viernes, 26 de marzo de 2010

ELLA BAILA

La conocí hace más o menos un mes.

Yo estaba contando el dinero y ella me pidió una entrada. Sin prestar atención se la dí, ella me dio el dinero... y entonces la miré. Sonrísa hermosa, de esas que no se notan forzadas. Una voz dulce que me decía "gracias" mientras los ojos daban a entender lo mismo... pero más intenso. Un misterio especial. Eso que sólo notan dos personas, en un segundo, en un instante... cuando sobran las palabras.

Al cabo de una hora volvió a pasarse por allí. Quería dejar algo en una percha... Le antendí aunque esa tarea no me corresponde a mi. De nuevo me sonrío y yo la correspondí.

Desde hace un mes viene viernes y sábados. No falta. Pelo largo negro, la mismas sonrisa de siempre, sus buenas y educadas maneras... Y desde hace un mes no paro de mirarla cuando baila, a través del cristal... pues ella baila muy bien, y me encanta observarla. Ella sabe que la miro, he pillado alguna de sus miradas esquivas... trás esta mirada siempre viene su sonrísa... y ella contínua bailando como si nada pasase, con esa seguridad atronadora que tienen las mujeres cuando se saben observadas por un hombre que sienten hacia ellas una poderosa atracción, un vínculo extraño y sin sentido que surgió de la nada.

Esta noche ha vuelto a venir. Otra vez su pelo, su sonrísa, su voz dulce y algo grave... y sus pasos de baile, maravillosos pasos de bailes que demuestran una pasión por el ritmo más allá del hobbie ocasional.

Esta noche, ya tarde... ha vuelto a venir para dejar algo en una percha. Y yo de nuevo la he vuelto a atender. Cuando le he dado el número de la percha me ha mirado... y durante dos o tres segundos he creído notar que algunas palabras iban a salir de su boca... Y de hecho han salido...

- Bueno, me voy a bailar...

Entonces he reaccionado rápido, pues he notado que esta frase ha sido una frase de esas que se dicen... O bien para cortar el silencio o bien para ser respondidas rápidamente, para romper el hielo.

Entonces yo le he dicho;

- Bailas muy bien.

Y ella, con su habitual sonrísa me ha dicho; gracias.

Pensé que se iba a marchar pero se ha quedado hablando conmigo un rato. No sé si han sido diez o quince minutos... El caso es que esto de la intuición casi nunca me falla y he pensado... ¿Qué hace aquí hablando conmigo cuando podría estar bailando... que es lo que hace en este sitio?

Las ideas se han agolpado en mi mente a la velocidad del rayo. Así que he soltado...

- Oye, ¿te gustaría algún día tomar un café?

Y ella me ha dicho.

- Esta semana me viene perfecto.

Y su sonrísa se ha convertido en una sonrísa amplia, de esas que se escapan cuando sabemos que hemos conseguido algo que quizás, muy dentro de nosotros, estábamos deseando.

Así que hemos seguido hablando... Ella me contaba sus cosas y yo algunas mías... así, con la música de fondo.

- ¿Te parece bien el martes? -Le he dicho yo.

- Sí, el martes me viene genial... Y de paso podemos ver alguna procesión, ¿te apetece?

Y yo he asentido.

Así que hemos quedado. El martes. Ella ha vuelto a bailar. Y yo la he vuelto a mirar a través de los cristales. Esta vez me mantenía la mirada fijamente... ya no ocultaba su pudor. O quizás ya no estaba ocultando sus armas de mujer.

Se llama Sara. Y siempre, siempre, siempre... Ella baila.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me lo he leído entero y lo que se me ha quedado grabado es : Y de paso vemos algunas procesiones....
Pfffffffffff
Susana

Anónimo dijo...

Creo que se quedará en mi ranking de "cosas absurdas que se dicen en esos momentos" como "en la arena no me lío contigo porque la arena pincha" o cosas así.

fuegoensagitario@hotmail.com dijo...

Eing?????