Susana me dijo el otro día qué mi blog era muy sincero.
Bueno, qué mi blog era muy sincero... Y por lo tanto mis palabras. Ella me preguntó qué sí no me resultaba raro hablar de mi vida con tanta sencillez o sí se quiere decir de otro modo con tanta indiscrección.
Cómo ya comenté hace algunos meses, escribir en mi blog es toda una terapia para mí. Ya sabemos qué en la vida diaria no somos sinceros las 24 horas del día, ni con la gente, ni con nosotros mismos, así qué me tomé este blog cómo un confesionario dónde iba a hablar de todos mis fantasmas, alegrias, miedos, deseos y demás.
Sí no fuera sincero en mi blog no serviria de nada.
Así pues entiendo qué mi sinceridad abrumadora pueda ser interpretada por muchos de vosotros cómo algo extraño en estos tiempos que corren. Pero os aseguro que no puedo (ni debo) hacer lo contrario.
Se qué cuento muchos secretos y muchas cosas qué bien me podría callar... Y muchas veces, cuando termino de escribir un post y lo vuelvo a leer, siento algo de verguenza al saber qué esas palabras van a ser conocidas por muchos de vosotros. Pero de nuevo la misma conclusión; A estás alturas... ¿De qué esconderse? ¿A qué tener miedo?
Durante mucho tiempo me consideraba un aspirante a director de cine. Ahora, tiempo después, me considero un guionista, poeta... Y bloguero. En estos tres tipos de formato literario trato de sacar lo mejor de mi. Lo único qué soy y tengo. Las palabras no sirven de nada sí no llevan algo de verdad. Cómo soy Sagitario no me conformo con algo, quiero el todo... Y entonces no me queda más remedio que dejarme llevar, viajo hasta el fondo de mi mismo, y cuando encuentro la palabra o frase exacta qué puede expresar mejor todo lo que siento, no tengo más remedio qué sacarlas hacia fuera... Y entonces a partir de aquí ya no son mías. Son de todos.
Muchos de los que me conoceis os estais llevando alguna qué otra sorpresa cuando leeís este blog. Entiendo que esto ocurra, ya que el Salva que diariamente veis por la calle es un Salva bastante frívolo y divertido qué parece estar más preocupado por pasarlo bien qué por poner en orden las ideas de su cabeza. Sí, suele pasar... El verdadero artísta es aquel qué solo habla de si mismo cuando hace lo qué mejor sabe hacer. Yo no me considero un verdadero artísta, quizás ni un artista en el término más elemental de la palabra... Pero cómo aspirante a "contador de historias" qué quiero ser, no tengo más remedio que vivir dos vidas.
La vida real y la vida que invento en mi imaginación.
O mejor aún; la vida real y las experiencias, ideas y sentimientos que saco de ella.
De la superposición de las dos cosas... Del Salva que habla y del Salva que calla.. Nace este blog. Y mis guiones, por supuesto.
Bueno, en los guiones qué escribo sólo cambian dos cosas; qué escribo en tercera persona y qué los personajes están basados, creados e inspirados en personajes reales o experiencias reales que he vivido, oído o iventado. Y cuando invento siempre hay algo de verdad... Con lo cual es la pescadilla qué se muerde la cola. El guión tiene una estructura, por supuesto, ha de ir hacia una dirección en concreto y contar algo, una historia... Pero me las apañó bien (o al menos eso dicen) para hacer de "una historia normal" algo muy personal. El truco esta en meter pequeños detalles qué enriquecen el resultado final con un aroma a vida... Y es qué la vida, por mucho qué se quiera y pretenda, no se puede ajustar a tres actos... Cómo pasa en los guiones. Así pues intento hacer guiones "artesanales" y "normales" con algo de magía, de filosofía, de silencio....
Muchos amigos me preguntan de dónde nacen mis guiones, de qué cosa parto para escribir una historia. Me gustaría ser un guionista clásico y poder decir qué mis guiones parten de una historia bien pensada, bien estructurada... Cuyos cimientos antes de poner una sola palabra en el papel ya están firmes y quietos... Pero no, mis guiones no parten de allí.
