26 DE AGOSTO. (Fragmentos de mi vida)

Sábado por la noche.

De nuevo en mi blog...

Hoy me he levantado muy cansado. Ayer me tomé una pastilla para la alergía y se ve que la cortisona me ha afectado al sueño. Me he levantado tan somnoliento que a las cinco de la tarde me he tenido que acostar de nuevo... Y eso que por la noche dormí más de ocho horas¡¡¡

He tenido pesadillas. No recuerdo muy bien qué pasaba en estas, pero sólo se que me sentía muy agobiado... cómo fuera de mi cuerpo, no podía volver a meterme dentro.

Hace unos años soñaba con una cosa que se repetía una y otra vez; intentaba marcar un número de teléfono pero mis dedos pesaban mucho, se escurrían cómo pescados en las manos... Uno a uno marcaba todos los números pero sí le daba al 3 en la pantalla aparecía un 5, y sí le daba al 6 en la pantalla aparecía un 2... Así sucesivamente hasta que me era imposible ponerme en comunicación con alguién y entonces desistía de todo intento. No podía llamar. Era incapaz.

Casí siempre intentaba marcar el número de un amigo o de mi pareja de aquel entonces.

Tiempo después logre hablar con un Psicoanalista y este me dijo que esos sueños denostaban mi falta de comunicación hacia la persona que quería llamar. Curioso, ¿verdad?

A veces los sueños nos avisan y nos señalan nuestras faltas, carencias, complejos o problemas. Debería haber una máquina que permitiera grabarlos, y luego, el día después, poder verlos más tranquilamente y analizarlos... Aunque más de uno se llevaría una sorpresa, ya que los sueños son libres y en ellos puede pasar de todo. Sexo, violencia, poder, maldad...

Sueños...

¿A donde van los sueños cuando despertamos en este mundo?

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Ayer le pedí a Dios una señal. Sólo una. Una pista que me haga verificar el porqué de una aventura personal que en breve voy a comenzar. O al menos eso creo. De momento la señal no me ha sido enviada, pero espero que en breve mis súplicas se hagan realidad y entonces sabré qué voy por buen camino.

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Dicen que el alma pesa 21 gramos. ¿Cuanto pesa entonces el humo de un cigarrillo? ¿Se puede medir? Yo creo que sí... Basta con pesar un cigarrillo sin fumar y luego (una vez fumado), pesar la colilla de este cigarrillo más las cenizas que hemos ido acumulando... La resta entre el peso del cigarrillo completo y sus desperdicios dan el peso del humo.

Algún día haré este curioso experimento.

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Esta noche he jugado al Trivial con unos amigos y me he dado cuenta que algunas preguntas crean confusión porque están mal planteadas. ¿Son todas las preguntas así? ¿Existe una respuesta en concreto para todas las preguntas que nos vamos planteando a lo largo de nuestra existencia?

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Sí todo lo que tenemos, somos y sentimos se pudiera medir apenas quedaría el misterio de lo que escapa a nuestros sentimientos más ocultos. El misterio es necesario en nuestra vida. La rutina puede ser sorteada por momentos dónde lo mágico y lo transcendental se cruzan en una línea más pequeña que el peso de nuestra alma.

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Sus ojos son profundos. Llenos de vida. Cuando los miras fijamente te ciegas y entonces comprendes que todo vale la pena. Hasta las cosas más crueles y ajenas a ti. Esos ojos se me aparecen en todas partes; en los charcos, en los espejos, en la oscuridad de la noche, en la claridad del día... A veces cuando cierro los mios me encuentro con ellos y entonces una sensación de paz y tranquilidad se apoderan de mi. Esos ojos son míos. Porqué sólo yo he descubierto lo que de verdad encierran.

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Da lo mismo que un coche este roto, o sea azul, o sea grande, o sea viejo, o sea feo, o sea moderno... Al fín y al cabo se trata de un coche. Sí cambiaís la palabra coche por la palabra cosa... Todo es igual.

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A veces las palabras que no dicen nada tapan silencios que dicen mucho. Y la persona que miente es una persona que esconde su "yo" más importante.

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No es más listo quién más sabe sí no quién más se mueve. Las conclusiones sólo sirven para cerrar el camino a otras posibles verdades.

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Las personas se dividen en dos tipos;

Las que cuando eran niños y en clase, se pasaban las horas mirando por la ventana y soñando con el mundo exterior... Y las que atendian al profesor todo el rato.

Yo soy de las primeras.

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Aquél verano nos sentamos todos frente al mar y nadie decia nada. El viento nos daba de lleno y el olor a agua salada nos estaba invadiendo poco a poco. Ese día entendimos qué estaríamos unidos para siempre.

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Al pasar la fábrica de cemento él ya estaba dormido. Una música entrecortada sonaba en sus oídos. Tantas veces pasó por ahí cuando era pequeño... Y ahora, todo era diferente.

