jueves, 16 de abril de 2009

DIA RARO

Ayer tuve un día raro de cojones.

No voy a explicar concretamente porque lo fué, pero sólo deciros que una serie de sentimientos, situaciones, y demás me sobrepasaron y no tuve más remedio que actuar. Digamos que mi olla a presión ya estaba punto de estallar y zas; de perdidos al río. "Es aquí y ahora", me dije "no pierdes nada". Y así fué.

A las tres de la tarde estaba echo polvo. A las cuatro mi estado anímico era completamente un desastre. Pero a eso de las siete paso algo, algo que para mi es muy importante.

Yo antes, hace mucho, no contaba mis fracasos, sólo mis triunfos. Me daba verguenza quedar cómo un perdedor cuando algo se me torcía o me salía mal. Sé que parece una tontería, pero para mí no lo es. Así que ayer, con una derrota de las buenas, decidí contarla sin más, a gente que quiero, que me quiere... Que aprecio... Que me entiendan más o me entiendan menos, (soy complicado de entender, la verdad), me podían dar su visión sobre la cosa y también darme ánimos, que aunque muchas veces en el pasado pensé que no los necesitaba, ahora me he dado cuenta que son necesarios... Es cómo la metáfora que un día me explico una amiga mía; En esta vida todos estamos en medio del océano con una tabla de surf... Y a veces necesitamos que alguién nos empuje para llegar a la orilla.

Pues eso es lo que hice; buscar ese empujón, una mirada que tuviera ganas de escucharme. De escuchar mi derrota.

El caso es que hubo opiniones, consejos y demás para todos los gustos. Gente más implicada en la historia de mi derrota, gente menos implicada... Pero bueno, gente que, cómo he dicho anteriormente, me aporta cosas actualmente y cuyo consejo, aliento u opinión, ahora me es vital.

Así que a eso de las doce de la noche mi derrota fué pasando de derrota a circunstancia mala o hecho no grato... Y cuanto más pasaban las horas de la noche este setimiento se iba empequeñeciendo.

Esta mañana ya lo veía todo más claro. Os juro que no es autoprotección ni querer tapar algo que ha salido mal con falsos auto-alientos de ánimos y tirar para adelante, pero tengo que deciros que mi derrota me ha enseñado mucho y me ha hecho pensar en algunas cosas que más o menos tenía olvidadas, o mejor dicho; dadas de lado.

Así que esta tarde, mientras disfrutaba de mi café habitual en el bar del Diego... Y esta noche, mientras asistía al último visionado público del corto donde he participado, me he dado cuenta que, pase lo que pase, ocurra lo que ocurra, fracaso tras fracaso... o triunfo trás triunfo; la vida sigue. No se termina el mundo. Un fracaso es cómo un RESETEO de tu alma y de tú mente. Un borrar, aprender y seguir haciendo, mejor o peor, pero haciendo al fín y al cabo.

En marrones o situaciones más grave he estado y he salido. Así que, aunque suene prepotente y chulo, y aunque entonces la gente piense, "bah, no habrá sido tal derrota si has llegado a esa conclusión", siento dentro de mí que hoy estoy más fuerte que ayer. Más preparado.

La historia de este fracaso me ha hecho verme desde fuera, porque otros, aquellos amigos que me han escuchado, han sido francos conmigo y me han dicho, quizás, lo que yo no podía o no quería ver. Y es que, una cosa es la realidad y otra tu realidad. Cuando estás dentro de tu realidad la visión parcial de las cosas se pierde y entonces, pues eso... Necesitas un plano general, y sí es con la cámara y la visión de otras personas; mejor que mejor.

Cómo dice la canción de Victor Manuel, "soy un corazón tendido al sol", "aunque soy un pobre diablo sólo sé tres cosas nada más"... Pero esas tres cosas, a día de hoy, me son vitales para sobrevivir en un mundo que a veces cambia de color. En realidad no cambia de color, somos nosotros muchas veces los que lo teñimos del color que deseamos, para bien y para mal... Pero bueno, el caso es que... Lo que sé, con 28 años que tengo, lo bueno, lo malo, lo extraño, lo hermoso, lo horrendo, lo sincero, lo falso... Todo ello junto y no otra cosa me hacen crecer día a día hacia lo que siempre pensé que quería ser.... Bueno, hacía lo que siempre quisé ser. Y a día de hoy puedo decir que me encuentro un poco más cerca de mi meta.

Tras este fracaso siento haber finalizado una etapa que anulaba cierta vida que debía haber llevado con absoluta normalidad. Es lo que tiene las historias que no se cierran bien y a tiempo. Que luego, con el paso del tiempo, te van quemando... Gracias a Dios esta historia se ha terminado, quizás no con el final que yo deseaba, pero al menos es un fin. Y todo fin es comienzo de otra cosa. A menos que este fin sea la muerte, pero cómo a mí me queda mucho carrete aún por gastar he decidido que a partir de hoy no dejaré que el tiempo, los fracasos y las historias que van y vienen me conviertan en sus esclavos. A partir de ahora pensaré que todo empieza y termina en el justo momento dónde mi cabeza y no mi corazón me dice; eí, termina. No pierdas el tiempo. A otra cosa, mariposa.

Por lo tanto, la lección de este fracaso ha sido vital para entender muchas cosas y entenderme a mi mismo.

Me quedo con un buen consejo;

"No dejes que un Salva tape al verdadero Salva".

Definitivamente jamás un fracaso fué tan certero, directo... Y tan verdadero.

En fin; historias de la vida, filosofías de un jueves por la noche dónde el sueño no es capaz de vencerme porque me siento, quizás, más vivo que nunca.

A partir de ahora trataré de "poner el ojo dónde pongo la bala", en todos los sentidos... Y sí la bala no da en el blanco no preocuparme más de lo debido. Porque, aunque suene ridículo, tonto, ñono, películero... Estamos aquí para ser felices, y los fracasos, los malos momentos, han de ser medidos en su justa medida; o mejor dicho... Han de afectarnos brevemente, el tiempo justo para aprender de ellos y luego viajar hacia otra cosa. Lo demás es tontería.

No hay comentarios: