FRAGMENTOS DE MI VIDA (II)

Aquellos días de invierno, de aquel año, mi cuerpo se paseaba sin vida por las calles de esta ciudad. Uno a uno los recuerdos sobre ella se iban acumulando en mi memoria... Y estos pesaban. Pesaban tanto qué decidí no volver a pensar más.

Y durante mucho tiempo... Creí estar muerto.

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Desde aquél balcón se podía ver toda la ciudad... Luces, edificios, coches lejanos...

Sentí entonces la necesidad de saber sí yo también estaba dentro de todo aquel ajetreo frenético y absurdo que tanto me gustaba.

Pero no... No lo comprobe. Mi miedo era mayor qué mi voluntad. Así pues huí... cómo siempre.

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Sentado frente al televisor y con la paz cómo única compañera, uno a uno mis sueños se iban fraguando lentamente.

Años después, muchos años después... Me pregunto porqué habré crecido para dejar de ser aquel niño que soñaba con los ojos abiertos.

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Encontré a Lucia sentada a las puertas del cine.

Le dije hola pero ella no me contesto.

Me senté a su lado y durante unos minutos estuvimos así, sin decirnos nada.

Luego, al cabo del rato, nos levantamos y comenzamos a pasear hacia la Alameda.

¿Qué palabras dejamos escapar en aquel instante?

Es una cosa que por mucho tiempo que transcurra, siempre me preguntaré.

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Yo no sabía dar consejos... Mi verguenza y mi timidez me impedian decir lo que realmente pensaba en aquellos momentos. Así pues, hice cómo sí nada estuviera pasando y deje que ella llorase todo el tiempo del mundo.

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Recuerdo un rayo de sol que siempre entraba a la misma hora. Deseaba con todas mis fuerzas que ese momento del día se produjera tal y cómo había sido siempre.

Él estaba dormido y nunca jamás le pude contar todo lo que se me pasaba por la cabeza cuando ese rayo de sol invadia nuestra vida y cómo un ejército de hormigas, se iba apoderando de nuestra historia de amor carcomida.

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Ay, que pesado, que pesado, siempre pensando en el pasado... No te lo pienses demasiado, qué la vida esta esperando.

(La primera canción de la que tengo recuerdo) Jamás unas palabras fueron tan proféticas.

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Un miedo horrible se apoderó de mi cuando tuve que hacerle el amor. En aquella habitación desconocida todo me era ajeno.

Su cara se confundía con otra cara ya lejana y entonces mi mente viajaba a través del espacio y del tiempo en busca de un espejo dónde reconocerme.

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Aquellos paseos por Barcelona, en la soledad de esas calles estrechas y perdidas, me hacian sentirme bien. Uno a uno iba mirando todos los rincones, todos los espacios dónde existiera la posibilidad de encontrar aquella magia que pensé la ciudad tenía...

Y de pronto la encontre;

Una pequeña y estrecha calle a mi derecha... Entre por ella y hallé una fuente minúscula cuya agua corría de forma delicada y simple. Me senté a esperar y de pronto el sonido de unas risas infantiles me hizo despertar de mi letargo.

-Niños-Pensé-Benditos niños.

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Hace un mes o cosa así vi a una chica preciosa que iba en mi autobús. Intercambiamos un par de miradas pero pronto desistimos a la idea de ni siquiera volvernos a mirar más.

Dos días más tarde la encontré paseando por una calle. Ella me miro y yo a ella. Yo me senté en un banco y ella se sentó en otro banco, justo al lado del mío.

Yo encendí un cigarrillo y ella abrió un paquete de chicles.

Dudé en acercarme a ella o no... Pero cómo siempre eso era más hermoso y misteriosos que poner cara a su nombre.

Así qué, después de muchos minutos conteniendo la respiración y mirándola de reojo, decidí marcharme de aquel lugar.

Desde aquel día tengo la esperanza de volver a verla... Pero no, no quiero saber su nombre... En mi imaginación ella es libre y ya se sabe qué en la vida real será presa, cómo todos lo somos.

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Madrid. Enero...

Camino en altas horas de la madrugada hacia el barrio de la Latina. Hace un frío de muerte y siento mis manos congeladas.

Recorro el viaducto, dónde tantas personas han terminado con su vida, y de pronto me detengo. Alzo mi mano para tocar uno de los cristales de las mámparas del puente y noto cómo la escarcha se ha convertido en hielo.

El hielo en mis dedos se transforma en agua.

Y el agua se me escurre...

-Qué cosa más curiosa-Me da por pensar...- Todo en esta vida se transforma... Este es un lugar de muerte, pero sí ellos hubieran tenido la oportunidad de asistir al mismo momento que he vivido yo hace unos instantes quizás se lo hubieran pensado mejor.

Sigo caminando. Tengo frío... Y me apetece una copa.

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Regreso a casa en un taxi y ella, Virginia, pone su cabeza sobre mi hombro...

Lo qué hace unos años me habría parecido muy romántico ahora me da pavor.

Suavemente hago un movimiento para separme de ella... Y ella, se da cuenta.

Nos despedimos fríamente.

Cuando llego a casa y me acuesto me da por pensar qué he cambiado mucho... Bienvenido al mundo de los miedos, amigo.

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Me quede llorando y creí que mi alma se escapaba por dejabo de la puerta. Yo qué tanto había amado y ahora todo quedaba en nada.

Me sentí humillado, ultrajado, herido... Vaciado.

Y entonces me dió por pensar que ya era hora de sentir esa sensación... La sensación que yo mismo tantas veces provoqué en otras personas.

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Le dije "te quiero", pero era mentira.

Después todo se volvió una costumbre.

Te quiero, te quiero, te quiero... Pero no, no era verdad.

Me pregunto sí se dió cuenta alguna vez... Y sí así fué, ¿por qué quiso seguir castigándose de esa manera?

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Sí, nos pusimos a llorar los tres.

Ahí estábamos nosotros, los tres mosqueteros de la ESAD de Málaga contándose sus penas y sus fracasos.

Vito nos miraba muy sorprendida.

Ver llorar a tantos hombres juntos no es nada habitual.

Por consiguiente; los hombres también lloran. Tanto o más qué las mujeres.

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Aquella carretera iba a cámara lenta. En la radio del coche sonaba mi cd, "Older"...

Las luces de las farolas y de los otros coches iban pasando a una velocidad dónde cada suspiro duraba lo mismo qué una vida entera.

Y así, sin percatarnos del peligro, seguimos hasta llegar a casa.

Una vez tumbados en la cama nos dimos cuenta que aquella había sido una de las mejores experiencias de nuestra vida.

Aquella droga nos había conectado en un punto concreto de nuestra existencia. Nuestras percepciones era semejantes y nuestros pensamientos también.

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El viento a través de las hojas de unos árboles.

Silencio absoluto.

Belleza infinita.

Verdad.

Paz.

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-¿Qué hay de ti en tus guiones?

-Nada.

-¿Por qué me mientes?

-No te miento.

-Lo haces..... Hablas de ti. ¿A sí te sientes?

Mi silencio fué mi mejor respuesta.

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Ella me guarda rencor por una cosa que paso hace mil años. Joder, éramos unos críos y de haber sabido todo lo que se ahora en aquellos tiempos no habría actuado de esa manera.

Aún así su mirada hacia mi no me gusta nada.

Debe olvidar cómo yo he olvidado.

O mejor; debe recordar lo que yo recuerdo. O sea, esos tiempos dónde amarnos fué un juego de niños.

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Mis palabras pueden hacer un daño terrible y esa vez me pase, y mucho.

Ella comenzo a llorar de una manera tímida pero profunda.

Y claro, yo me sentía el rey del Mambo.

Pensaba que aquello era su merecido por todas las cosas qué me había hecho.

Media hora después ya estaba arrepentido.

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Escuché esa canción cómo quién no quiere la cosa. De pronto ella vino a mi y yo a ella... Y los dos nos unimos secrétamente en una melodía de guitarra española.

Hace poco la volví a oír pero ya nada es igual.

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Cada mañana nuestros cuerpos y nuestras mentes se disfrazaban de unos personajes qué poco a poco se iban a ir destruyendo.

Sólo era cuestión de tiempo.

Así pues cada uno acepto su rol cómo mejor pudo y entonces me di cuenta que...

"Me gustaría no quererte... O quererte mucho más".

Pero no entendió nada.

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Ella las llamába olas de fuego. Y razón no le faltaba...

Las olas del mar mezcladas con las luces del puerto. El movimiento de las dos daban por resultado una imagén enigmatica, llena de belleza y sobre todo esperanzadora.

Desde ese día yo también las llamo olas de fuego y muy de vez en cuando me acerco a verlas.

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-Vete-Me dijo-Aquí no podemos enseñarte nada que tú quieras conocer. Debes vivir, buscar aquello que de verdad te haga feliz. No puedes desperdiciar tu tiempo en algo qué apenas te gusta. No eres cómo los demas... Eres especial. Aquí no aprenderás nada... Hazme caso. Vete.

Y me fuí.

Gracias Marisa.

(Aunque no creo que yo sea especial)

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Aquella noche ella estaba cerca... Pero estaba lejos.

¿Cómo explicarle todo lo que me había pasado en un año? ¿Cómo poder contarle qué aunque mi vida estaba envuelta en novedad yo era el mismo?

Y nada... Cómo hago siempre, me hice el tonto... Hice cómo qué nada me pasaba... Y esa noche mi armadura de hierro forjó su primera pieza.

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Éramos jóvenes y no teníamos nada que perder, así qué nuestro tiempo se iba en esas horas vacias y sin sentido dónde uno a uno nos íbamos configurando cómo lo que somos hoy.

Qué lindo es ser jóven... Sentir qué tienes todo el tiempo del mundo. Qué la vida te pertenece y no tú a ella.

Cesar y yo renegamos muchas veces de aquellos años... Pero en realidad, dentro de nosotros, deseamos volver a vivir algunos de aquellos instantes.

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Dice Clarissa de "las horas", qué la felicidad es un instante. Qué como viene se va. Puede ser un instante tan corto pero tan profundo qué puede perseguirte toda la vida. Y vivir para desear que ese momento... No haya terminado jamás.

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Mi amigo Pedro P dice:

-Pausas, silencios, arrebatos...

Sólo has de dejarte llevar. Una vez qué lo logres ya nada será igual.

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De niño me gustaba ver morir ahogadas a las hormigas.

Ha pasado mucho tiempo, y se qué es una tontería... Pero ahora siento remordimientos.

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Tengo una locomotora de juguete y es mi objeto más preciado. Ella me ha visto llorar, reír, amar, hablar, desear, soñar...

De niño el tren era mi imagén de la libertad, de la aventura, del futuro.

Ahora, y cada vez que veo un tren o me monto en uno de ellos, Salvi, mi Salvi pequeño... Vuelve a asomar su sonrisa.

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También guardo una botella con arena de una playa de Cádiz. Data del año 2000. Ese fín de semana fué el comienzo de nuestro distanciamiento, o sí se quiere llamar de otro modo, de nuestra vida adulta.

Yo me fuí a Barcelona y ellos siguieron con sus vidas.

Yo he vuelto, y ellos siguen estando... Pero ya nada es cómo antes. ¿Dónde están las cosas qué perdimos en nuestro último verano?

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Puedo ser luna de abril... En diciembre.

Puedo ser lirio o jazmín...

Sí tú quieres.

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Tengo un secreto que jamás revelaré. Nunca.

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La sensación qué tengo al oírlo es que el zumbido de los hilos del telégrafo en el campo vuelve impaciente al paisaje. Especialmente en los primeros días de la primavera, cuando más se oye.

Pienso en esta impaciencia que se contagia a las personas, a las familias de los campesinos, por ejemplo.

Y pienso también en el entrecruzarse de los telegrámas por los hilos, con todas sus historias.

Y en una banda sonora basada en ese zumbido.

(De mi Amigo Antonioni) Una buena explicación del amor.

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Lo he contado pocas veces, más qué nada porqué la gente me escucha y luego piensa que estoy loco...

Pero con doce años u once, una noche, ví un fantasma.

Era una mujer que vestía de blanco, flotaba sobre mi cama... Para nada me dió miedo. Yo la miré durante unos segundos y luego, al tocarla con las puntas de los dedos, desapareció.

Tiempo después he hablado de ello con personas especializadas en este tema y me han dicho que esa mujer, ese fantasma... Era mi ángel de la guarda. Qué una vez en la vida hace acto de presencia para qué sepas que no estás solo.

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También he visto una luz en el cielo que cambiaba de color... Y la luz envolvía algo redondo... Paso por nuestras cabezas a una velocidad vertiginosa. Y después, desaparecio por el horizonte.

Era un domingo por la tarde del año 1995.

Yo lo vi... Y cientos de personas también.

El día después salió en el periódico:

OVNI SOBRE MÁLAGA.

Con lo cual, no estoy loco.


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Hay cosas qué no podemos explicar... Y no por ello son mentira.

Yo sueño muchas cosas y después pasan, tal y cómo las soñe.

Estos días he soñado algo... Y se qué pasará.

Algo bueno.

Muy bueno.

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Yo soy sincero... Siempre digo la verdad. Quizás no con palabras, pero sí con mis ojos.

Mis ojos no mienten.

Jamás.

Haced la prueba... Preguntadme algo y mirad mis ojos.

No falla.

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Nuria dice que hago el amor de una forma extremadamente dulce y que acostarse conmigo es de todo menos aburrido.

Qué una ex diga eso de ti me llena de orgullo, al menos en eso fuí diferente al resto de los demás.

Lo que me gusta de hacer el amor es lo que pasa antes y después.

Durante también me gusta, claro... Pero mis deseos y mis pensamientos divagan antes y después hacia un mundo dónde lo importante es reconocer a esa persona cómo parte de mi ser.

Es por eso que jamás he follado...

Y sí alguna vez lo dije fué para ir a la moda.

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Tengo todo el tiempo del mundo para esperar.

No tengo prisa.

Sí, la tengo... Pero se disimular muy bien.

Me crié con mujeres y tengo algunas armas femeninas qué me están yendo muy bien para ciertas cosas. Y saber disimular es una de estas armas...

Yo amo a las mujeres porqué ellas saben mantener la mirada y el alma sea el contratiempo que sea. Ellas son sabias.

Así pues me declaro abiertamente "mujerista", o lo que es lo mismo; me declaro un hombre con pensamiento de mujer.

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Tengo miedo de perderte, ¿sabes? De qué algún día te alejes de mi vida y entonces ya no quede nada.

Prefiero tu silencio a tu ausencia. Prefiero tu mirada a tu recuerdo. Prefiero tu voz a tus ecos. Prefiero tu verdad a mi mentira.

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A veces todo se vuelve negro... Y entonces enciendo una luz.

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Un beso amig@s