leche. Y de ser malas personas.
En fin, que me encontré a esta persona por la escalera y me dijo casi con lágrimas en los ojos; "me quieren joder la vida... no quieren que vuelva a estudiar"... Y yo le animé diciéndole que a mi también me la tenían jurada algunos profesores (cosa que era verdad)... y que no debía de hacer caso y volve a clases. Fue aquella tarde cuando esta persona decidió abandonar España para buscarse un futuro artístico mejor. Si aquella tarde estos profesores hubiesen recibido a este alumno de forma calida y humana, quizás no hubise tomado esa decisión y quízás a día de hoy estaría vivo. Está claro que no estoy haciendo a nadie responsable de una acción, simplemente digo que pequeños gestos pueden ayudar a cualquier persona a no sentirse mal y por ende a pensar que la única solución es dejar este mundo. ¿tanto cuesta?
Me imagino el infierno que tuvo que pasar esta persona en una nueva ciudad, en un extraño y lejano país. No quiero ni pensarlo.
Primero Carlos y ahora esta persona.... tan jóvenes....
Son cosas que ocurren y te hacen pensar.
Que nadie os joda vuestros sueños y vivir cada momento como si fuese el último.
Son las dos únicas cosas que realmente dependerán de nosotros. Por lo tanto, no las desaprovechemos.
¿Por qué apuntan a Sirio?
Hace 6 años