miércoles, 10 de diciembre de 2008

DIAS DE TEATRO.

Ayer me compre el libro "Conversaciones con Al Pacino", una serie de largas entrevistas que un periodista ha realizado a Al Pacino desde práticamente el comienzo de su carrera hasta ahora. El libro me está pareciendo apasionante y es por ello que, 24 horas después de comprarlo, me quedan apenas 20 páginas para terminarlo.

Hay muchas cosas que me han llamado la atención de este libro, pero sí tuviera que elegir dos me quedo con las siguientes;

Dice Pacino que crea los personajes a partir de los zapatos de estos. Comenta que, cuando encuentra el calzado indicado, ya tiene creado el personaje. Esto puede parecer una tontería, pero sí notamos cómo andan sus personajes; Michael Corleone, Tony Montana, El joven que atraca el banco en "Tarde de perros"... podemos darnos cuenta que esa forma de componer y crear un personaje no es descabellada, al contrario, es muy acertada.

La segunda de las cosas que me ha llamado la atención es un chiste que Pacino cuenta habitualmente y que me ha hecho mucha gracia.

Jhon Wayne en lo alto de un escenario actuando en "Hamlet". Cuando termina de actuar, el público abuchea.... Acto seguido Jhon Wayne dice, "Ei, yo no soy el tipo que ha escrito esta mierda".

Hermosa manera de explicar cómo determinados actores no están hechos para realizar algunos papeles, y viceversa.

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Pilar es mi profesora de Escenografía. La adoro, en serio. Me parece que su calidad humana es increible, y su calidad cómo profesional no lo es menos. Con Pilar se puede hablar, te escucha, atiende todo lo que tienes que decir, se interesa por todo lo que quieres dar a entender con la obra de teatro que estás haciendo... Y siempre, siempre, te ayuda cuando un problema surge y no sabes cómo solucionarlo.

Pues bien; hoy hemos estado hora y media filosofeando sobre el acto de crear e interpretar para teatro. Pilar ha dicho que debemos descubrir las cosas por nosotros mismos y que la verdad que ahora creemos que es la verdad de seguro que no es, pues no debemos dejarnos llevar por todo lo que creemos que está establecido. Lo que quiere decir Pilar es que no debemos imitar a ningún director ni autor teatral de renombre... Que debemos, sólamente, sentir e imitarnos a nosotros mismos. Saber nuestras virtudes y nuestras carencias, aprender de las dos y dejarnos llevar hacia lo que de verdad, y siempre para nosotros mismos, sentimos que es el teatro.

Me ha parecido una gran clase y es que Pilar no habla de técnica, habla de sentimientos, de ideas, de sueños... De todo lo que debemos hacer para que esta profesión nos llene y nos apasione, tal y cómo a ella le ha pasado, y por supuesto le sigue pasando.

Para Pilar, el director tiene que navegar en su interior, estar en contacto con el mundo que le rodea y saber que tiene, más o menos, la obligación de ser fiel a todo lo que cree, escapando de modas, convencionalismos y condicionamientos externos que puedan anular tu visión del teatro y del hecho artístico en sí mismo.

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El ensayo, que ha sido breve, ha ido muy bien esta tarde. He comenzado a dirigir cómo lo hago en cine. La profesora de dirección no está muy de acuerdo en este método de dirección, pues dice que el teatro no es cine, pero yo me siento mejor haciéndolo así.

Me subo al escenario con los actores, los miro desde cerca... Corto a cada instante. Voy dando indicacaciones sobre lo que quiero que me den a cada momento, voy descubriendo acciones y reacciones en los personajes y voy diciéndole a los actores cómo tienen que utilizar estas para lograr lo que yo quiero decir.

Pego carreras, hago indicaciones, corto a cada momento.... Me emociono... Me dentengo de nuevo, los detendo. Digo que comiencen de nuevo. Paro y les doy la enhorabuena cuando han hecho algo que creo está bien. Les indico el camino que tienen que seguir... Los divierto y me divierto. Les digo que esto es un juego al que todos estamos invitados. Que hay que dejarse llevar para descubrir todo lo que estamos dispuestos a darle a la obra.

Hablo con ellos de sus personajes, los pongo en situación... Me invento frases que no vienen en el texto pero que al actor le ayuda a centrarse mucho más en lo que esta haciendo.

Es mi manera de dirigir... Imagino que tengo una cámara de cine y compongo el plano, (el fragmento de la escena), cómo se hace en una película. Dejo libertad, por supuesto, pero siempre retomo cuando no está saliendo la cosa cómo yo creo que tiene que salir.

Reconozco que los tengo cansados.... Que en cierta manera les estoy metiendo mucha caña y que a veces, a fuerza de repetir, se sienten aislados del contexto... Se van y vuelven a sus personajes... Pero creo que la labor de un director es esa, estar presente, cerca de los actores, saber que pueden contar contigo, saber que estas ahí para lo que necesiten.

Cuando me equivoco, también lo digo. No me da verguenza. Siempre me ha gustado ser sincero y humilde. Soy humano. Ellos aprenden de mis errores y yo aprendo de sus errores. Es cómo una pequeña familia que poco a poco va creciendo. Todos nos conocemos, todos me conocen... Quizás no hablemos mucho de nuestras vidas reales, pero ellos captan mis movimientos, lo que quiero... Y en estos ven cómo soy de verdad. Yo también capto en ellos sus movimientos, sus expresiones... También sus miedos, y entonces se cómo son en la vida real.

Vuelve a repetir; no se dirigir de otra forma. No me interesa. Podría, cómo hacen muchos, hacer un ensayo técnico, soltar texto cómo robots y centrarme más en la parte estética del conjunto... Pero yo no puedo. No es mi estilo. Quiero vida. Lo demás, por ahora, no me interesa para nada.

Sí, definitivamente un buen día.

Estoy satisfecho.

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Con Franco, mi actor, me está pasando algo que nunca jamás me había pasado. Hablamos de su personaje y de la obra fuera de las horas de clase; tomando un café, en una noche de marcha, nos llamamos por la noche para contarnos todo lo que hemos descubierto de nuevo con respecto a la obra o al personaje. Franco lo necesita, al principio yo era muy reacio a este tipo de relación... Sobre todo porque de tanto hablar de la obra nos podemos cansar y aborrecerla. Pero me he dado cuenta que cuanto más hablo de la obra, cuanto más hablo del personaje de Franco... Cuanto más hablamos los dos sobre estos asuntos, más real y más propia nos parece la historia.

Se podría decir, básicamente, que Franco y yo vivimos obsesionados con la obra las 24 horas del día. No m extraña que él, de momento, no tenga tiempo para novias... Cómo yo tampoco.

En realidad, y al menos por este año, ya hemos encontrado a nuestra novia favorita, nuestra pasión sexual y amorosa a la que debemos dedicarnos siempre; El teatro.

Y sinceramente, estoy disfrutando cómo un niño pequeño.

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