domingo, 21 de diciembre de 2008

04:09 DE LA MAÑANA.

Estoy pensando en la mentira. Más que en la mentira en esa extraña forma que tenemos los seres humanos de engañarnos a nosotros mismos. Engaños personales que empañan no solo nuestra conducta con los demás, sino también nuestra forma de ser.

También estoy pensando en el dolor. En ese dolor que de pronto te viene en cualquier situación y luego, cómo por arte de magia, se va. Se esfuma. Se olvida. Y no te acuerdas de él hasta que en otro momento, en otra circunstancia, vuelve a ti. Y entonces recuerdas la primera vez, y la segunda, quizás la tercera... Pero nunca la última, porque en realidad no se ha ido jamás, sólo estaba camuflado. Dentro. Agazapado, cómo un soldado de una guerra imaginaria que está buscando el mejor momento para atacar.

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Hace unas cuantas horas he recibido una felicitación por navidad de una persona a la que hace mucho tiempo, más de tres años, deje de frecuentar. Es curioso, pero el tiempo, cómo siempre pasa, no distanció poco a poco. La felicitación era colectiva, así que puedo pensar, cómo es lo más probable, que mi dirección de correo se ha colado entre todas a las que quería enviar esa felicitación. Si ha sido de otro modo, si de verdad ha pinchado mi correo pues quería enviarme esa felicitación, esto me provoca una reflexión; ¿Una felicitación de navidad? ¿Para qué? ¿Para quedar bien? Vivimos relativamente cerca, esa persona tiene mi teléfono... Me ha podido llamar en todo este tiempo... En realidad supongo que ha podido llamar cómo yo he podido llamar a esa persona también... No se. Bueno, sea lo que sea, no deja de sorprenderme estás actitudes extrañas que de vez en cuando tenemos... Una felicitación de navidad enviada por una persona que apenas sabe ya de mi vida. ¿Sí no se sabe de una vida, como se puede enviar una felicitación? Se que parece una tontería, pero no lo es... A mí estás cosas me dan que pensar... Y pienso en la frivolidad, quizás en la hipocresía... Yo antes era muy dado a estás cosas, pero cuando caí en la cuenta que una cosa (felicitación) no debe ir separado de otra (saber de una vida), el asunto se vuelve turbio... Oscuro. Y entonces me da por pensar... Curiosos mecanismos de la vida. Esta vida moderna y de apariencias que de vez en cuando nos atrapa.

Ah, por cierto, también he caido en el juego... He contestado a esa felicitación. Cómo podéis ver, de alguna manera u otra, yo también tengo la culpa. Soy igual de falso.

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Buena noticia; cada día fumo menos. Desde hace un mes sólo dos o tres paquetes de cigarrillos por semana. Lo siente mi bolsillo... Y mi pulmón. En realidad no me he planteado quitarme de fumar es sólo que parece que estoy aborreciendo los cigarrillos, el humo... Los ambientes cargados. A ver sí aguanto con solo un paquete a la semana... Todo se andará.

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Geminis... ¿Me lees? Dame una señal. Hace una semana que no sé nada de ti. Lo pase genial aquella noche, en serio... Aún recuerdo tu sueño, tus palabras... Y también tu frase; los amigos son cómo el mar, se ve el principio pero nunca el final.

Dime, ¿me lees? ¿Me darás una señal? Corason.... Corason.

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He estado a punto de volver a Barna esta semana. Sí no he ido es porque no he insistido demasiado para conseguirlo, pero ganas no me han faltado. En el fondo creo que he de estar muy preparado para volver. No quiero que la memoria me juege una mala pasada... Cómo dice la canción... Confundir recuerdos con memoria. Cómo dice Sabina; a la ciudad que fuiste feliz, nunca has de volver. Quizas tenga razón, quizás... Pero de igual modo volveré. En serio.

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