FRAGMENTOS DE MI VIDA IX.

La canción, El uno, El dos y el Tres de Mécano me recuerda a Lucía, a Raúl... Y a mi. En realidad algún día volveremos a cantar alguna chorrada... Y esa tontería, de nuevo, nos volverá a empañar la mirada. Quién dice cantar, dice hablar... Mirarnos. Reencontranos después del tiempo perdido y saber que al menos, dos o tres veces al mes, deseamos volver a aquellos tiempos que siendo extraños, confusos y crueles nos hizo sentirnos parte del otro. Parte de todo.

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Y aquella mañana, en la estación de tren, me di cuenta que todo había terminado.
Y ella también, pero siempre se nos dio bien disimular... Aunque en realidad nuestras voces eran a veces las miradas, y no las palabras.
Y cuando el tren arranco, yo me sente tranquilamente... Y entonces supe, por segunda o tercera vez en mi vida, que aquel momento, el momento antes de la última mirada, ya se había producido.
"Una historia más", me dije a mi mismo... Y tranquilamente, aunque dolido y con pena, me dispuse a olvidarla en tan sólo unos cuantos días. Y así fué. Cómo siempre.

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Aquella noche senti que era ella, de verdad. Que no iba a ver nadie más, ni antes, ni después. Y la abraze con la fuerza inmensa de alguién que se abraza con miedo por caer en el abismo. Y cuando ella soñaba yo aún estaba despierto... Pensando. Deseando que aquel momento, aquel deseo, y aquellas ganas de certificar que era ella y nadie más, me durara toda la eternidad. Y esa noche, en ese instante, en ese segundo de aliento, de vida y de esperanza, estuve dispuesto a dar mi vida por la suya. Sin más.

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A veces voy caminando por la calle o en el autobús y me da por pensar en aquellas tardes solitarias recorriendo una ciudad que no era la mía. Y quizás, por mi estado de ánimo actual, desmitifico esos momentos, cuando hasta hace poco eran maravillosos... Y ahora, cuando pienso en esos momentos, en esas tardes... En esos paseos sin rumbo por calles extrañas y diferentes a las que conocía bien, no me veo a mi, sino a otro. A otro de un tiempo pasado que ya no volverá jamás. Y por primea vez en mucho tiempo no me arrepiento de mi partida, pues desde ese momento, hasta ahora mismo, he conocido a muchas personas, he vivido muchos instantes... Que de haber sido de otro modo, no los habría podido vivir. Y entonces, por más que pienso, siento, y añoro... No veo deseo, sino recuerdo... Recuerdo de un otro que hace ya mucho tiempo que murió.

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Siempre digo y diré que yo crecí de pronto, en una sola tarde... En un solo minuto. Fué el zarpazo cruel y visceral que a veces la vida nos tiene reservado. Durante algunos años ese punto fué un punto de no retorno... Un momento que se repetia en mi memoria una y mil veces. Jamás pensé que podría salir de ahí, olvidar... Tirar hacia adelante sin sentir que en menos de lo que tarda uno en mirar a otra persona, mi vida se hizo real. De pronto. Cruelmente. Sin avisos.

Pero ahora ya se que la vida tiene dos caras, y que de todo se sale. Que aquel fué un timpo vital de aprendizaje, de miedos también, no digo que no... Pero ahora, con la fé y la experiencia de alguién que fué robado de la inocencia en menos de un segundo, me siento más seguro de mi mismo. Fuerte y tenaz para sobrepasar los problemas que de ahora en adelante puedan venir. Sí, por supuesto que vendrán otros, y quizás más crueles e injustos... Pero entonces, siempre podré pensar; Todo esto pasará... Todo esto terminará. Date tiempo de saber que el sufrimiento de hoy, no será el recuerdo del mañana.

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Se que en cierta parte he ganado, que la tormenta no ha podido derribar las velas de mi barco, y que aquel vendaval se enfrentó con alguién que de entre todos los presentes o los pasados, parecía el más manso.

Luché con fuerzas y con frialdad... No quería caer al mar. No merecía tal sacrificio. Quizás el vendaval tampoco, pero lo importante era yo.