En las escuelas de cine y en los libros te dicen qué para escribir un guión tienes que tener un tema pre-establecido. Yo debo de no haberme enterado muy bien de las reglas del juego, ya qué jamás escribo a partir de un tema qué me interesa sobremanera...
No puedo. Me resulta frío y me pierdo en una maraña de conceptos y palabras qué siempre me hacen desesperar... Caer en lo trillado. En lo absurdo. En lo artificial.
Mis guiones siempre parten de imágenes que acuden a mi mente fugazmente, cómo niños a la salida de la escuela, cuando el timbre da por terminadas las clases. De pronto un día estoy andando por la calle, o charlando con un amigo y zas... Aparece esa imagen qué sin permiso ni pudor me invade... Y en menos de un segundo siento la necesidad de conocer todo sobre ella. No me la puedo quitar de la cabeza.
Mis historias nacen de imágenes de lugares o personas. Jamás de experiencias ni historias ajenas o propias.
Recuerdo qué hace 4 años estaba sentado en el aeropuerto de Barcelona esperando mi vuelo qué me llevaría a Málaga y entonces... Por una escalera mecánica o una cinta mecánica, ahora no recuerdo muy bien, apareció ante mi una azafata de vuelo qué parecia estar cansada, ausente, borrada... Lejana. Aunque su visión sólo duro unos instantes la imagén de esa azafata permaneció en mi mente durante mucho tiempo. Tres años para ser exactos... Y después de mucho pensar en ella, en esa azafata... En cómo se podría llamar, en lo que podría sentir, en lo qué podría hacer cuando no estaba volando... Nació mi primer guión de largo del qué me sentí orgulloso; "A veces Ana, a veces nada".
Luego me ha pasado con lugares... El barrio gótico de Barcelona, una playa de Almería... Las calles de Madrid. Esas lugares me atrapan, me seducen y entonces comienzo rápidamente a inventar personajes con vidas e historias qué se muevan por esos lugares. La historia siempre viene, por supuesto qué sí... Pero la historia sólo es una excusa para poder hablar de lo qué realmente me interesa; de la luz de un lugar, del ritmo frenético de una calle, de un momento dónde una ventana o una puerta se puede abrir y cerrar para dejar paso (o no) a misterios hermosos qué no pueden ser revelados.
Así pues mis guiones parten de imágenes qué observo durante unos instantes pero qué en mi mente permanecen años: Casi siempre lugares y mujeres... Benditas mujeres.
Luego, por supuesto, viene la estructura, los actos, los personajes, los giros de guión, las tramas, las subtramas, el climax.... Pero siempre, siempre, por mucho qué adorne la historia con cosas tipicamente "guionizables", hay lugar para aquella imagén de la que nació el impulso de ponerme a escribir cómo un loco. Aquella imagén imborrable qué desperto en mí las ganas imperiosas de contar una historia.
He intentado escribir varios guiones sin esa imagen previa qué me haya seducido... Pero a las pocas páginas me siento perdido, sin ganas de escribir, sin un mapa por dónde guiar todo lo que quiero decir y tengo qué decir. Así pues abandono aquel guión y enseguida busco una imagen qué me devuelva las ganas de ponerme manos a la obra. Puedo tardar días, meses... Incluso años, pero sí la imagen es poderosa, si la imagen me viene a la mente día y noche en cualquier momento, no la puedo dejar escapar y entonces me caso con ella, la adoro, la exprimo de mil y una maneras, le hago muchas preguntas, la engaño... Y una nueva historia de amor "guionistica" esta a punto de nacer. Ahora se qué siempre le seré fíel porqué esa imagén... Ya es mía. Su dueño soy yo.
Buenas noches a todos.
Un beso.
PD: Por cierto, un saludo a mis tíos de Barcelona y a mis primos. Se qué me leen. Muchas gracias por todo lo qué habeís hecho por mi, en serio, os estoy muy agradecido. No tuvo que ser fácil aceptar a un "intruso" en una vida qué no era la suya... Pero todo fué tan fácil, me sentí tan a guto qué a veces no tengo palabras para expresaros lo agradecido qué estoy por haberme dejado pasar, quizás, los mejores años de mi vida.
Un beso. Os quiero mucho.
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