Las piezas a encajar son pequeñas pero cruciales;
Una es tu mirada
disipada por el paso del tiempo,
por historias sin sentimiento,
por horas dónde tu voz no era más que mi lamento.
Otra es la libertad,
de saber que siempre supiste,
que a pesar de los deslices
siempre te quise amar.
También es recuperar
lo que hay escrito en mis cuadernos,
lo que la tinta escribió sin que lo borrase el viento,
todo lo que te quise decir, a viva voz, sin miedo.
La pieza de rellenar,
aquello que tu amor dejo hueco,
sin utilizar a otras para ello,
la misma de siempre, tú, en mis recovecos.
Una pieza, mastil vertical
de todo lo que aún conservo,
de lo que quiero darte; gratis,
de lo que por ti no tiene precio.
De las noches en vela,
pensando cómo vestirte,
alejarte de lo feo, aislarte de lo muerto...
y simplemente sentirte.
La pieza de tú destino,
que aparece cuando me fuerzo en olvidarte,
que me recuerda todo el tiempo
lo que aún quiero darte.
Convertir tu desconfianza
en plena seguridad,
demostrarte a ciencia cierta;
que el de ayer, el que conociste, aún y por siempre está.
La pieza de anular
mis disfraces del dolor,
que por tu ausencia y tu silencio,
me hicieron ser dos.
Y por último la pieza de lo nuevo,
de los secretos, el misterio, la aventura...
de los deseos mudos que ahora serán verdad
cuando tu vida y la mía sean una;
nada más.
¿Por qué apuntan a Sirio?
Hace 6 años
2 comentarios:
Que bueno! Me encanta.
Que caprichoso es el destino...
Publicar un comentario