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Pase toda la noche oyendo su respiración. Sin hacer ruido intenté retener en mi memoria esos acordes que su pecho y su corazón repetian incesantemente dentro de sí. Entonces recordé por fín el sonido del amor... Y durante los minutos que precedieron a este momento intenté pensar en qué algún día ella también podría oír mis sonidos. Los sonidos de mi amor.

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Cuando entré en la Catedral Del Mar mis ojos se llenaron de lágrimas. Jamás vi tanta belleza en tan poco espacio. Entendí entonces qué el hombre también podía hacer cosas importantes.

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¿Porqué no podemos meternos dentro del corazón del otro? Sí esto fuera posible muchos de nuestros miedos serian cesados de inmediato. El corazón del otro es la única propiedad privada qué jamás podrá ser socializada.

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No se cómo explicar... Que yo no voy... A jugar, a jugar, a jugar.

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Él estaba sentado... Dormido. Y entonces lo ví con 50 años. Y era feliz.

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Dicen que la primera vez qué haces el amor, cuando te quedas dormido, tienes el sueño más maravilloso del mundo. Yo no pude dormir porqué el nerviosimos me lo impedía. Pero el sueño más maravilloso era eso... El ser consciente de qué el verdadero sueño ya me había pasado, hacia sólo unos instantes.

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Yo he visto amanecer muchas veces y en muchos sitios. Pero el amanecer más bello que ví fué hace mucho tiempo... En realidad no mire al cielo, ni a la luz del sol... Sólo se que iba caminando y los pájaros comenzaron a cantar de pronto... Mis pasos fueron borrados de inmediato y ni un solo ruido me distrajo del ajetreo silencioso de aquel momento. Fuí entonces consciente de mi mismo. De todo lo que era.

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La ví temblando desde la lejanía y durante un instante desee que el mundo se hubiese detenido para siempre.

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La libertad que sentí caminando por esas calles bien entrada la noche fué uno de los momentos más hermosos que he vivido. Delante de mí yacían cientos y cientos años de historia... Y mira tú por dónde que durante unos segundos todos estos años se unieron a los míos. Y el tiempo se hizo eterno.

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En aquella buhardilla todo eran ilusiones de un momento que no llegaba jamás. Así pues me entretenía viendo las partículas de polvo que iluminadas por la tenúe luz del sol viajaban por todo ese espacio sin un rumbo definido. Entonces entendí que yo quería ser cómo el polvo.

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Cuando todo el público se río por una de las frases que yo había escrito en la soledad de mi habitación en una noche de hace muchos años entendí que yo había nacido para eso. Al terminar la obra muchos me felicitaron y entonces pensé que por fín todo el mundo había entendido mi misión en este mundo; hacer de todo esto una cosa más llevadera. Y hacer soñar...

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El otro día me encontré con una carta qué no llego a su destino. Quizás de haberla enviado cuando fué el tiempo todo habría sido diferente. Lo que es curioso es que aún hoy, y después de todo el tiempo que ha pasado, las palabras de aquella carta siguen retratandome tal y como soy. Con lo cual y por mucho que diga lo contrario... Sigo siendo el mismo.

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La primera noche y apenas sin conocernos se puso a llorar delante de mi. Entre lágrimas me contó la historia de amor más triste qué jamás he escuchado.

Me decía;

"Y el día de reyes, me dijo... Este es mi regalo; ya no te quiero".

Y aquella noche, en Barcelona, entendí qué no sólo yo había fracasado en mis intentos por amar o ser amado. Habían más personas cómo yo.

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Durante muchos años creí ser Marcello de "La dolce vita". Durante otros muchos creí ser Guido de "Ocho y medio". Ahora se qué los dos son la misma persona... O sea, yo.

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En aquella playa de Almería todo me era familiar; La luz, el sonido, el ritmo de los colores y las cosas. Me gustó tanto qué prometí volver algún día. Todavía no he podido cumplir mi promesa.

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Lo último que recuerdo de Barcelona es la avenida del Paralelo iluminada por la luz de atardecer. Las casas del Raval con sus eternas ropas colgadas de los tendederos... Después el coche se metió por delante de Monjuit, junto al puerto, y la ciudad quedó atrás... A partir de aquí todo son sueños de rencor, esperanza y fracaso.

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Aquel primer beso en aquella noche de septimbre me dejó tan indiferente que mi primer paso hacia la libertad se vio prontamente fracasado. Pero quise jugar mucho más... "Tantos años soñando para esto y ahora nada", pense. Tiempo después las sensaciones han sido las mismas, pero ahora ya no me engaño; Tú no eres así.

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Esa música de Morriconne y esas imágenes fueron para mi todo un descubrimiento. Por fín el tiempo y el espacio eran reducidos a la mínima expresión, o sea, a un momento fugaz que pasa y no vuelve a regresar nunca más.

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Esa noche baile cómo un loco. Todo el mundo me miraba pero a mi me daba lo mismo. Junto a mis pies y a mi mente... era lo único qué podía esperar de aquel momento. La libertad a veces cuesta muy poco encontrarla.

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Me voy a dormir.

Hasta mañana amig@s

Un beso.