NOCHE 1.
La observe detenidamente durante toda la noche. Escondía mis ojos detrás de aquella jarra de cerveza helada que me obligaba a terminar en cada sorbo. Y de esa observación saque una conclusión; era la misma de siempre pero había cambiado.
Y las risas eran conocidas, los gestos, las palabras... Pero había algo en el total de aquel momento que me resultaba extraño. Ella estaba distante conmigo, cómo sí de un plumazo hubiera borrado todas las historias que años atrás habíamos vivido juntos bajo el mismo sol y la misma lluvia.
Y en aquel bar, en el bar que marca para bien y para mal el principio de mi vida adulta la volvi a observar con ojos desconocidos, inquietantes, nerviosos...
Y cuando sus labios tocaron otros labios yo me quise morir. Pero no me fuí de aquel bar, ni tampoco llore, aunque ganas no me faltaron... Simplemente me limite a mirar la escena cómo sí de una película se tratara.
Y el tiempo se detuvo, con el las personas, los alientos y las respiraciones. Y allí estaba yo después de tanto tiempo certificando que el pasado ya había pasado.
Aquella noche camine en silencio por las mismas calles de siempre. Pero yo ya no era yo. Y quién estaba a mi lado parecía inerte, un maniquí que el destino había puesto en esos momentos al lado mía para poder cogerme en caso de haber caído al suelo, pasto de aquel dolor irreconocible que por primera vez en mi vida se hacia presente.
NOCHE 2.
Tenía ganas de probar los labios del pecado... Y los probé.
Recuerdo la frialdad de un cubito de hielo... Sus dientes y mis dientes chocando accidentalmente bajo un beso que se suponía apasionado.
Y creo que volvimos los dos a pie... Al mismo barrio que tantas otras veces me vío reir apenas seís años antes, cuando nuestra vida y con ella nuestras tardes se consumian en esos bancos viejos y carcomidos.
Y en aquella última planta de aquel edificio alto y vetusto puede comprobar que la pasión sin ganas es cómo dejar llevar tu cuerpo hacia el abismo que sólo la muerte en un futuro te dará. Y la importancia de aquel momento fue minúscula... Obsoleta. Robótica... Hacer por hacer, sin saber que se esta haciendo... O mejor dicho; sin saber porque se esta haciendo.
Y cuando me cansé y volví a la realidad mi verdadero yo explicó a esta persona la linea sobre la realidad de mis actos y la fantasias de mis actos había sido sobrepasada. Y me fuí cómo vine...
Y camine hasta mi casa. Ya era de día. Recuerdo mi cuerpo cansado, mis pies... Mis ojos mirando hacia la luz del tímido sol que poco a poco iba apareciendo por el horizonte.
Y cuando me tumbé en la cama, antes de caer dormido profundamente, pensé en ella. En la que hacía poco menos de una semana que había dejado atrás, escapar, dejado de sentir... Por desidia, miedo y egoismo.
Horas más tarde tuve deseos de dar por detenido el tiempo. De volver hacia un instante en concreto... Pero ya era demasiado tarde; ya había pecado. Ya me había engañado... Ya no había vuelta atrás.
Simplemente forzar el olvido sería la mejor de mis medicinas.
NOCHE 3
La puerta de aquella casa desconocida se abrió.
Me senté en un sillón marrón y durante largos y tensos minutos, (al menos para mi), nos miramos sin saber apenas que decirnos.
Pude cortar el tema media hora antes, pero mi curiosidad natural me hizo avanzar hacía esta situación. Y ya era tarde para volver atrás. Quedar cómo un cobarde me importaba más que negar mis miedos y seguir hacia el desenlace común de este tipo de noches.
Pero el destino estaba de mi parte; y tras el silencio vino un té, y luego otro... Y hablamos de cine, de música, de recuerdos, de amores pasados... Y poco a poco me fuí acomodando ante la que podía ser mi nueva vida.
Recuerdo que entre conversación y conversación entre en aquel baño. Y me mire fijamente en el espejo. Y me dije a mi mismo; esta a punto de comenzar una nueva etapa. Tienes que decidir sí quieres o no el reto de saber todo lo que has ocultado estos años de dudas inmensas, de miedos ridículos y de situaciones ambiguas.
Y salí del baño... Y me sentía bien, porque aquello no era un juego, sino algo extraño y diferente que por primera vez en mi vida estaba sintiendo para bien o para mal.
Y subimos las escaleras de madera... Y nos tumbamos en la cama cómo dos adolescentes que después de un largo día de campo yacen en paz para dormir.