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Hay una cosa que odio por encima de todas las cosas que odio.

Cuando alguién te pregunta; ¿me quieres?

Y tú, aún siendo afirmativa la respuesta, te sientes obligado a contestar que sí.

Ojo, yo no pienso que estoy sea mendigar cariño, pero la autoafirmación por medio de los demás siempre me ha parecido algo triste. Es por ello que, desde hace un tiempo a esta parte, soy yo el que me adelanto, y siempre digo; "Te quiero".

Y no, yo no quiero una respuesta. Con mirar a los ojos de esa persona ya me basta.

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Una noche más. Solo una noche. Y verás que me convierto en el mejor sueño que jamás imaginaste.

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Pronto, muy pronto, todos los esfuerzos se verán recompensandos. Llevo esperando mucho tiempo, pero algo me dice que es "ya". Y es por eso que me río, me tomo las cosas con una calma inmensa, indebida de mi forma de ser. Paso a paso, haciendo cómo hice cosas buenas y cosas malas, habiendo sufrido y disfrutado en la misma medida... Pero todo, todo, todo... Tiene su recompensa. Lo siento. Lo se. Lo noto.

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Preguntar sí alguién te hacia mejor el amor es igualmente una tontería de proporciones mayúsculas. Primero porque no somos iguales, segundo porque cada cual tuvo su momento, y tercero porque el placer, a veces, no es placer, sino sentimiento. Aún así, y por mucho que nos duela, todos tenemos una respuesta para esta pregunta. Lo importante es saber sí la persona que pregunta quiere saberla. Yo tengo que decir que al ser preguntado, a veces, mentí. Qué lo que sentí o siento con una persona determinada sólo me corresponde a mi. Y que alguién puede hacer muy bien el amor, pero no darle aquel puntito que una vez lograste con otra. Y que alguién puede darte el puntito sin sentir lo que sentías con otra persona. Así pues, este tipo de preguntas, es mejor no responderlas. Y siempre queda la opción de mentir, que no se note que lo estás haciendo... No merece la pena herir la sensibilidad de alguién que cree haber coronado el Everest antes que otras personas.

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Le dije que había roto esa carta pero fué mentira. La tengo dentro de un libro... De un libro que el destino me hizo encontrar de nuevo. Dentro de unos años, volveré a abrir ese libro y de entre las páginas saldrá la carta, entonces la leére y diré; ¿Qué estará haciendo esta persona en este momento?, ¿Se acordará de mi? Y entonces la historia ya se habrá cerrado del todo, pues el último recuerdo de esta persona, serán sus letras en mi memoria. En la memoria del tiempo perdido. La memoria del único tiempo que fué, ha sido y será.

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Siempre hay un verano que queda por encima de los demás. Y ese verano, el mío, es largo de contar... Largo por la cantidad de matices, de momentos, de sensaciones y de sentimientos que sentí. Unos ojos verdes es lo único que queda de ese tiempo... Y un número de teléfono al que de vez en cuando llamo... Pero ya nadie contesta a esas llamadas. La línea no está operativa. Así que esos ojos verdes, están ligados a un verano y a un número de teléfono. Curiosa la vida, ¿verdad?

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Más de una novia le pudé quitar a un amigo. Más de una aventura pude empezar destrozando la amistad... Pero para mi la amistad es sagrada, lo más grande del mundo... Y ni el mejor polvo del universo, la sonrisa de mujer más hermosa, y la mente más creativa y libre podrían hacerme traicionar a un amigo. Y quién me conoce de verdad lo sabe. Algo me une a esa persona más fuerte que un lazo de sangre, que un pacto sellado con el diáblo... Y ese pacto se llama la libertad se saber que siempre, pase lo que pase, estaremos ahí para reir bajo la luz de un neón, o para hablar junto al calor de un buen vino. Y eso, no lo cambio por nada del mundo.


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Pido saber que sé que la última vez será la primera.

Pido saber que sabré que aquellos labios míos serán.

Pido saber que sabré que el tiempo se detendrá.

Pido saber que sé que pronto, este momento, está por llegar.

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