Y mi cuerpo temblaba y era inerte hacia ciertos estímulos... Y una y otra vez se repetian en mi mente palabras de lamentos, de remordimientos, de miedos... De miedos infundados ante la creencia de que todo lo que no era normal, era malo... En base a que un pasado, sea cual sea, no pude ser borrado de un plumazo.
Y lo demás me lo reservo, porque hay cosas que jamás contaré... Ni aqui, ni en ningún otro sitio. Pues hay secretos que por siempre y para siempre perteneceran sellados en mis labios.
Sólo diré que aquella noche también tuvo un amanecer.
Un amanecer en un coche blanco.
Y un silencio tremendo que hacía escuchar los látidos de un corazón, el mío, que durante días, meses.. O quizás años atrás no había latido con tanta pasión ni una sola vez.
Y aquella misma tarde... Mis sospechas se hiceron realidad.
Yo era el mismo de antes y el nuevo de ahora. Dos en un mismo cuerpo y en una misma mente.
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NOCHE 4.
Media hora antes hicimos el amor apasionadamente en ese piso viejo y en aquella habitación prestada que durante algunos minutos nos vió disfrutar.
Y media hora más tarde ella comenzo a llorar con la fuerza de cien torrentes de agua... Un llanto pálido y profundo que me hizo asustar pues jamás vi a una mujer llorar de esta manera.
Y ella me dijo que yo le haría daño... Y yo le dije que confiara en mi... Que mi instinto me decía que aquello iba a ser el paso definitivo para que dos almas nómadas y errantes se pudieran fundir en un mismo corazón.
Y durante algunos meses jugamos al sexo, a las mentiras, a las confesiones, a los amantes-amigos que de vez en cuando dejan ver entre tanta mentira un instante de verdad.
Y fué a ella y a nadie más a la única que le canté una canción al oído. Apartando de mi toda la verguenza de una situación de la que había sido testigo cientos de veces por medio de aquellas películas de amor que tanto odiaba.
Y todo termino al cabo de un tiempo. Pero no hubo dolor porque lo nuestro se asento bajo un suelo de arenas movedizas de las que éramos conscientes ella y yo. Así que nadie engáño a nadie.
Y muchas veces se me ha reprochado esta historia, estas situaciones, estos momentos...
Pero nadie podrá entender ni entenderá que tanto ella cómo yo fuimos sinceros el uno con el otro... Que simplemente apartamos de nosotros todo lo que nos era ajeno... Y durante unos minutos, de cualquier día o de cualquier mes, creamos un mundo a nuestra imagen y semejanza.
NOCHE 5.
Y la luna reflejada en el mar.
Y una pasión desbordada más allá de los limites de nuestra responsabilidad personal y ajena.
Y ropa por el suelo. Risas. Gemidos. Palabras entrecortadas...
Luego calma.
Y la luna aún sobre el mar.
Y de pronto un mensaje a mi móvil.
-Estoy bien. Gracias por todo, salva.
Y repentinamente el recuerdo de una historia de amor pasada, pasada pero no asimilada.
Y tener el convencimiento total que aquel mensaje era una nueva oportunidad de retomar la cosa por donde se había dejado.
Pero la fuerza de una mujer puede más que la pasión de cualquier hombre.
Y después de ese mensaje de móvil de nuevo la ropa por el suelo, las palabra entrecortadas... Los gemidos.
Una hora más tarde volvía a la ciudad.
Y en la radio del coche la canción que tantas veces me dijo que le recordaba a mi;
-Tu recuerdo sigue aqui, cómo un aguacero... Ya no se lo que pensar, sí tu recuerdo me hace bien o me hace mal.
La señal definitiva para saber que su alma y la mía ya estarían unidas para siempre y por siempre. Con eso me bastaba.
NOCHE 6
Y yo fumando en aquel restaurante.
Y ella a mi lado sufriendo.
Y yo fumando y riendo.
Y ella a mi lado sufriendo.
Y yo hablando de otras.
Y ella a mi lado sufriendo.
Y yo haciendo daño.
Y ella, poco a poco, alejándose de mi.
NOCHE 7
Durante mucho tiempo admire esa alma. Pero se pensaba que aquello era amor. Y escuchaba sus palabras con una atención pocas veces utilizada por mi. Y cada frase era un experiencia hacia el mundo de alguién que sin lugar a dudas había vivido mucho más que yo.
Esta noche he vuelto a leer aquel libro que me dedico.
Y la dedicatoría dice así;
"Es más sincero hablar de tonterías con un genio que hablar de cuestiones relevantes con un cretino".
Firmado XXXX
14 de febrero de 2004. Barcelona.
Y hoy, he caído en la cuenta de que ese día, aquel día... Era el día de los enamorados. El día donde me regalo este libro que conservo cómo un tesoro.
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